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La llegada de los conquistadores


Enviado por   •  9 de Diciembre de 2013  •  Tesis  •  1.356 Palabras (6 Páginas)  •  285 Visitas

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“La llegada de los conquistadores”

Primeras expediciones: Las expediciones que antecedieron a la conquistaEn enero de 1516 murió Fernando el Católico y para entonces había transcurrido casi un cuarto siglo desde los descubrimientos colombinos. Debido a la imposibilidad para gobernar de su hija Juana I, había nombrado en su testamento a su nieto Carlos I como su sucesor, pero antes de que éste asumiera el trono, el cardenal primado Francisco Jiménez de Cisneros ejerció brevemente la regencia de Castilla. En Nueva España ya se tenían noticias de que en el territorio ignoto había pueblos "muy ricos en oro y otros metales preciosos". Como medio para hacerse de esas riquezas, se proclamó una ley que autorizaba el rescate de oro con la cual se promovía que los españoles viajaran a América para comerciar con los nativos, dando de sus ganancias el 20% o «quinto del rey» y a fin de lograr ese propósito y regular el comercio de las Indias Occidentales, se creó la Casa de Contratación en 1503. Esta fue controlada por el Burgos, Juan, quien a su vez designó como tesorero a Sancho de Matienzo y como contador a Juan López de Recalde. A la muerte del gran cardenal Cisneros en octubre de 1517, recayeron los asuntos ultramarinos del rampante Imperio español en el obispo de Burgos.

Años antes, en 1514, el almirante y gobernador de las islas del mar Caribe Diego Colón y Moniz Perestrello había sido llamado a comparecer ante el rey Fernando el Católico por su mala administración. Por ello el cardenal Cisneros envió como sustitutos a los frailes jerónimos Luis de Figueroa, Bernardino de Manzanedo, Alonso de Santo Domingo, y Juan de Salvatierra a la isla La. Diego Velázquez de Cuéllar era el teniente de gobernador de la isla Fernandina (Cuba), residía en Baracoa y estaba supeditado a las órdenes, más de nombre que en realidad, de

Entrada y estancia en Tenochtitlan

Vista de México-Tenochtitlan desde el mercado de Tlatelolco, mural de Diego Rivera.

Moctezuma realizó muchos intentos para disuadir a Cortés de avanzar hacia Tenochtitlan. El tlahtoani envió regalos, embajadores e innumerables mensajes para convencer a los españoles de no visitar la ciudad pero todo fue inútil.101 Después de haber llegado al valle de México, el ejército compuesto por cuatrocientos españoles, cuatro mil tlaxcaltecas y dieciséis caballos entró el 8 de noviembre de 1519 a la ciudad de México-Tenochtitlan, construida en una isla del lago de Texcoco y unida a tierra por tres calzadas principales.

Encuentro de Hernán Cortés y Moctezuma

Cortés y sus hombres fueron recibidos por el huey tlahtoani Moctezuma Xocoyotzin y un amplio séquito, en el que se encontraban el tlahtoani de Tlacopan Totoquihuatzin, el tlatoani de Tetzcuco Cacamatzin, Cuitláhuac, Tetlepanquetzaltzin, Itzcuauhtzin, Topantemoctzin, y algunos otros servidores.102 Tras una breve presentación, hubo un intercambio de regalos. Cortés entregó a Moctezuma un collar de cuentas de vidrio que se llamaban margaritas y el gobernante entregó al caudillo un collar con ocho camarones de oro. Posteriormente los españoles fueron alojados en el palacio de Axayácatl, cercano al recinto sagrado de la ciudad. Moctezuma era un guerrero experimentado, pero como hombre supersticioso, continuaba con la idea de que posiblemente los extraños visitantes eran semidioses.102 Se entrevistó de forma privada con Cortés y dio a entender, de acuerdo a diversas crónicas, la sumisión como vasallo del rey Carlos I de España.103

la primera gran epidemia como "la peste". La primera referencia al respecto, data del siglo VI, siendo conocida como Peste de Justiniano. Pero en México, a partir de la llegada de los españoles, el territorio que se conoció como la Nueva España, fue azotado por sucesivas epidemias de enfermedades infectocontagiosas como la viruela, que si eran mortíferas para los propios conquistadores que involuntariamente las habían traído consigo, resultaban ser sencillamente aniquiladoras para los indígenas, biológicamente indefensos contra ellas. A consecuencia de estas epidemias la población de Nueva España, que se estima era en 1519, según diferentes parámetros, de 18 a 30 millones de personas, se había reducido a 1.4 millones por 1600; es decir, en menos de un siglo, entre 78 y 95% de los indígenas habían sido borrados del mapa.

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