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La leche materna: Propiedades nutricionales y de desarrollo

RafambEnsayo25 de Octubre de 2019

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La leche materna: Propiedades nutricionales y de desarrollo

La alimentación materna exclusiva: consumo de leche materna sin suplementación de ninguna clase excepto por vitaminas, minerales y medicinas.

Los suplementos (agua, agua con glucosa, fórmula y otros fluidos) no deben darse a los recién. Los infantes que no sean expuestos a la luz solar sobre una base regular deberían recibir 400 UI de vitamina D al día.

La LME durante los primeros 6 meses de vida es la meta deseable. No alimentación complementaria antes de las 17 semanas de vida. comenzar su alimentación complementaria a las 26 semanas de vida.

De 1970 a 1990, el porcentaje de la alimentación materna disminuyó debido a:

• Un número mayor de madres ingresaron al mundo laboral

• Mayor acceso a formulas comerciales para alimentación infantil

• Concepto erróneo acerca de la lactancia materna

Sin embargo, en la última década, ese número ha incrementado gradualmente  por los beneficios de la leche materna.

La leche materna es un fluido complejo compuesto por miles de componentes. Contiene macronutrientes – proteína, grasa y carbohidratos, y micronutrientes – vitaminas y minerales, así como enzimas, hormonas, factor de crecimiento, inmunoglobulinas, oligoelementos y células. El contenido de estos compuestos varía de acuerdo a las circunstancias de la madre.

La energía necesaria para producir la leche materna puede causar deficiencias nutricionales en las madres lactantes, lo cual, a su vez, puede afectar a sus hijos.

Aproximadamente el 75% de los compuestos que contienen nitrógeno en la leche materna proviene de las proteínas. Las proteínas dos categorías, proteínas acuosas en el suero y caseínas miscelares.

Las caseínas presentan baja solubilidad en medios ácidos. Las proteínas en el suero, permanecen en solución después de la precipitación de ácidos y son más fáciles de digerir, lo que promueve un vaciado gástrico más rápido. Las cualidades de la proteína humana difieren significativamente de las cualidades de la proteína de la leche de vaca (con una proporción de suero a caseína de 18:82).

Otras de las sustancias del suero no proteico incluyen urea, nucleótidos, péptidos, aminoácidos libres y ADN.

El Calostro, producido entre los primeros 3 y 5 días después del parto, difiere de la leche materna madura en que provee 2.5 gramos de proteína/dl, y es rico en células (macrófagos y linfocitos), lgA secretora y lactoferrina. El relativo bajo contenido de grasa del calostro es beneficioso para el tracto gastrointestinal inmaduro del recién nacido y también para su sistema inmunológico

La alfa lactoalbúmina es la proteína más abundante en el suero de la leche humana. La beta lactoalbúmina es la proteína más abundante en la leche de vaca.

El suero de la leche humana contiene lgA secretora, lactoferrina, y lisozima, proteínas involucradas en la defensa del bebé. Estas proteínas se hallan presentes solo en pocas cantidades en la leche de vaca. Estas proteínas que actúan en defensa de su anfitrión resisten la digestión proteolítica, de modo que sirven como la primera línea de defensa forrando el tracto gastrointestinal y actuando como factores defensivos en el anfitrión.

La principal inmunoglobulina de la leche humana es la lgA secretora. Producidas por los linfocitos en la glándula mamaria y sintetizados en las células epiteliales mamarias. La especificidad de los anticuerpos lgA secretora de la leche humana refleja la exposición de la madre a las infecciones mucosas y son independientes del perfil específico de lgA originarios de la sangre.

La lactoferrina no solo transporta y promueve la absorción del hierro, sino que también es bacteriostática para algunos organismos.

La grasa en la leche humana, responsable de suministrar aproximadamente la mitad de las calorías, está compuesta de glóbulos grasos de leche, ácidos grasos y lipasa. Más del 98% de la grasa en la leche materna son triglicéridos. Los ácidos grasos más abundantes en los triglicéridos son el ácido oléico (18:1) y el ácido palmítico (16:0).

La estructura de los triglicéridos (TG) en la leche humana (LH) difiere de la de los aceites vegetales utilizados en las fórmulas infantiles.

En la leche humana, el ácido palmítico se esterifica predominantemente al centro o a la posición beta de los triglicéridos. En el aceite vegetal, éste ácido se esterifica principalmente en las posiciones alfa. Estas diferencias en la configuración afectan la absorción intestinal de la grasa.

Los triglicéridos dietéticos que contienen ácido palmítico, predominantemente en la posición beta, como en el caso de la leche humana, tienen efectos beneficiosos significativos en la absorción intestinal de grasa y calcio en los recién nacidos sanos. Estos ácidos grasos de cadena larga son componentes importantes de la retina retinal y neural y son necesarios en la vida temprana para el desarrollo visual y mental.

El contenido total de grasa, proteína y lactosa en la leche humana es relativamente insensible a la ingestión y al estado nutricional de la madre, mientras que el perfil de los ácidos grasos es sensible a la dieta materna. El aumento en el consumo de yema de huevo, aceite vegetal y aceite de pescado puede incrementar el contenido de LC-PUFA en la leche materna.

La leche humana contiene dos lipasas. La lipoproteinlipasa y la lipasa estimulada por las sales biliares. La primera es esencial para la formación de lípidos lácteos en la glándula mamaria, no obstante, no juega un papel significativo en la digestión de la grasa intestinal. La otra está presente en cantidades mucho mayores y tiene un pH estable hasta en 3.5 si hay sales biliares presentes. Esta no se afecta por las enzimas proteolíticas; sin embargo, es sensible al calor y pudiera quedar inactiva con la pasteurización. Puede sustituir la lipasa pancreática limitada en los infantes y es mucho más efectiva que la lipasa pancreática para la absorción óptima de la vitamina A. Esta es particularmente benéfica para los recién nacidos cuyos sistemas digestivos no están plenamente desarrollados.

El carbohidrato de mayor presencia de la leche humana es la lactosa, un disacárido fabricado en la célula epitelial mamaria. La lactasa presente en el borde de cepillo del enterocito del intestino delgado hidroliza la lactosa en dos monosacáridos: glucosa y galactosa. Algunos estudios han mostrado la presencia de pequeñas cantidades de lactosa no absorbida en las heces de infantes alimentados con leche humana, lo que se asume como un efecto fisiológico de la leche humana. A la presencia de esta lactosa no absorbida se le atribuye una consistencia más suave de las heces, más flora fecal bacteriana no patogénica y una mayor absorción de los minerales.

Los contenidos de calcio y de fósforo en la leche humana, son más bajos comparados con la leche de vaca y en las fórmulas infantiles. El contenido de estos macrominerales es relativamente constante durante la lactancia. Comparada con otras fuentes, la leche humana tiene el menor contenido de caseína 0.2 g/100 g de leche, y la concentración total de calcio más baja (6-7 mM/kg de leche).

El calcio en la leche existe en tres formas: el calcio libre o ionizado, el calcio complejo con aniones inorgánicos, tales como el fosfato, citrato y el calcio vinculado a la caseína. Con frecuencia, los primeros dos suelen ser caracterizados como “calcio soluble,” esto es porque el calcio asociado a la caseína puede ser precipitado por ultra centrifugación.

Para compensar la baja absorción de calcio de las fórmulas infantiles comparadas con la leche humana, se necesitan concentraciones mayores en las fórmulas infantiles para asegurar niveles comparables retención de calcio. La directriz del Food and Nutrition Board Guideline de 1997 declara que una ingestión de calcio de 315 mg al día conduce a una retención de calcio comparable a la de los infantes alimentados con leche materna. Este valor es similar al de 1998 publicado por Life Sciences Research Office donde se hace una recomendación de una concentración de calcio mínima de 50 mg/100 kcal para infantes alimentados con fórmulas basadas en leche de vaca.

la ingestión recomendada de fósforo 100 mg al día desde el nacimiento hasta los 6 meses y 275 mg desde los 7 hasta los 12 meses.

Los infantes nacen con abundantes reservas de hierro. La cantidad de hierro almacenada es proporcional con el peso y la talla al nacer. Para el bebé a término, las reservas de hierro pueden satisfacer las necesidades de su cuerpo durante los primeros 4 a 6 meses. Los infantes con bajo peso al nacer o los prematuros son más vulnerables a presentar deficiencias de hierro debido a sus bajos suministros de hierro y a su rápido crecimiento. Por lo tanto, es posible que se necesite de un suplemento adicional de hierro durante los primeros 2-3 meses en el caso de los grupos de alto riesgo. A los niños prematuros alimentados con pecho o a los infantes con bajo peso al nacer se les puede administrar 2 mg de hierro/kg al día, como suplemento en gotas en sus primeros 12 meses de vida.

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