HERRAMIENTAS TERAPEUTAS HOLISTICOS

Las medicina que podemos recetar los terapeutas

Dentro del mundo de las terapias alternativas o no convencionales, que están destinadas a ayudar al SER a reencontrarse con el equilibrio perdido tanto por el estilo de vida moderno como por el continuo bombardeo de estímulos a nivel sensorial, mental y emocional, hay un sin fin de técnicas que nos permiten alumbrar el camino hacia la armonía: fitoterapia, nutrición holística, kinesiología, terapias energéticas, psicología energética, terapia floral, por supuesto, y un largo etcétera.

La salud es la aceptación de la vida, con todas sus imperfecciones y contradicciones y la enfermedad es la maestra que nos muestra las fuentes de desequilibrio en nuestra vida o los aspectos del ser que hemos ignorado. Sir William Osler (1) decía: “Es mejor conocer al paciente que tiene la enfermedad que la enfermedad que el paciente tiene”.

A medida que han ido pasando los años, he ido comprobando y corroborando que tras cada uno de los desequilibrios físicos que he ido hallando a lo largo de mi carrera profesional, siempre acababa encontrando algún tipo de conflicto emocional-mental e incluso espiritual, sin resolver. A partir de ese momento, tenemos dos opciones, trabajar desde el plano más material y físico y/o sumarle la búsqueda de la causa que subyace tras el cuerpo: el mensaje del alma. Lo cual nos lleva precisamente, al conocimiento más íntimo de la persona.

Por ello y para ello, como el cuerpo físico, habitualmente, reclama sus derechos de una manera a veces abrumadora a través de procesos dolorosos, inflamaciones limitantes, alteraciones digestivas, infecciones recurrentes y otras sintomatologías que perturban la rutina normal de nuestra vida, lo primero que solemos hacer es calmar ese clamor del cuerpo. Para ello podemos elegir métodos convencionales o métodos holísticos; estos últimos contemplan a cada individuo como un microcosmos que a su vez forma parte de un Universo aún mayor en el que las conciencias de todos están interconectadas y que nos permiten acceder a las posibles causas.

Pero es fundamental no silenciar ni dormir ese grito físico ya que, como acabamos de ver, es el medio que utiliza nuestro yo más íntimo para decirnos que debemos volver la mirada a un punto que no siempre está a la vista; un punto que está relacionado con la manera en la que gestionamos nuestra vida y nuestras actitudes, nuestras emociones, y que aparece cuando la mente y el alma discuten, como decía Edward Bach, es decir cuando dejamos de ser nosotros mismos, ya que estar en armonía y con buena salud consiste en ser auténticamente uno mismo, y no una identidad definida por el condicionamiento social o la personalidad adoptada para cumplir las expectativas ajenas.

Toda la compleja sintomatología que se manifiesta durante la gestación de una enfermedad, durante su evolución y su resolución, son pues el piloto indicador de nuestro cuadro de mandos. Y no vale, por tanto, apagar el piloto, ya que la “avería” seguirá su trayectoria; lo que vale es detenernos y, con mimo y tiento, reparar el daño.

Una vez que hemos estabilizado y calmado ese “desperfecto”, es el momento de trabajar la emoción, de conocer

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