GENETICa De La Violencia
uvasul26 de Mayo de 2013
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GENETICA DE LA VIOLENCIA
Enfrentar el tema de la Violencia exige una
clarificación conceptual de lo que entendemos
por ella. Es una tarea difícil por su carácter
ubicuo y multiforme. Ofrece muchas facetas que han sido el motivo de análisis y proposiciones de muchas disciplinas con sus particulares puntos de vista.
En esta revisión bibliográfica pretendemos actualizar algunos hallazgos que apuntan preferentemente a los estudios genéticos recientes ya sea por investigaciones epidemiológicas o de biología molecular.
Los autores no refieren posibles conflictos de interés.
Por cierto que aparecen en primer lugar la insoslayable definición de lo que se entiende por Personalidad Psicopática Antisocial. Nos hemos adherido al concepto del DSM IV, que establece como característica esencial de este trastorno de la personalidad, la existencia de un modelo de conducta “que desprecia y viola los derechos de los demás y que comienza en la infancia o en la temprana adolescencia y que continua en la adultez”.
“Ellos pueden realizar actos que son causales
de arresto, tales como, destruir la propiedad, atacar, robar o involucrarse en ocupaciones ilegales. Las personas con este desorden desdeñan los deseos, los derechos de los otros”. Como criterio A3, el DSM IV agrega “las decisiones son hechas por el imperativo del momento, sin reflexión y sin consideración por las consecuencias sobre si mismo y sobre los demás”… En otro acápite el DSM IV agrega “estos individuos tienden a ser irritables y agresivos y repetitivamente se involucran en riñas o comenten actos de violencia física”.
La definición del DSM IV tiene mucho de común con la personalidad Sicopática que Kurt Schneider calificó como desalmados: “sujetos que carecen de compasión, vergüenza, sentido del honor, remordimiento y conciencia moral” …. “Los desalmados criminales no deberían hacernos olvidar que también existen los desalmados sociales, naturalezas duras… que caminan sobre cadáveres”.
Obviamente no toda conducta criminal puede
adscribirse al concepto de personalidad Psicopática Antisocial. Acontece sin embargo, que la mayor parte de los trabajos sobre la violencia o agresión, se refieren a este universo restringido de individuos que cumplen en presidio, condenas por actos delictuales que han implicado violencia y en que los victimarios han actuado con
discernimiento.
La investigación genética de la violencia se extiende a otras patologías bien caracterizadas, como por ejemplo, la Esquizofrenia en el afán de hallar uno o más genes que condicionan una alteración
neuroquímica que explique el comportamiento
violento.
Desviación de la norma estadística
¿Es la conducta criminal un comportamiento
inusual y atípico? ¿Es comparable con la esquizofrenia que afecta al 1% de la población? Adrián Raine(2) expresa que la conducta criminal depende de dos factores:
1. Como se define el crimen y
2. Cuan severo es éste desorden
Cuando el crimen se define en término de condena por una lista standard de agresiones en Inglaterra, el 28,3% de los reos son hombres y el 5,3% son mujeres. La edad media de registro del crimen es 25 años. Otra estadística del Reino Unido,
basada en acusaciones de ofensas criminales
o severas agresiones, establece un 43,6% de hombres y un 14,7% para mujeres, lo que da un término medio de 29,2%. En Dinamarca estos valores son menores y para Estados Unidos mucho mayores(4).
Visher y Roth en USA(5), en una extensa revisión de la participación en carreras criminales, concluyen que alrededor del 25 a 35% de los hombres urbanos, serán arrestados al menos una vez, por algún delito en su vida.
¿Podemos decir que son Psicópatas Antisociales todos los que comenten algún delito en su vida? Obviamente no, pero hay un grupo relativamente numeroso que comenten pequeños delitos a lo largo de su vida. Mednick(6) en Copenhagen, reportó que el 1% de la población, era responsable de más de la mitad de los delitos entre 30.000 hombres. En Estados Unidos estas cifras son 10 veces mayores.
En resumen, la noción que el crimen es una
categoría Psicopatológica, se aplica a ese pequeño grupo de “recidivistas”, delincuentes mayores porque ellos tienen probablemente una predisposición intrínseca para el crimen, que contrasta con algunos delincuentes, que transgredieron la ley una sola vez por situaciones contingentes y específicas.
Robert Hare(7) pone a prueba los criterios de
Personalidad Antisocial del DSM III cotejándolos con la escala de Cleckley(8) de evaluación de la personalidad Psicopática.
Aplica ambos métodos de evaluación a una
población de 246 hombres convictos. Dos clínicos concordaron que el 39% de los reos mostraban los rasgos de Desorden de Personalidad Antisocial.
Hubo una apreciable grado de concordancia
entre el diagnóstico hecho por el DSM III
y la evaluación por la escala de Psicopatía de
Cleckley. La concordancia fue de 0,83.
Aspectos neuroconductuales de la
violencia
La Conferencia de Declaración de Consensos de Appen(9) sobre los aspectos neurológicos implicados en la violencia señala muchas dificultades. Primero, la causa de la violencia es multifactorial y una simple correlación entre la disfunción cerebral y un acto violento es raramente posible.
La violencia suele ocurrir en un contexto social y, otros factores que no son biológicos están involucrados, tales como stress emocional, pobreza, promiscuidad, alcohol y otras drogas, abuso infantil y desintegración de la familia. La proclividad neuroconductual puede no conducir indefectiblemente a conductas reprobables y muchos individuos con alteraciones cerebrales no cometen actos delictuales.
Un segundo problema apunta a que muchos
estudios de la literatura son retrospectivos o simplemente anecdóticos y el tamaño de las muestras son reducidos y con frecuencia inconsistentes.
Un tercer escollo se refiere a la heterogeneidad de los fundamentos del diagnóstico. A veces clínico, o de neuroimágenes o de evaluación
neuropsicológicas o de análisis químico.
Cuarta y tal vez la última, es la objeción que
las poblaciones estudiadas corresponden a reos con severas alteraciones neurológicas o con trastornos psiquiátricos que han sido encarcelados y hospitalizados.
Por consiguiente los resultados son sesgados
por el uso de informes oficiales, que dejan sin detectar otros individuos violentos en el seno de la sociedad. Por lo tanto, el potencial de violencia en la población en general no es evaluado y por consiguiente es impredecible.
Parece perogrullesco afirmar que el cerebro es el órgano de la conducta. La estructura cerebral y sus funciones están bajo el control de la genética y del ambiente y la conducta humana esta determinada por la combinación de esas influencias.
Por lo tanto, la conducta es gobernada por la interacción de factores tan diversos como las disposiciones genéticas las experiencias tempranas de la vida, los daños cerebrales adquiridos durante la gestación y el alumbramiento, modelos
de comportamiento aprendidos y un sinnúmero de situaciones contingentes.
Genética de la violencia
Una perspectiva biológica del crimen, un enfoque que considere las conductas antisociales como comportamiento con evidente base evolucionista y una visión antropológica que considere que la sociedad ha reaccionado contra las conductas que la amenazan y subvierten, favoreciendo las actitudes altruista y castigando las tácticas
desintegradoras, necesariamente conducirá a admitir que el crimen tiene primordialmente una base genética.
Adrián Raine(2) resume en los siguientes puntos las consideraciones que enturbian el análisis de la influencia de la genética de la conducta Antisocial.
1. ¿Un gen es responsable de la conducta criminal? Los genes codifican proteínas y enzimas e influencian los procesos fisiológicos cerebrales que podrían predisponer biológicamente para determinar conductas criminales. No es posible concebir un solo gen codificando la proclividad al crimen, como tampoco es imaginable que un solo gen pudiera regir otras conductas humanas complejas. Es probable que exista múltiples genes y esta idea debe presidir aquellas disciplinas biológicas tales como la neurología, la psicobiología o la neuroquímica.
2. ¿La influencia de la herencia entraña que todos los crímenes son genéticamente determinados? La conducta criminal es el producto de los genes y del ambiente. No se habla de efectos sumatorios; lo propio es hablar de efectos multifactoriales, de interacción entre genética y entorno.
Por otro lado, los genetistas de la conducta
no tienen una posición radical; ellos no excluyen la importancia del ambiente, aunque obviamente privilegian las bases biológicas de la violencia.
3. ¿La investigación genética puede explicar por qué algunos individuos específicos comenten crímenes? Una heredabilidad de los 50% para el crimen no puede extrapolarse para inferir la conducta antisocial de un individuo en particular.
4. ¿Si el crimen es genéticamente determinado
entonces es irremediable? Obviamente no hay
un destino ineluctable. Admitimos que se trata de una predisposición constitucional influenciable por los parámetros sociales.
5. ¿Son los estudios genéticos más orientados hacia la herencia que hacia el entorno? En rigor los estudios en gemelos y en adopción, si bien están presididos por la genética informan
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