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MONOGRAFÍA: NIEBLA


Enviado por   •  10 de Diciembre de 2017  •  Informes  •  2.135 Palabras (9 Páginas)  •  340 Visitas

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 MONOGRAFÍA: NIEBLA

El propósito de esta monografía es analizar como Miguel de Unamuno autor de la novela Niebla[1] –o nivola- busca reafirmar la existencia de los entes de ficción por sobre los de realidad.

Niebla fue escrita por Miguel de Unamuno en 1907 y fue publicada en 1914. Su autor pertenece a la llamada Generación del ’98 -grupo de autores afectados por la crisis moral, política y social desencadenada en España por la derrota militar en la guerra hispano-estadounidense y la consiguiente pérdida de sus colonias- que se caracteriza por un profundo sentimiento patriótico, en especial de las bellezas olvidadas de España y también influencias filosóficas, que llevan a plantear la cuestión de la existencia humana. Se forma además una concepción de las costumbres viejas en oposición de las nuevas, buscando la esencia de lo español a partir de un deseo renovador, modernizando también los géneros tradicionales. Es famosa su novela Niebla, en la que, como el italiano Pirandello sostiene, que todo personaje literario vive independientemente de su creador. Luigi Pirandello fue un reconocido dramaturgo, novelista y escritor de relatos cortos italiano. Todo se centra alrededor de la búsqueda de Dios. El novelista y autor muestra que es el único creador de sus personajes, pero al igual destaca que el autor es una creación de Dios; por lo tanto ¿Quién determina la existencia de la creación? Aquí coincide con Miguel de Unamuno, el cual también sentía esa preocupación por la búsqueda de Dios. Ambos autores eran filósofos y se destacaban por una amplia visión del mundo.

 El protagonista de la obra, Augusto Pérez, es un hombre reflexivo y filosófico, formal

y culto. A la muerte de su madre se ha quedado solo, teniendo mucho tiempo libre dedicado a sus pensamientos. Este nunca tuvo un objetivo claro en la vida llevándolo a un constante semiinconsciente. Siendo hijo único ya sin madre vemos que cuando empieza el relato –y a lo largo de él se lo ve a Augusto en busca de una esposa que sustituya a la madre–, la memoria consciente y subconsciente de Augusto está llena de la presencia evocada de la ausente. Intenta curarse de las heridas del amor, del fracaso en el mundo, de la angustia de no saber nunca quién es, de dónde viene. La historia de Augusto Pérez es, por tanto, la historia de un hombre que vive en un sueño, en una niebla, es la historia de un hombre que empieza a despertar gracias a la experiencia del amor, que toma conciencia de la realidad que le rodea, justamente para darse cuenta al final de que no existe dicha realidad, de que todo es, en efecto, un sueño, una ficción.

El prólogo de Niebla parece ser escrito por Víctor Goti porque lleva su firma. Goti explica que su amigo, Unamuno, le había pedido que les introdujera su obra a los lectores, como si de cualquier prólogo se tratase. También comenta sobre el suicidio de Augusto. Explica que, en su opinión, Augusto se suicidó y no fue asesinado por su creador, Miguel de Unamuno. Lo más importante de este prólogo es que Goti es un personaje de Unamuno y también supuestamente es un pariente lejano de Unamuno. En la novela Víctor es uno de los amigos más íntimos de Augusto. Al leer el prólogo inicialmente, el lector cree que Goti es una persona real, pero después lo encontramos también dentro de la novela como personaje. Este prólogo es la primera vez que los lectores se enfrentan a la confusión entre el mundo real y el mundo ficticio. El muy íntimo amigo de Augusto representa la función de intermediario entre dos personas reales: el autor y el lector.

El post-prólogo fue escrito por Unamuno mismo. Este crea distanciamiento del lector para impedir que éste se pierda en el mundo ficticio. Hay una necesidad continua de pensar en la distinción entre el mundo real y el mundo ficticio. Estos prólogos introducen algunas cuestiones sobre la relación entre el creador y su creación y también sobre el libre albedrío del personaje y su autor. Además de aparecer en el post-prólogo, Unamuno invade aún más la obra.

Yo, el autor de esta nivola, que tienes, lector, en la mano, y estás leyendo, me sonreía enigmáticamente al ver que mis novelescos personajes estaban abogando por mí y justificando mis procedimientos [...]Yo soy el Dios de estos dos pobres diablos nivolescos. (página 252)

Unamuno es dueño de todo en la novela, de lo que piensa y hace cada personaje. Es el Dios para ellos. Miguel de Unamuno inventó a Víctor también para exponer su invención, que es la “nivola”.  Las características que tiene la nivola de Víctor son en realidad las características de Niebla. Esto quiere decir que una figura ficticia elabora una ficción de segundo grado. El autor de la obra pone en práctica sus ideas de cómo debe ser una novela y dentro de la novela reflexiona con sus personajes sobre cómo debe ser esta, sobre cómo puede ser la escritura, sobre los personajes de ficción y sobre la literatura en general.

Pues así con mi novela, no va a ser novela sino… ¿cómo dije?, navilo…nebulo, no, no, nivola, eso es, ¡nivola! Así nadie tendrá derecho a decir que deroga las leyes de su género… Invento el género, e inventar un género no es más que darle un nombre nuevo, y le doy las leyes que me place. ¡Y mucho diálogo! (página 135).

Seguidamente empiezan más alusiones al hecho de que Augusto es un personaje ficticio. Es el capítulo central y el punto en que cambia el enfoque de la novela. Víctor parece saber antes que Augusto que éste no es nada más que un ente de ficción. Víctor le dice a Augusto: “Si me apuras mucho te digo que tú mismo no eres sino una pura idea, un ente de ficción”. El protagonista empieza a comprender, o por lo menos deja de negar, su existencia como un ente de ficción. Esta idea crea muchas dudas en el personaje. Augusto empieza a tener miedo que su vida no sea nada más que un sueño. Todas sus creencias sobre su vida han cambiado y le parece que su vida carece de sentido.

 Todo esto que me pasa y que les pasa a los que me rodean, ¿es realidad o es ficción? ¿No es acaso todo esto un sueño de Dios o de quien sea, que se desvanecerá en cuanto Él despierte, y por eso le rezamos y elevamos a Él cánticos e himnos, para adormecerle, para acunar su sueño? ¿No es acaso la liturgia toda de todas las religiones un modo de brezar el sueño de Dios y que no despierte y deje de soñarnos? (página 135)

(…) << Y esta mi vida, ¿es novela, es nivola o qué es? Todo esto que me pasa y que les pasa a los que me rodean, ¿es realidad o es ficción? ¿No es acaso todo esto un sueño de Dios o de quien sea, que se desvanecerá en cuanto Él despierte, y por eso le rezamos y elevamos a Él cánticos a himnos, para adormecerle, para cunar su sueño? ...>> (página 137)

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