Examen De Io
victoria53515 de Octubre de 2013
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Un proyecto de vida: Realizarse como persona (página 2)
Enviado por José Luis Villagrana Zúñiga
Partes: 1, 2, 3, 4, 5
La razón es muy sencilla y doble: la persona es indefinible. Definirla, sería reducir la riqueza del ser a unos simples vocablos. El ser humano es tan polifacético que podríamos llamarlo un microcosmos; esto implica limitarlo en una definición, así sea muy perfecta. La otra razón es que al final de la exposición de la educación personalizada, en este ensayo se intenta hacer una "descripción" de hombre y de persona, en la seguridad de que los contenidos que se han enunciado hasta este momento contribuirán a aclarar conceptos y facilitarán la concepción personal de cada uno.
Descubrimiento de si mismos
Este descubrimiento es indispensable, ya que si desconocemos lo que somos, mal podremos construir lo que seremos. Esto implica una afirmación individual y una afirmación comunitaria. Al mismo tiempo, se requiere de una firme voluntad para el conocimiento personal que tenga en cuenta al otro. Esta intencionalidad permitirá descubrir las innumerables dimensiones de nuestro ser personal y, por lo tanto, proyectarnos hacia nuestra autorrealización.
Encontrar los medios para realizar el proyecto
La búsqueda de medios es indispensable, pues sin las herramientas adecuadas no se logra un objetivo determinado, así este sea sencillo.
Dentro de dichos medios podemos enumerar las grandes aspiraciones o caminos de relación humana: personalización. Liberalización y socialización.
En efecto, ¿Quién no quiere ser persona, ser libre y socializarse?
¿Y quién, siendo persona, socializándose y liberándose no alcanza el ideal humano?
La personalización implica la vivencia de la responsabilidad, pues ser persona significa ser responsable.
La liberalización implica la vivencia del bien, pues es libre no quien hace lo que quiere o puede, sino aquel que siempre hace lo que debe.
La socialización implica la vivencia del amor, pues nadie ensancha más su capacidad de apertura y comunicación, que aquel que comprende al vivirla, la profundidad del servicio, de la entrega y de la disponibilidad sin reservas.
La coherencia
La coherencia es necesaria, pues sin autenticidad, sin verdad frente a nosotros mismos y a los demás, no podemos realizar nuestro proyecto.
Esta coherencia "es la concordancia entre lo que se piensa y lo que se dice y entre lo que se dice y lo que se hace".
La coherencia implica la ayuda de la comunidad familiar y de la comunidad educativa. Si quiero realizarme debo elaborar y vivir mi proyecto personal de vida teniendo en cuenta mi relación con los demás.
Ser persona
Si quiero puedo construirme como persona
Hoy, al dedicarme a tomar mi vida entre mis manos, es indispensable que me disponga para asumir estas horas como un tiempo que se me regala y que ya no volveré a vivir, ni del mismo modo, ni de las mismas circunstancias…
Es necesario que ahora mismo reconozca una cosa: para construirme como persona, como ser humano, necesito partir de los que soy, de mi propia verdad. Esto es lo que primero, lo más importante: abrirme a mi verdad, decirme a mi mismo la verdad de lo que me está pasando. Sólo a partir de ahí podré pensar y ver con claridad que es mi vida.
¿Quién soy yo? Difícil decirlo. Cuesta responder esta pregunta porque es compleja en sí misma y porque en el ambiente en el que vivimos ya nos hemos a acostumbrado a estar lejos de nosotros mismos.
Es más fácil mirar a los otros, hablar de los otros, pasar tardes enteras donde la verdad se oculta, porque es imposible quedar mal, es mejor darle paso a la apariencia. Yo, a pesar de vivir rodeado de muchos, llevo muy adentro mis dudas, mis anhelos, mis dificultades y alegrías.
Si quiero transformar mi vida tengo que empezar por aceptar aquello que ahora soy, aceptar mi historia, mi pasado, mi presente. Decirme la verdad para empezar a nacer de nuevo; si me oculto o me disculpo, nada podré descubrir; sólo con la verdad se puede alcanzar la vida y la libertad.
¿Quién soy yo?
Formamos parte de un ambiente al que le interesa ganar dinero y acumular. Muchas veces nuestra vida está marcada por tener, porque para el ambiente la felicidad está marcada por el tener. Según esto, el que no tiene es infeliz y vive angustiado soñando con tener.
Al ambiente le interesa que uno sea alguien que deslumbre, que brille, a cambio de la ilusión de ser reconocido, de ser visto, de llamar la atención y competir a fin de ser el número uno en todo.
Dentro de nosotros hay complejos de inseguridad que queremos esconder. Nos atemoriza todo lo que nos hace sentir inferiores y esto nos lleva a ponernos la máscara de un personaje capaz de conquistar fama y prestigio. Tenemos una cara doble: la de mostrar a los demás (superficial) y la verdadera, la profunda. La primera ni siquiera es una cara; es más bien una máscara, un maquillaje, un atuendo de payaso, una cara de lo que más resulta "conveniente" tener.
Esta máscara es toda la apariencia que hay en mí, todas mis faltas y mis engaños; mi alegría excesiva para ocultar mis problemas: los relatos imaginarios de mis hazañas para esconder mi timidez, esa sonrisa con que quiero demostrar que no me pasa nada; o esa aparente serenidad con la que formo barreras ante los demás.
Cuando digo que nadie me conoce estoy diciendo la verdad. Nadie me conoce porque no me he mostrado tal como soy. Llevo puesta una máscara y la llevo tan adherida a mi piel, que ya me he acostumbrado a reaccionar, a actuar con ella en tantas partes, que a veces olvido como soy en realidad. También tengo otra cara, ésta si verdadera, que esconde una belleza única; aunque esté golpeada por el tiempo, por el sufrimiento, por el desprecio de algunos, incluso el mío, Así soy yo.
En el fondo, muy en el fondo, oculto por toda la hojarasca y podredumbre de la vida, manejado por el ambiente, reconozco que soy lo mejor de mi mismo, con todos aquellos valores, estas realidades auténticamente positivas que poseo. Es lo que me sostiene, es lo que hace que, en medio de la "basura ambiente", todavía habiten en mí, realidades como el anhelo de amar con profundidad, el impulso hacia el servicio, la acogida sincera, la franqueza total.
Lo mejor de mí es lo que me ha sostenido en medio de las dificultades, de las presiones del ambiente, es aquello que hace que en mí nazca algo nuevo y diferente, a pesar de lo falto de autenticidad y superficial que soy. Lo mejor de mi rostro sin máscara.
La leyenda de la máscara
Se cuenta que en una antigua casa de la ciudad de Zacatecas, por el barrio de Mexicapan existió un hombre que para cada tipo de relación usaba una mascara. He aquí su leyenda.
Nadie supo ni nadie sabe cuando comenzó su práctica de utilizar máscaras; lo cierto es que las empleaba con gran habilidad, de acuerdo con el ambiente y circunstancias en que se hallara. Tenía una máscara familiar que era alegre, sonriente y acogedora; en cambio para su trabajo lucía otra que se distinguía por su frialdad y arrogancia. Cuando se reunía con sus amigos, su máscara expresaba malicia, picardía y vivacidad. Si iba al Templo mostraba otra de piedad y acogimiento.
Para cada ocasión escogía una máscara diferente…
Pasaba así los días, cambiando así sus máscaras, sin prescindir de ellas ni siquiera en las noches, pues al quedarse dormido se veía en sus sueños representando simultáneamente los diferentes papeles, riendo consigo mismo por las discordancias que se presentaban ante él.
Al despertar estaba angustiado y confuso, pero con el nuevo día salía a repetir su comedia… Había convertido su día en un drama permanente, al asumir papeles contradictorios y artificiales.
Sucedió que una noche mientras dormía, alguien entró a su habitación y se llevó todas las máscaras, incluso la que tenía puesta; sintió la luz que iría sus ojos y una sensación muy extraña en su cara. Se miró al espejo y quedó asombrado al mirar su propio rostro, en forma apresurada se inclinó a buscar sus propias máscaras, sin hallarlas; examino incrédulo cada rincón, pero no las encontró.
Alguien golpeó a su puerta, se llenó de temor y desesperación, abrió la ventana que daba a la calle y salió por allí. Caminó apresuradamente ante la gente, sin mirar a nadie; quienes pasaban por su lado sólo se admiraban de ver su afán, más no lo reconocían.
Por fin llegó a las afuera de la ciudad; se sentó sobre la hierba húmeda de la mañana y respiró profundamente el aire fresco, acarició su rostro, maravillado de palpar su piel viva y cálida, diferente a la tela dura y fría de sus máscaras. Miró todo con calma a su alrededor y lo vio más hermoso, más nítido; observó la ciudad y experimentó un irresistible deseo de ir hasta allá; se incorporó y se fue andando, sin embargo, por una sensación se sosiego.
Al llegar a las calles y encontrarse con la gente, entendía que algo muy novedoso acontecía en él, dentro de sí mismo; la novedad de su
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