La Corteza Cerebral Prefrontal Y Su Relación Con La Organización De La Conducta
charly_crazzy3 de Febrero de 2015
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La corteza cerebral prefrontal (CPF) es una de las estructuras cerebrales que actualmente ha atraído la atención de la comunidad seudocientífica en los últimos tiempos, esto debido a su implicación en los procesos considerados como superiores, y que distinguen a los seres humanos de los animales (Sanz, 2013). Entre los procesos cognitivos en los que participa esta área se encuentran: la memoria de trabajo, programación/planificación de las acciones, conceptualización (Jódar, 2004), la atención y la motivación; éstos procesos desempeñan un papel importante en el desarrollo de conductas superiores y por ende, cualquier alteración en el funcionamiento de la CCPF puede provocar una serie de cambios en el comportamiento, lo cual incapacita al individuo para adaptarse a su medio ambiente.
Introducción y antecedentes
Los lóbulos frontales son las estructuras cerebrales de desarrollo y evolución más reciente en el cerebro humano (Flores y Ostrosky, 2008). Desde el punto de vista neurobiológico, representan un sistema complejo que incluye desde la planeación, regulación y control de las funciones cerebrales superiores (cognición, memoria, pensamiento, lenguaje, etc.) hasta la coordinación y selección de múltiples procesos neurobiológicos y, diversas opciones de conducta y estrategias con que cuenta el ser humano. Actualmente se sabe, que una lesión en los lóbulos frontales, puede llegar a producir alteraciones en el razonamiento, en la capacidad para generar nuevas estrategias en la resolución de problemas, en el lenguaje, el control motor, la motivación, la afectividad así como en la personalidad, la atención y la memoria (Jódar, 2004). Gracias a esta capacidad de regular, planear y supervisar los procesos psicológicos superiores del hombre, como mencionan Flores y Ostroksy (2008), citando a Goldberg (2001) que se considera a los lóbulos frontales como “el centro ejecutivo del cerebro”.
Jodár (2004), refiere que el lóbulo frontal no actúa como unidad funcional, y se subdivide en diferentes regiones cuya citoarquitectura, filogenia, especificidad funcional e interconexiones son diferentes. Una forma de subdividir la corteza frontal es en función de sus conexiones talámicas:
• Corteza precentral: incluye el área premotora y área motora suplementaria (AMS); sus proyecciones proceden de los núcleos ventromediales del tálamo.
• Corteza prefrontal (CPF): recibe proyecciones del núcleo dorsomedial del talámo.
• Corteza cingular: con proyecciones que provienen del núcleo ventral anterior.
La CPF, es la región cerebral donde se integra, analiza y procesa toda la información que recibe de todos los sistemas sensoriales y posteriormente envía para su ejecución a las áreas motoras. Esta abarca una cuarta parte de toda la corteza cerebral y se localiza en las superficies lateral, medial e inferior del lóbulo frontal (García, Enseñat, Tirapu y Roig, 2009). Está región, juega un papel muy importante en la organización de la conducta, el lenguaje y los procesos cognitivos (Medina y Almanza, 2013). Entre sus funciones se encuentran la implementación de las conductas motivadas, que son básicas para la sobrevivencia del individuo y de la especie. Es una región de asociación supramodal o cognitiva (flores y ostroksy, 2008), desempeña un papel importante en la organización temporal de las acciones que están dirigidas hacia una meta, ya sea biológica o cognitiva (incluye movimientos somáticos, oculares, conducta emocional, rendimiento intelectual, habla o razonamiento). Las neuronas que forman parte de la CPF, conforman toda una red neuronal, por medio de la experiencia durante la exposición a cambios ambientales, lo cual implica la activación de los diferentes mecanismos relacionados con los procesos de memoria (Jódar, 2004).
Objetivo:
Dar a conocer la participación de la corteza cerebral
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