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La Carta Del Gran Jefe Seathl


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2014  •  1.095 Palabras (5 Páginas)  •  377 Visitas

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“El Gran Jefe de Washington manda palabras: él desea comprar nuestra tierra. El Gran Jefe también manda palabras de amistad y bienaventuranza. Esto es muy amable de su parte, ya que nosotros sabemos que él tiene muy poca necesidad de nuestra amistad. Pero nosotros tenemos en cuenta su oferta, porque nosotros sabemos que si no lo hacemos así, el ser humano blanco vendrá con sus pistolas y tomará nuestra tierra. Lo que el Jefe Seathl dice es que el Gran Jefe en Washington puede contar con las palabras del Jefe Seathl, como pueden nuestros hermanos blancos contar con el retorno de las estaciones.

Mis palabras son como las estrellas. Ellas no se ocultan. ¿Cómo se puede comprar o vender el cielo, el calor de la tierra?

Esta idea es extraña para nosotros. Hasta ahora nosotros no somos dueños de la frescura del aire ni del resplandor del agua. ¿Cómo nos lo pueden ustedes comprar? Nosotros decidiremos en nuestro tiempo.

Cada porción de esa tierra es sagrada para mi gente. Cada espina de brillante pino, cada orilla arenosa, cada bruma en el oscuro bosque, cada claro y zumbador insecto es sagrado en la memoria y en la experiencia de mi gente.

Nosotros sabemos que el ser humano blanco no entiende nuestras costumbres. Para él, un pedazo de tierra es igual a otro; porque él es un extraño que viene en la noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga, y cuando la ha conquistado, sigue delante. Deja las tumbas de sus padres atrás y no le importa. Secuestra la tierra de sus hijos. A él no le importa.

Las tumbas de sus padres y los derechos de nacimiento de sus hijos son olvidados. Su apetito devorará la tierra y sólo dejará atrás un desierto. La vista de sus ciudades duele en los ojos del ser humano pielroja. Pero, talvez es porque el ser humano pielroja es un salvaje y no entiende…

No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades de los hombres blancos. Ningún lugar para escuchar las hojas de la primavera o el susurro de las alas de los insectos. Pero, tal vez es porque soy un salvaje y no entiendo. El ruido sólo parece insultar los oídos. Y, ¿qué queda de la vida si el ser humano no puede escuchar el hermoso grito del pájaro nocturno o los argumentos de las ranas alrededor de un lago en la noche?

El indio prefiere el suave sonido del viento horadando la superficie de un lago, el olor del viento lavado por una lluvia de mediodía o la fragancia de los pinos. El aire es valioso para el ser humano pielroja. Porque todas las cosas comparten la misma respiración: las bestias, los árboles, el ser humano. El ser humano blanco parece que no notara el aire que respira, como un hombre que muere por muchos días, es indiferente ante la hediondez.

Si decido aceptar, pondré una condición. El ser humano blanco deberá tratar las bestias de esta tierra como hermanas. Yo soy un salvaje y no entiendo otro camino.

He visto miles de búfalos pudriéndose en las praderas abandonados por el ser humano blanco que pasaba en el tren y los mataba. Yo soy un salvaje y no entiendo cómo el caballo de hierro que fuma puede ser más importante que los búfalos que nosotros matamos sólo para sobrevivir.

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