MEDIO AMBIENTE Y AGRICULTURA
George.090214 de Diciembre de 2014
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MEDIO AMBIENTE Y AGRICULTURA
Juan Carlos Gómez Rojas*
Conceptos elementales. Para dilucidar el papel que juega el medio ambiente y en particular la atmósfera, en la agricultura es necesario partir de los conceptos más elementales y básicos del saber científico y establecer así, de manera correcta, una estructura epistemológica que facilite y aclare la propia labor de investigación.
Comenzaremos, entonces, por definir los conceptos de tiempo y clima. “El vocablo tiempo, por lo que a la atmósfera se refiere, es el estado de condiciones meteorológicas en un ‘momento’ dado. Ese ‘momento’ es un lapso que puede durar horas, días e inclusive semanas”.
En cuanto a la definición de clima, vale la pena anotar algunos de los conceptos que de el se han vertido. Así, Alejandro Von Humboldt-considerado el padre de la climatología estimaba que el clima es “el conjunto de las variaciones atmosféricas que afectan nuestros órganos de una manera sensible: la temperatura, la humedad, los cambios de la presión barométrica, la calma de la atmósfera, los vientos, la tensión más o menos fuerte de la electricidad atmosférica, la pureza del aire o la presencia de miasmas más o menos deletéreos y por último el grado ordinario de transparencia o de serenidad del cielo”.
Entre los autores más modernos se suele coincidir en que “el clima de un lugar del globo es la sucesión habitual de los estados de la atmósfera en ese lugar…”
En la definición de tiempo destaca como esencia “el estado de las condiciones meteorológicas”, establecidas éstas por la propia dinámica de la atmósfera; por lo tanto el estudio del tiempo se sitúa dentro del campo general de la física y de manera particular, en la meteorología o tratado de los meteoros, tales como radiación e irradiación, temperatura, evaporación, humedad, precipitación, etcétera.
Por otra parte, en las definiciones sobre clima se destacan las ideas “conjunto de las variaciones atmosféricas” y serie habitual de estados de la atmósfera en un lugar determinado de la superficie terrestre “. Ello significa que en el estudio de los climas no interesa tanto el análisis de los meteoros, sino su comportamiento sintético y cíclico en un espacio determinado; así, teniendo al clima como objeto de estudio de la climatología, la labor de ésta será “la clasificación de los diferentes tipos de tiempos, el estudio de su distribución espacial y temporal, y su explicación”.
A causa del carácter espacial del clima y su impronta en el paisaje, se ha incluido a la climatología como una rama de estudio de la geografía.
De esta manera, a partir del estudio de los meteoros, surgen la meteorología y la climatología; aquélla, ciencia física, y la otra geográfica, pero íntimamente ligadas y complementarias entre sí, de tal suerte que, metafóricamente, podríamos decir que “la climatología es el estudio del tiempo en el espacio”.
Agrometeorología y agroclimatología. Es muy común en los textos confundir los conceptos de agrometeorología y agroclimatología, de tal suerte que una obra bajo el título de “Agrometeorología” aborde toda una serie de temas que también pueden haber sido tratados en otra obra, pero denominada “Agroclimatología”.
En el medio científico mexicano es también común usar como sinónimos tales términos.
Sin embargo, desde el momento en que son dos palabras diferentes, tienen significados diferentes y dado el carácter científico de tales términos, su trascendencia es muy importante y no debe considerarse el asunto a la ligera.
Si se examinan las raíces de dichas palabras, se obtiene que la primera se refiere a una “meteorología agrícola” y la otra a una “climatología agrícola”. El adjetivo es el mismo y los sustantivos corresponden a ciencias tan afines que de ahí puede venir parte o toda la confusión. A partir de lo señalado en el apartado anterior debemos suponer que en sentido estricto tanto la agrometeorología como la agroclimatología tienen, cada cual, sus propios objetos y objetivos de estudio.
En esta perspectiva podemos señalar que la agrometeorología estudia las relaciones del tiempo con las actividades agrícolas (relaciones directas con la planta o con sus enfermedades y plagas), así como la lucha contra las adversidades meteorológicas (como el granizo o la helada).
Por otra parte, la Agroclimatología analiza la adaptación de los cultivos agrícolas a los climas y de la influencia de los factores y elementos del clima sobre la fenología de cultivos y plagas agrícolas.
La Organización Meteorológica Mundial establece la siguiente definición: “La meteorología agrícola trata de la acción mutua que se ejerce entre los factores meteorológicos e hidrológicos, por una parte y la agricultura en su más amplio sentido, incluida la horticultura, la ganadería y la silvicultura por otra. Su objeto es detectar y definir dichos efectos para después aplicar los conocimientos que se tienen de la atmósfera a los aspectos prácticos de la agricultura. Su campo de interés se extiende desde la capa del suelo, donde se hallan las más profundas raíces de las plantas y árboles, pasando por la capa de aire próxima al suelo en la que los cultivos, árboles y animales viven, hasta alcanzar los más elevados niveles de la atmósfera que interesan a la aerobiología, siendo esta última capa de gran interés para el transporte de semillas, esporas, polen e insectos.
“Además el clima natural y sus variaciones locales, la meteorología agrícola trata de las modificaciones del medio ambiente (como las producidas por los paravientos, barreras de protección, riego y medidas contra las heladas), de las condiciones climáticas durante el almacenamiento, tanto en el interior como sobre el terreno, de las condiciones ambientales en los alojamientos del ganado y en los edificios agrícolas y por último en el interior de los vehículos durante el transporte de los productos agrícolas”.
Como punto de partida para analizar esta definición hay que apreciar la manera en que los asuntos hidrológicos son incluidos como parte de la meteorología agrícola.
Cabe indicar, en segundo término, cómo también los aspectos climáticos son considerados dentro del ámbito meteorológico.
En tercera instancia vale la pena destacar sobre todo el enfoque en el cual, según dicha definición, la Agrometeorología no se suscribe exclusivamente al aspecto agrícola, sino también a la ganadería y a la silvicultura. Es decir aquellos recursos bióticos que en íntima relación con el tiempo atmosférico pueden ser aprovechados por los seres humanos; bajo este criterio, algunos investigadores consideran que incluso la fauna y la vegetación natural pueden ser objetos de estudio de la agrometeorología (este criterio tampoco ha sido ajeno a la agroclimatología).
De hecho, ya se han realizado investigaciones en nuestro país orientadas a aprovechar la vegetación natural in situ, considerando que de esta manera se puede lograr un desarrollo económico sin alterar el equilibrio ecológico.
En las definiciones anteriores queda implícita la relación que guardan ambas ciencias con el progreso económico, característica que las determina como ciencias eminentemente aplicadas.
De ninguna manera, como algunos lo han sugerido, la aplicabilidad es un hecho negativo en una ciencia; por el contrario, es positivo que las ciencias cumplan con el fin último y más elevado con el que han sido creadas: servir a los pueblos y a la preservación de la naturaleza, gracias al conocimiento de las leyes y principios que rigen el universo físico y social.
Por otra parte, es importante notar que ni en las definiciones anteriores de agrometeorología y agroclimatología, ni en otras, se hace explícito un aspecto muy importante: el papel directo que juega el ser humano en las relaciones clima-agricultura. Estas relaciones no son simples o exclusivamente de carácter natural, sino que el papel de los seres humanos es determinante en el modo y complejidad en que se realizan las relaciones agroclimáticas (quizá más que en las agrometeorológicas).
No es lo mismo hablar de una agricultura primitiva con casi nulos instrumentos técnicos y científicos realizados en un determinado lugar, incluso con un potencial agroclimático amplio, que una agricultura altamente tecnificada y científica que implique un muy racional uso del potencial agroclimático de ese mismo sitio.
En estas consideraciones, el nivel económico-cultural en general es básico o primario en los estudios de planeación agrícola; dentro de esta premisa se nos permite no sólo entender, sino aún mejor comprender en toda su magnitud el desarrollo agrícola; desde el más remoto pasado hasta el presente, un análisis acertado conduce a logros efectivos de planeación. Considerar tan sólo aspectos meramente técnicos o economicistas conduce a fracasos y a crear situaciones confusas (esto lo señala atinadamente Paulo Freire en ¿Extensión o comunicación? La concientización en el medio rural).
Sin embargo, aunque los aspectos físicos (clima, suelo, etcétera) sean secundarios en la planeación agrícola, no por ello deben dejar de tomarse en cuenta, como sucede sobre todo con el clima.
Es curioso notar cómo en los textos sobre agricultura, cuando se analizan el papel de los aspectos físicos, se advierte que el clima es el factor físico fundamental en el crecimiento y desarrollo de las plantas; mientras, por otra parte, en la mayoría
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