LA BIOÉTICA CLÍNICA A LA BIOÉTICA GLOBAL

Si se quiere hablar de las éticas hay que hablar de su evolución y la importancia que ha tenido a lo largo de su historia, como en el texto “DE LA BIOÉTICA CLÍNICA A LA BIOÉTICA GLOBAL: TREINTA AÑOS DE EVOLUCIÓN” Se han desarrollado diferentes ideas: una de ellas; el ser humano sin importancia en la toma de decisiones sobre sí mismo, solo se tenía en cuenta el conocimiento del profesional y el procedimiento que exigía el estado monárquico. El siguiente tema; la liberación o separación de la iglesia y la moral con una forma libre de pensamiento y decisión sobre su cuerpo y deja de lado las creencias. Hacia los años setenta se busca una justicia social, un equilibrio de derechos y obligaciones, aunque tienden a ser contradictorios, era lo ideal. La globalización tras ser la mejor solución por querer que todo el mundo sea igual, aun así no se puede lograr porque cada país tiene un nivel de desarrollo diferente y con este se lograría un verdadero equilibrio tanto social como económico y ambiental.

A primera vista, podría parecernos que la filosofía y la medicina tienen muy poco o nada que ver entre sí, Ya que antes del siglo XVII se vivía en una oligarquía y monarquía y todo el poder lo tenían; los sacerdotes, gobernantes o jueces, era una época en la que la opinión del paciente no contaba porque no lo consideraban con el suficiente conocimiento frente a la situación, porque el único que tenía el control y poder sobre la decisiones, lo cual dice que las personas del común o que no tengan un lugar o poder en el mandato no son aptos para decidir sobre sí mismos, ya que la razón solo la tenía la Iglesia. Por esto es que se piensa al ser humano como no autónomo porque si se pensaba diferente se le consideraba como hereje y no se podía tener un libre pensamiento.

A partir del año 1517 se genera la  revolución liberal y gestión del cuerpo lo cual genero más guerra porque  todos al querer defender su opinión genera conflictos. En este tiempo se quiso empezar a defender la libertad religiosa y el derecho que tiene todo ser humano sobre su cuerpo. Al no coincidir en este nuevo pensamiento se tenía que llegar al algún acuerdo porque ninguno iba a ceder para “desaparecer” lo ideal era llegar a una “coexistencia pacífica” donde se respeta cada parte. Con esto se logró la inclusión del paciente en la toma de decisiones; a lo que llamaremos, una civilización democrática, en la cual las dos partes toman una decisión en conjunto.  

Como resultado a dichas revoluciones de tener en cuenta al paciente como ente primario por ser el tratado,  fue la proclamación de una segunda carta de derechos humanos, los llamados derechos económicos, sociales y culturales, entre los que estaba el derecho a la asistencia sanitaria, como derechos de Justicia social y distribución equitativa de recursos en salud. A partir de dicha justicia social se quería lograr deja de lado la oligarquía y que cada persona tuviera el derecho de cumplir con su deber de acuerdo a su conocimiento, sin seguir órdenes.                                               Se trataba de tener igualdad básica de oportunidades y de obligaciones  entre todos los miembros de una sociedad o un Estado.

Autonomía y justicia fueron los temas que generaron nuevos debates, ya que cada profesional, tenía su propio criterio de cómo resolver las cosas, pero la contradicción estaba en saber si era lo adecuado o justo. Como paciente uno se siente con la libertad de escoger el tratamiento que uno cree adecuado sin saber en realidad si lo que se está eligiendo sea lo correcto ya que no se tienen las bases de información y criterio como la tiene un profesional en ese caso de la salud; es ahí donde interpone la justicia sanitaria, que es lo correcto a seguir lo que se debería hacer. Es ahí donde estas dos artes están ligadas entre sí, aunque en general siempre estén en conflicto, porque sin una, la otra no puede avanzar.  

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