La relación de trabajo con los distintos sistemas de producción
winonhaTutorial22 de Septiembre de 2014
3.168 Palabras (13 Páginas)308 Visitas
La concentración de poder que se sustenta en la propiedad privada ha extremado estas condiciones inhumanas en lo que es el sistema capitalista, que no deja un solo espacio de la Vida que no esté sometido a su poderío. El desarrollo tecnológico y la apropiación de los medios de producción son los pilares del sistema capitalista. El mismo Sistema genera y reproduce las condiciones de explotación que lo perpetúan, pues se nutre de la pobreza de miles de millones de personas, la degradación ecológica de la Tierra, el trabajo y el sufrimiento de muchos para producir la riqueza de unos pocos.
El Poder se sustenta en la autoridad, la jerarquía, el Estado y el capitalismo. El poder implanta el capitalismo y con él una escala de valores pervertida. Esta escala de valores depravada y corrompida que el Poder establece coloca a la humanidad por debajo de la propiedad. La explotación del ser humano por el mismo ser humano es expresión más certera del sistema de valores que sostiene al capitalismo.
El capital, que es una pura invención de la mente, que únicamente tiene la realidad que el ser humano le quiera dar, emplea y destruye al mismo ser humano, a su vitalidad y creatividad. Dentro de la escala de valores capitalista, el capital está por encima que la mano de obra, la acumulación de riquezas se encuentra en un escalafón más alto que el ejercicio de una vida espiritual.
El capital da empleo al trabajo, no el trabajo da empleo al capital. La persona que posee capital posee también autoridad y manda sobre la persona que “solo” posee su vida, sus habilidades humanas, su vitalidad y su productividad creadora. Las “cosas” valen más que las personas. El conflicto entre el capital y el trabajo es mucho más que un conflicto entre dos clases, más que una lucha por una porción mayor del producto social. Es un conflicto entre dos principios de valor: el del mundo de las cosas, y su acumulación, y el mundo de la vida y su productividad.
El capitalismo sólo valora la persona como poseedora de determinada cantidad de mercancía llamada "potencial laboral", en otras palabras, el ser humano representa para el capitalismo un mero objeto. En vez de ser valorada como una persona, como un ser humano único con valor moral y espiritual intrínsecos, para el capitalismo sólo cuenta el precio que cada uno tiene que depende del beneficio económico que puede sacar de él.
Esta desvalorización del ser humano toma cuerpo especialmente el trabajo, donde pasa tanto tiempo. Significa una agresión que afecta a su auto-imagen y que, a su vez, se refleja perjudicialmente en otras áreas de su vida. Si uno es visto como mercancía en el trabajo, uno llega a verse y a ver a los demás de la misma manera. De esta forma, todas las relaciones sociales y todas las personas quedan atrapadas en una escala de valores mercantilista.
Bajo el capitalismo, literalmente no hay nada sagrado, "todo tiene un precio", ya sea la dignidad, el amor propio, el orgullo, el honor, todo se convierte en mercancía a la venta. Tal rebaja produce un buen número de patologías sociales. El consumismo es un ejemplo de la mercantilización del ser humano bajo el capitalismo.
Ya no se suele tener una relación personal con las cosas que una persona utiliza. En esa relación personal los objetos “adquieren” la personalidad de quien las emplea. Ahora, las cosas se poseen para usar y tirar. También se considera así a las personas, como cosas a las que usar para el propio beneficio y cuando no sirvan tirar, como mercancía que se encuentra en el mercado laboral y que no pueden tener personalidad propia.
Sin embargo, el ser humano aún siente la necesidad de tener y de ejercer una personalidad propia, fruto de una vida enteramente espiritual. Es una profunda necesidad, un enorme vacío que trata de llenar consumiendo. La ilusión de felicidad, de que sentirá su vida completa si obtiene un objeto más, le lleva a consumir. Desgraciadamente, puesto que los bienes no son más que cosas, no puede proveerse de un substituto ni de la personalidad ni de una vida espiritual, y así el consumo tiene que reanudarse una y otra vez. Este proceso, por supuesto, esta alentado por el Poder, que trata de convencernos para que compremos lo que no necesitamos, porque esto nos hará más populares, sexys, felices, libres, etc.
Pero, en realidad, esas necesidades no pueden satisfacerse por el consumo, por la compra de objetos materiales. Esas necesidades, tan profundas, sólo pueden satisfacerse ejerciendo una vida espiritual. Sólo entonces se produce un intercambio en la comunidad basado en valores humanos, fundamentado en el trabajo creativo y auto gestionado.
Por supuesto, esto no quiere decir que se deba estar en contra de niveles de vida más altos o en contra de los bienes materiales. Al contrario, la libertad y una buena vida sólo son posibles cuando uno no tiene que preocuparse de tener alimento suficiente, domicilio decente ni de cubrir las demás necesidades básicas. Libertad y 8 horas de trabajo diarias no son compatibles, como tampoco lo son la igualdad y la pobreza o la solidaridad y el hambre. Sin embargo, el consumismo es una aberración causada por la ética inhumana y enajenante del capitalismo, que ayudado por la ignorancia, la falta de personalidad, dignidad y espiritualidad del rebaño, aplasta a la humanidad
1.2.- RELACIONES DEL TRABAJO EN EL SISTEMA SOCIALISTA.
Cuando los trabajadores se comprometen con la autogestión, combinan la concepción del trabajo con su ejecución. Entonces, no sólo se pueden desarrollar las potencialidades intelectuales de todos los productores asociados sino que la “sabiduría tácita” que tienen los trabajadores sobre mejores formas de trabajar y producir, también puede convertir eso en sabiduría social de la cual todos podemos beneficiarnos. La producción democrática, participativa y protagónica permite ambas cosas: aprovechar nuestros recursos humanos ocultos y desarrollar nuestras capacidades.
La modificación de la naturaleza socioeconómica de los factores materiales de producción tiene una gran importancia tanto para su desarrollo sucesivo como para la organización de su empleo. Esto se ha reflejado, ante todo, en los medios de trabajo. La propiedad social ha formado las premisas objetivas para despertar el interés universal por su perfeccionamiento y desarrollo, ya que se han convertido de medios de la subordinación real del trabajo al capital en medios de una subordinación cada vez mayor de las fuerzas de la naturaleza a la sociedad de los trabajadores.
RELACIONES DE PRODUCCIÓN SOCIALISTA.
Pero, ¿qué es la producción? No es algo que ocurre sólo en la fábrica o en lo que tradicionalmente identificamos como el lugar de trabajo. Cada actividad que tiene por objetivo proporcionar aportes para el desarrollo de los seres humanos (especialmente aquella que nutre directamente el desarrollo humano) tiene que ser reconocida como producción. Más aún, las concepciones que guían la producción deben ser en sí mismas producidas.
Las metas que guían la producción son características distintivas de las diferentes sociedades. En una sociedad de productores asociados, las metas específicas están relacionadas con el auto-desarrollo de las personas en dicha sociedad. Sólo a través de un proceso en el que las personas están involucradas en todos los niveles en la toma de las decisiones que las afectan (es decir, su vecindario, comunidad y la sociedad como un todo), las metas que guían la producción pueden ser las mismas metas del pueblo. A través de su participación en esta toma de decisiones democrática, la gente transforma tanto sus circunstancias como se transforma a sí misma: se auto-produce como sujeto en la nueva sociedad.
En el socialismo los medios de producción son en teoría, de todos y para todos, es decir, no hay dueños de los medios de producción.
1.3 CAMBIOS SOCIALES DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.
La Revolución Industrial es el conjunto de transformaciones económicas, políticas y técnicas que se inician en Inglaterra en el último cuarto del siglo XVIII y que posteriormente se extienden a Europa y el resto del mundo.
Supuso un incremento notable de riqueza en los países más importantes de la vieja Europa y en los Estados Unidos de América. Pero este mayor bienestarmaterial benefició únicamente a la burguesía o clase media, que hacía relativamente poco tiempo que se había sacudido el yugo de la aristocracia y del feudalismo. La Revolución Francesa tuvo lugar en 1789, trece años después de que se publicara La riqueza de las naciones, y en la emancipación de la clase media cifraba precisamente Adam Smith sus esperanzas acerca del progreso de la Humanidad. Este optimismo smithia-no iba a desvanecerse, sin embargo, bien pronto ante la evidencia de los hechos. El progreso material, basado en la mecanización y la división del trabajo que Smith propugnaba, beneficiaba únicamente a unos pocos a costa de la pobreza y miseria de una clase obrera el naciente proletariado cada vez más numerosa. La mecanización hacía que el número de trabajadores en paro fuera cada vez mayor. El crecimiento económico no era suficiente para absorber el remanente de mano de obra que la racionalización de los procesos productivos dejaba sin empleo.
Esta revolución en el modo de hacer y producir las cosas fue producto de la maduración progresiva de muchos factores ya latentes en el Renacimiento y abarcó no sólo a la industria, sino también a la agricultura, comercio, finanzas, estructura social, educación y al campo del pensamiento vinculado
...