Marco Teorico Desertificacion
abrahamzeus165914 de Abril de 2015
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El interés mundial por definir la desertificación surgió a partir del gran desastre provocado por la serie de sequías en el Sahel, África, durante 1968-1973, que se describió en el seno de la Conferencia sobre Desertificación de las Naciones Unidas, en 1977 (UN 1978). Desde entonces, el concepto ha generado controversia, por lo que continuamente se ha revisado en los sectores académicos. La definición más reciente de la desertificación, aceptada por consenso internacional, es la siguiente: “degradación de tierras en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, entre los cuales figuran las variaciones climáticas y las actividades humanas” (ver el capítulo Lucha contra la desertificación y lucha contra el calentamiento global, de G. Chapela, en la sección I).
La degradación de tierras se refiere a la reducción del potencial de productividad biológica y económica de las tierras agrícolas de secano, las tierras con cultivos de riego, los pastizales y bosques, ocasionada por un proceso o una combinación de procesos, entre los cuales cabe citar:
El desplazamiento de los materiales de los suelos debido a la erosión del viento y el agua.
El empobrecimiento interno de los suelos ocasionado por procesos físicos y químicos, salinización, acidificación, encostramiento y compactación, entre otros.
La pérdida de la vegetación natural.
Entre las variaciones climáticas, la sequía es la de mayor relevancia; ésta se considera como una deficiencia constante de la precipitación que afecta amplias zonas de una determinada región y se traduce en un periodo de clima anormalmente seco y lo suficientemente prolongado como para que la escasez de agua dé lugar a un agudo desequilibrio hídrico (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente-ORPALC, 1993, citado en Oropeza y Alfaro 1994) (ver el capítulo Sequía Meteorológica, de M. E. Hernández y G. Valdez, en esta sección).
De alguna manera, esta definición es limitativa, pues el fenómeno de la desertificación involucra numerosas causas y procesos concatenados, así como consecuencias ambientales y socioeconómicas que tienen amplias repercusiones y que no quedan expresados en el concepto.
Por otra parte, la interpretación que se hace del término es muy variada: puede ser sólo la degradación del suelo, sentido más restrictivo que el de degradación de tierras; o bien, de manera aislada, la erosión hídrica, o la eólica en pastizales y tierras de temporal, un cambio climático que provoca la desecación de los cuerpos de agua, la salinización de las tierras irrigadas, la improductividad de los ecosistemas debido a la acción humana, entre otras. Todos estos aspectos, y muchos más, interactúan conjuntamente en una serie de intrincadas relaciones, quizá por esta complejidad, la desertificación en el contexto global es difícil de analizarse y aún más cuando se le relaciona con otros aspectos de escala mundial, como el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad.
Las áreas más vulnerables a la desertificación son las áridas, semiáridas y subhúmedas secas, que abarcan una tercera parte de la superficie continental del planeta y en ellas, el fenómeno tiene repercusiones directas e indirectas en más de un millón de habitantes. Respecto a las áreas urbanas en dichas zonas, las partes densamente pobladas dependen de la agricultura de riego, en donde aproximadamente 30% de las tierras irrigadas (43 millones de hectáreas) tiene uno o más procesos de degradación. De los 457 millones de hectáreas con agricultura de temporal, 47% está degradado, y de las áreas destinadas a la ganadería extensiva y al pastoreo, 73% (más de tres mil millones de hectáreas) muestran algún grado de deterioro, (Williams y Balling 1996, Middleton y Thomas 1997).
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