Filosofía de la medicina o filosofía de la bioética clínica
alvarofloresTesis28 de Marzo de 2015
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Primer ensayo: Filosofía de la Bioética Clínica
Elena Lugo, Ph. D.
Comisión de Bioética Padre José Kentenich
I. Filosofía de la medicina o filosofía de la bioética clínica
Introducción
A primera vista, podría parecernos que la filosofía y la medicina tienen muy poco o nada que ver entre sí. El posmodernismo cultural, tan difundido actualmente, duda de la capacidad humana para conocer las verdades fundamentales. Así pues, las interpretaciones que nos ofrece de tales verdades no se basan en la realidad objetiva, sino que están sujetas a las influencias del momento histórico, del contexto social y de las exigencias humanas.
Junto con otras influencias culturales, el posmodernismo considera a la filosofía una actividad en crisis; una actividad que difícilmente desempeñe un papel en los asuntos de importancia para la existencia humana, como sí, en cambio, lo desempeñan otras como las profesiones de la salud. Y entre estas la medicina ocupa un lugar central.
En contraste con la filosofía, la medicina se presenta como una ciencia sólida e independiente, rica en teorías y logros prácticos. Se desarrolló segura de sí y promete diagnósticos y terapias novedosas. Por todo ello la medicina difícilmente se interesaría (y menos aún necesitaría) por la filosofía, máxime si ésta se presenta insegura y ambigua en su papel.
Sin embargo, el análisis que trasciende la primera impresión nos revela que la medicina necesita complemento, necesita autorreflexión. Al mismo tiempo advertimos corrientes o métodos filosóficos que revitalizan la misión cultural tradicional de la filosofía.
Podemos decir que la medicina presenta componentes tales como un sistema de conocimientos (ciencias naturales básicas y ciencias clínicas), destrezas (técnicas y procedimientos), instituciones sociales, investigación y actividades interpersonales con pacientes y sus enfermedades. No ha sido fácil mantener en equilibrio todos estos elementos. Por ejemplo, cuando la medicina se concentra en las ciencias biológicas (biología molecular - genética), puede caer en una reducción de la persona a su enfermedad, y ésta, a su sintomatología. A su vez, el énfasis en la técnica puede llevar a una mayor intervención, o inclusive a una preferencia por lo artificial, como ya ocurre en la procreación médicamente asistida (inseminación artificial, fecundación in vitro, manipulación de embriones humanos), y en la asistencia para el suicidio. La medicina puede asimismo mezclarse negativamente con la economía y el control de costos, poniendo en riesgo la relación personal entre médico y paciente.
En resumen, una medicina nueva sin un sistema de valores renovados que correspondan a sus posibilidades científicas y técnicas, puede reducir al paciente a un objeto de interés diagnóstico e intervención técnica. Así pues el paciente, al igual que el médico, se hace dependiente de una sola racionalidad: la científico - técnica.
Hoy, en el comienzo del siglo XXI, podemos intentar una definición de los objetivos de la medicina para comprender su necesidad de un saber de racionalidad humanística. Para ello puede ayudarnos un trabajo realizado por el prestigioso Hastings Center. Según este importante centro de bioética norteamericano, la medicina se plantea actualmente los siguientes objetivos:
1. Prevención de la enfermedad y de los daños, al igual que promoción y mantenimiento de la salud.
2. Alivio del sufrimiento y control del dolor.
3. Curación en lo posible y cuidado siempre, en particular a los incurables.
4. Prevención de la enfermedad prematura y facilitación de la muerte pacífica, lo cual no significa eutanasia.
Para alcanzar mejor estos objetivos, el mismo estudio recomienda que la medicina sea:
1. Honorable, autónoma y responsable en dirigir su propia actividad;
2. moderada y prudente en su uso de la ciencia y de la técnica;
3. justa y equitativa en la distribución de sus recursos y
4. respetuosa de la dignidad y libertad humanas[3].
Retomemos ahora nuestro interrogante inicial sobre la filosofía y la medicina. En virtud de los objetivos de la medicina de cara al próximo milenio, de las recomendaciones planteadas y de los desafíos que señalamos para la medicina científico - técnica, nos preguntamos de qué modo la filosofía puede pasar a ser dicha racionalidad humanística que necesita la medicina actual.
Según su tradición, el pensamiento filosófico ofrece cinco funciones distintivas, pero entrelazadas en su interacción
1. Esclarecimiento o definición rigurosa de los conceptos que suponga cualquier disciplina intelectual o práctica que admita reflexión;
2. Ordenación de los argumentos según normas de inferencia lógica;
3. Evaluación de las implicancias de una posición o decisión, e
4. intento de establecer, mediante la explicación y justificación racionales, el fundamento real de nuestras ideas o conceptos.
5. Planteamiento de la base antropológico-axiológico como base de evaluaciones éticas
Muy a pesar del posmodernismo, la filosofía, particularmente por medio de métodos contemporáneos de análisis (como la fenomenología, que describe e interpreta cada experiencia) se ha hecho capaz de percibir una mayor variedad de realidades. Gracias a perspectivas que prestan atención particular a la persona individual en su sentir, decidir y pensar (sin menospreciar lo emotivo), la filosofía se acerca a temas de la medicina (como el dolor, el sufrimiento y la muerte) y a los aspectos morales de su ejercicio.
Tampoco podemos perder de vista los estudios del lenguaje y de sus funciones en el contexto histórico y cultural, lo cual amplía la función esclarecedora de la filosofía ante los conceptos.
Intentaremos formular una síntesis cultural entre medicina y filosofía, en consonancia con las exigencias de la experiencia clínica actual y de las posibilidades de una filosofía de orientación personalista. Pero hagamos primero una revisión histórica sumamente breve de cuatro modalidades de esa relación:
1. filosofía y medicina;
2. filosofía en la medicina;
3. filosofía médica;
4. filosofía de la medicina.
Destacaremos una versión contemporánea que nos parece prometedora de una síntesis que la medicina necesita urgentemente.
Brevísimo panorama histórico
1. Filosofía y medicina
Desde la Antigüedad grecorromana, el ser humano percibió la necesidad de una visión global que integrase y ordenase la complejidad de su vida e intentase dirigir sus múltiples acciones. La filosofía, al igual que la medicina, se preocupó por estudiar temas de interés humano tales como la vida, la enfermedad, el sufrimiento, la contingencia, las limitaciones, el morir y la muerte. Es decir, tanto la filosofía como la medicina estudiaron temas similares, cada cual con su método específico. Pero precisamente se han mantenido separadas por operar con métodos distintos: la medicina se hacía empírica y experimental, mientras que la filosofía se mantenía especulativa y abstracta.
Aunque las dos ciencias dialogan manteniéndose independientes la una de la otra, ambas contribuyen a comprender al ser humano en su corporeidad como objeto, y también en su pensar y decidir como sujeto de experiencias. Más recientemente, la filosofía ha servido de explicación y justificación de teorías éticas (principalismo, casuística, virtudes) aplicadas en el análisis y resolución de dilemas morales en la práctica médica. La filosofía ha examinado, desde una perspectiva independiente y crítica, los beneficios y riesgos de los cambios en la medicina y los dilemas que esto plantea a la comunidad humana. Es decir, la teoría y la práctica médica han sido y serán objeto de estudio de la investigación filosófica, con fines o preocupaciones marcadamente filosóficos. Esta es la visión más tradicional de la relación filosofía - medicina.
2. Filosofía en la medicina
Esta modalidad de la relación consiste sobre todo en tomar en cuenta las ramas principales de la filosofía, aplicándolas con su método (e incluso con su contenido) a áreas correspondientes de la medicina.
Por ejemplo, si tomamos la metafísica (o, como mejor la entendemos hoy, la ontología) en cuanto examen de la estructura y dinámica de la realidad, podemos estudiar, entre otros, los siguientes temas: la naturaleza de la enfermedad, el sentido de la salud y su vinculación esencial al ser persona.
Si tomamos la epistemología (o estudio de la naturaleza y funciones del conocer), podríamos analizar críticamente el juicio clínico, la cuestión de la certeza o probabilidad del pronóstico, lo que se denomina evidencia en la medicina, y las reglas intelectuales de la investigación clínica.
Las normas de la lógica regulan asimismo los tipos de racionalidad (intuición, inferencia inductiva o deductiva) inherentes al quehacer clínico y a la investigación.
La ética filosófica sirve de marco teórico para las modalidades de la ética médica conocidas en las décadas inmediatamente anteriores al surgimiento de la bioética (1970) como estudio interdisciplinario.
Estudios filosóficos de la fundamentación científica de la medicina, al igual que interpretaciones de su ubicación cultural, podrían incluirse en esta modalidad de la relación filosofía - medicina. También podría hacerse lo mismo con la argumentación a favor de los cuatro principios de la bioética (autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia) atribuida
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