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Primavera Arabe

nabeltz3 de Diciembre de 2014

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Primavera árabe estallidos sociales en Túnez

La Primavera Árabe es el nombre con el que mediáticamente se ha identificado la serie de manifestaciones de carácter popular y político que se sucedieron en la región árabe principalmente desde inicios del 2011 y que condujeron a la caída de las dictaduras de Ben Ali en Túnez y Hosni Mubarak en Egipto, el reforzamiento de la violencia en Yemen y la guerra civil en Libia. Algunos analistas internacionales han encontrado puntos de similitud entre la Primavera Árabe y las manifestaciones anti crisis en Europa, Asia y Estados Unidos.

Son revoluciones democráticas que se han producido en el norte de África y en Oriente próximo (Asia).

Comenzaron es 2011 en Túnez cuando el joven de 26 años Mohamed Bouazizi se inmoló en una plaza para protestar contra las medidas económicas establecidas por el gobierno. Esto dio lugar a múltiples manifestaciones y que supusieron el derrocamiento de Ben Alí. Estos deseos de democracia se extendieron en el resto de países gobernados por regímenes autoritarios

Causas

Los analistas más neutrales atribuyen el inicio de las manifestaciones a las consecuencias de la crisis económica y el impacto de esta en una región que prácticamente ha depositado sus confianzas económicas en el petróleo y por ende unido a las economías estadounidenses y europeas. Otros especialistas más alineados con el movimiento califican a la "Primavera" como producto de la madurez de una sociedad harta de la poco repartición de las riquezas nacionales y deseosas de mayor participación en las decisiones políticas. Según el investigador Samir Amin en su artículo La Primavera Árabe de 2011[1], en países como Egipto las condiciones estuvieron creadas sobre todo luego de la frustración del producida tras la interrupción proceso impulsado por Gamal Abdel Nasser y la llegada de Hosni Mubarak al poder.

A pesar de todo, algunos criterios han acusado a la CIA y otros servicios de inteligencia de Europa de interferir en el proceso y crear la cobertura mediática suficiente para demonizar a los líderes. Esa variante ha sido poco confiable sobre todo en el caso de Túnez y Egipto, países aliados completamente a Estados Unidos y aunque gobernados por dictadores estaban a favor de políticas neoliberales.

Factores desencadenantes

En cualquiera de los casos, los levantamientos ciudadanos se produjeron a partir de numerosas causas estructurales.

El alto nivel de corrupción, ineficiencia y afán represivo de los regímenes de la zona, así como la permanente insatisfacción de las necesidades básicas de un amplio porcentaje de una población, por otro lado, mayoritariamente joven y sin expectativas de poder desarrollar una vida digna, fueron componentes estructurales de una situación que explica las actuales movilizaciones [1].

De este modo, tomando la clasificación que realiza Le Monde Diplomatique [2], podemos distinguir la existencia de 5 factores principales que explicarían el surgimiento de estos movimientos revolucionarios.

Histórico: la pérdida de tres guerras contra el Estado de Israel, que obligó a algunos países de la región a someterse a acuerdos de paz y cooperación con Estados Unidos, en razón de los cuales, este último adquirió el control de los recursos petrolíferos a la vez que se comprometió a mantener en el poder a déspotas tales como Mubarak en Egipto.

Político: El establecimiento de dictaduras de partido único que silenciaron a la población.

Económico: La crisis financiera de Wall Street acontecida en 2008, que dejó sin trabajo a numerosos trabajadores egipcios residentes en Europa y obligó a los Estados a adoptar medidas de ajuste impopulares.

Climático: Un gran incendio producto de sequías acontecido en Rusia afectó las exportaciones de cereales de dicho país, elevando los precios de los productos alimenticios. En este contexto, los países de la región árabe, una de las mayores importadoras de estos alimentos, se vieron envueltos en una situación de carencia que motivó las revueltas sociales.

Social: La existencia de una población muy joven, sumada a elevados índices de desocupación y la imposibilidad de emigrar a Europa, tanto por las trabas impuestas por sus propias naciones como por los países europeos, fue otro de los factores desencadenantes de la situación.

La primavera Árabe en la actualidad

La situación de Túnez

El camino transitado por Túnez desde el comienzo de las revueltas es muy alentador. Tres años después de la caída del dictador Ben Alí, que llevaba en el cargo 23 años, el país donde inició la insurrección por la democracia con la inmolación de un joven continúa su transición a la democracia.

Asimismo, el Primer Ministro Ghanuchi, que asumió el poder con la promesa de una transición democrática, debió sortear importantes dificultades internas para seguir adelante con su propósito democratizador.

Recientemente, el Estado tunecino ratificó su nueva Constitución, que resulta prometedora dado el establecimiento de la protección de los derechos de las mujeres, y su inclusión en el gobierno y la sociedad, las libertades de expresión y religión, elecciones competitivas y, finalmente, el resguardo de la sociedad civil por parte del gobierno, excluyendo de este modo al Ejército que tanta importancia había ostentado hasta el momento.

Cabe destacar, además, la comunión de intereses lograda por parte de los diferentes partidos políticos y la postura de algunos diputados islamitas, que renuevan las ilusiones con respecto a una posible segregación de los ideales extremistas sostenidos hasta el momento.

La inclusión e influencia de la sociedad civil constituye otro de los elementos sin el cual no sería posible efectuar esta transición. Miembros de la sociedad civil fueron invitados a participar en negociaciones y a expresar sus preocupaciones e ideas a los miembros de la Asamblea Constitucional, asegurando la inclusión de medidas claves de derechos humanos.

Por último, otra medida revolucionaria la constituye la inclusión del artículo 102 en el cual se establece la independencia del Poder Judicial y su competencia para administrar la justicia y asegurar el respeto de la soberanía, los derechos y libertades.

Si bien estos avances constituyen señales muy positivas, es importante remarcar que al Estado tunecino todavía le resta un largo camino para convertirse en un verdadero Estado de Derecho.

Marruecos, otro caso esperanzador

La transición del Estado marroquí hacia una democracia o gobierno participativo contiene asimismo ciertos elementos esperanzadores.

Desde el estallido de la Primavera Árabe en 2010, Marruecos es el único país del Norte de África que goza de verdadera gobernabilidad. Es el único Estado de la región que ha contenido con éxito al terrorismo yihadista y frenado la expansión del islamismo salafista. Por otro lado, el movimiento 20 de febrero surgido en el año 2011 promovió con éxito una nueva Constitución, aprobada en un referendo de ese mismo año.

La nueva carta magna, estipula el igual reparto de bienes entre hombres y mujeres. Sin embargo, esta búsqueda de igualdad de género, que como vimos es común al caso tunecino, está lejos de concretarse en la política marroquí. El gabinete islamista que se formó luego de las elecciones generales de noviembre de 2011, por ejemplo, incluyó a sólo dos mujeres mientras que con el recambio de octubre de 2013, ingresaron seis ministras entre 39 ministros.

Finalmente, existe un factor que aletarga el mayor progreso marroquí: el conflicto con Algeria por la soberanía de Sahara Occidental, que imposibilita el ingreso de Marruecos a la Unión Africana y supone, por ende, obstáculos a la integración regional.

La situación de Egipto: Cambiar algo para que nada cambie

Más allá de algunos avances sucedidos tras la dimisión de Hosni Mubarak, la sociedad egipcia parece no haber encontrado todavía el camino correcto. Tras la masiva manifestación de jóvenes convocada por medio de las redes sociales y sucedida el 25 de enero de 2011, se dio inicio a una serie de marchas populares que recibieron como respuesta una impiadosa represión, dejando un saldo que es estimado por Naciones Unidas de 300 muertos.

Así, tras la renuncia de Mubarak, los egipcios fueron por primera vez a elecciones en junio del 2012. Pese a ello, haber elegido como Presidente al líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi, puso en riesgo todos los logros alcanzados hasta aquel momento. En este sentido, desde el derrocamiento y condena de Mubarak en julio de 2013, por haber incitado a la violencia en diversas manifestaciones en el año 2010, un gran número de sus seguidores ha sido igualmente juzgado, incluyendo al nuevo líder de los Hermanos Musulmanes.

Sumado a ello, entre las jornadas del lunes y el miércoles se llevaron a cabo las elecciones presidenciales, donde se produjo un aplastante triunfo del mariscal Abdel Fattah Al-Sissi, de ambiciosas propuestas electorales.

La campaña, se vio envuelta en un sinfín de irregularidades y muestras de intolerancia. En primer lugar, la proscripción de los Hermanos Musulmanes la deja desprovista de legitimidad. Con motivo de esta imposibilidad de participación, se han producido revueltas de los simpatizantes de los Hermanos Musulmanes que han dejado un saldo de 1400 muertos y 15000 encarcelados, según los datos recolectados por Organismos de Derechos Humanos.

Por otra parte, el elevado grado de abstención

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