Ensayo de Primavera Árabe: Egipto.
mcondecTrabajo29 de Agosto de 2017
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Primavera Árabe: Egipto.
Para nadie es un secreto que muchos de los países de Medio Oriente y el norte de África pertenecientes a la cultura árabe o también llamado pueblo árabe, se han encargado de crear un estereotipo y una mala fama de “terroristas”, que aceptan con indiferencia los gobiernos autocráticos que se imponen ante ellos y establecen un orden social, además de conformar en gran parte, el grupo de países que más violentan los derechos humanos civiles. Sin embargo, los países islámicos han sido protagonistas de muchas insurrecciones que alcanzarían al menos el número de conflictos que se presentan en todo el mundo. Uno de los levantamientos árabes masivos más significativos y de hecho, muy reciente, fue la primavera árabe.
La primavera árabe se dio en una época que inició en el 2010 y que se conoce que se extendió hasta el 2013, sin embargo, en algunos países las transformaciones tomaron otro rumbo y el conflicto duró más años, incluso continúa actualmente, durante este periodo se llevaron a cabo múltiples manifestaciones tanto violentas como no violentas en varios países árabes, como Túnez, Siria, Libia, Yemen, Egipto, entre otros. El principal objetivo de estos levantamientos era exigir un estado democrático y reclamar por los derechos civiles de los ciudadanos. Mucha gente albergaba la esperanza de que esta “Primavera Árabe” implantaría nuevos gobiernos que traerían reformas políticas y justicia social.
La rebelión tuvo sus orígenes en Túnez, país que durante varios años estuvo gobernado por el dictador Zin Al Abidin Ben Ali y donde se venían presentando múltiples movimientos años antes, reclamando por la aguda crisis económica existente, la desigual distribución de los recursos y el descontento de los ciudadanos dadas sus condiciones. Sin embargo, lo que inició como simples protestas, tomaron un giro inesperado y terminaron convirtiéndose en manifestaciones a gran escala que ya no solo exigían derechos y una buena calidad de vida, sino que ahora buscaban la salida del dictador Ben Ali y su familia del poder. En todo el país se dieron manifestaciones que fueron brutalmente reprimidas por el ejército, lo que generó un mayor descontento en la población. Tras la presión ejercida a la dictadura por la gran ola de protestas y huelgas que proclamaban con la consigna “Fuera el Dictador, Ben Ali asesino”, este huyó del país, de modo que el poder quedó en manos del en ese tiempo primer ministro Mohamed Ghanuchi, a pesar del intento de conciliación de Ghanuchi con el pueblo, estos seguían exigiendo su renuncia del gobierno y pedían elecciones democráticas para acabar por fin con el represivo régimen dictatorial al que estaban sometidos desde hace más de 20 años. Pero esto fue solo una parte de la primavera árabe; lo que inició en Túnez, no tardó mucho en extenderse a países como Libia, Egipto, Siria y Yemen. Siria fue sin duda uno de los países donde se vivieron las manifestaciones más violentas de todo el Medio Oriente, la ola de represión en contra de las rebeliones populares fue brutal e iracunda, acompañada de masacres excesivas, tanto así que cinco años después de la primavera árabe, Siria aún se encuentra en un conflicto interno por la guerra entre su Ejército, los rebeldes y la ocupación de Estado Islámico, donde muchos de los habitantes se han visto obligados a huir del país.
Después de la renuncia del poder del dictador de Túnez, el siguiente país en liberarse de la dictadura fue Egipto, con Hosni Mubarak, seguido del dictador de Yemen, Ali Abdullah Saleh. Ahondemos un poco más en los hechos de la primavera árabe que se vivió en Egipto. Basándonos en las características que obedecen el desarrollo de este proceso, ¿es posible identificarlo como una revolución? Según Charles Tilly (1995):
Una revolución es una transferencia por la fuerza del poder del estado, proceso en el cual al menos dos bloques diferentes tienen aspiraciones, incompatibles entre sí, a controlar el Estado, y en el que una fracción importante de la población sometida a la jurisdicción del estado apoya las aspiraciones de cada uno de los bloques. (p.26)
Tilly además analiza los procesos de las revoluciones y las ubica en cuatro dimensiones, contextos revolucionarios, causas revolucionarias, situaciones revolucionarias y resultados revolucionarios. A partir de esto es posible determinar si podemos considerar la primavera árabe egipcia como un acontecimiento revolucionario, o no.
Después de Túnez, el país que experimentó cambios y transformaciones fue Egipto. Gobernado con mano dura desde 1981 por Hosni Mubarak, Egipto fue otro de los escenarios de la Primavera Árabe. El pueblo egipcio había sido dirigido por el mismo régimen dictatorial desde hacía casi treinta años e iba por más, los ciudadanos no estaban dispuestos a continuar con el régimen y estaban preparados para un nuevo gobierno, uno democrático. Dentro de este campo de conflicto entre el gobierno y el pueblo, también entraban en el juego países como por ejemplo: Estados Unidos.
En casi todas las revoluciones, siempre existe un factor externo que influencia el desarrollo de los procesos revolucionarios, no es de sorprenderse que en la mayoría de los casos dicho factor sea Estados Unidos, una de las mayores superpotencias desde hace décadas. Esta vez no es la excepción. Desde el análisis de mi doxa, es evidente que Estados Unidos siempre se ha caracterizado por brindar apoyo al territorio que más le conviene o en ciertos casos, cuando le conviene. A pesar de que muchos analistas se han encargado de otorgar gran importancia al rol jugado por los gobiernos, incluso el rol del expresidente de Estados Unidos, George Bush por “promover la democracia”, la verdad es que durante la presidencia de Bush, este le brindó a los dictadores de Medio Oriente y Norte de África más apoyo del que habían recibido de cualquier otro presidente de Estados Unidos. El gobierno de Bush alabó las falaces elecciones de Yemén y Egipto. Con el cambio de gobierno de Bush a Obama, este último se había negado contribuir al cambio de régimen de los gobiernos que podían considerarse una amenaza para los intereses del país, sin embargo, si apoyaban a los represivos aliados mediante la continua transferencia de armas y equipo de seguridad, que más tarde sería usado para la lucha en contra de los movimientos prodemocracia.
Los jóvenes islámicos jugaron un papel importante, fueron los personajes principales en las manifestaciones donde la mayoría de las exigencias reclamaban por el deterioro de la situación social, además de pedir al gobierno una disminución del precio de los alimentos, la disminución del impacto que la crisis estaba causando en el país y la implementación de una política exterior independiente, dada la condición de sumisión que vivían frente a Estados Unidos. La corrupción, el hambre, las ansias de libertad, las constantes represiones por parte de un injusto aparato policial y la manipulación de las elecciones parlamentarias, eran algunas de las condiciones a las que los egipcios se enfrentaban día a día, en este punto, se negaban a aceptar lo inaceptable. Justo como establecía Tilly (1995) en su análisis de las revoluciones, existía una notable discrepancia entre las exigencias establecidas por el gobierno y las posibilidades del pueblo de cumplir con estas últimas, además de que dichas exigencias significaban una amenaza para la calidad de vida de los ciudadanos. Egipto estaba pasando por un contexto propicio para el desarrollo de una revolución. La chispa de la revolución estalla el 25 de enero del 2011 cuando se da la llamada “revolución blanca”
La revolución blanca fueron una serie de manifestaciones donde participaron principalmente jóvenes que impulsados por el exceso de brutalidad policial, las leyes de emergencia del Estado, las altas tasas de desempleo, el deseo de aumentar el salario mínimo, la carencia de viviendas y alimentos, la inflación, la falta de libertad de opinión, las pobres condiciones de vida, entre otros factores, se reunieron en la plaza Tahrir en múltiples marchas y protestas. Durante los primeros días de levantamiento, las personas actuaron de manera muy pacífica y respondieron únicamente cuando el respaldo del gobierno los atacó bruscamente, sin embargo, existía una decisión acordada de usar la menor cantidad de violencia posible, a pesar de las múltiples represalias y de las provocaciones generadas por el uso de armas por parte de los rivales. En cualquier caso, durante la primera semana de protestas, los manifestantes asumieron una actitud de no-violencia lo cual generó que para el ejército fuera más cuestionable el aumento de las represiones.
El objetivo principal de los movimientos era que Mubarak abdicara de su cargo de dictador y diera paso a la implantación de una democracia. Sin embargo, estos acontecimientos fueron fuertemente reprimidos por la acción policiva, donde muchos manifestantes perdieron la vida y resultaron heridos. Esta proclamación de soberanía por parte de la población egipcia significó el inicio de lo que, basándonos en Tilly, sería una situación revolucionaria. Los levantamientos continuaron durante 18 días donde la contención fue haciéndose cada vez más débil. Las influencias de los jóvenes revolucionarios se extendieron a todos los medios: redes sociales, cadenas de radio y tv, etc. Donde motivaban a todos los ciudadanos a unirse a las marchas. La plaza de Tahrir fue nombrada como el centro de reunión de los manifestantes que se alzaban en contra del gobierno de Mubarak.
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