Medio Fisico De Italia
kasb16 de Enero de 2014
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MEDIO FISICO
El relieve aparece articulado por dos sistemas orográficos: Los Alpes (v.) al N, y los Apeninos (v.) que se desgajan de aquéllos en dirección SE. Ambos ejes orográficos han alcanzado su actual importancia topográfica durante el Terciario, pero la complejidad de la estructura, la diversidad de las fases orogénicas responsables del levantamiento, las variadísimas series litológicas y la diferente evolución morfológica de estas montañas hacen que sea imposible dar una visión de conjunto.
Un tercio aproximadamente de los Alpes quedan en suelo italiano, y algunas de las más elevadas cumbres son también italianas. Pero los Alpes, por estar repartidos entre varios países, y constituir frontera entre I. y Europa central y occidental, son en cierto modo menos italianos que los Apeninos, que vertebran la península Itálica en toda su longitud. Si los Alpes destacan por la magnitud de sus cumbres y los profundos valles y depresiones intramontanos, los Apeninos son un muestrario de estructuras, formas topográficas y variedad litológica como difícilmente se encuentra en otras regiones mediterráneas. De un extremo a otro de la península se yuxtaponen escarpes de falla, bloques levantados, fosas tectónicas, mantos de corrimiento, restos de macizos antiguos, más o menos deformados, relieves calcáreos, paleorrelieves exhumados, llanuras de aluvionamiento, etc., sin que falten los fenómenos volcánicos tan raros en el mundo mediterráneo. Por todo ello se ha hecho ya tradicional dividir en tres partes el relieve italiano: Norte, Centro y Sur, aparte de las islas de Cerdeña (v.) y Sicilia (v.).
a) El Norte de Italia coincide con el lóbulo continental, al que antes se hacía referencia, constituido por tres unidades muy claras: Los Alpes, la fosa del Po y el tramo septentrional de los Apeninos. Los Alpes dibujan un arco que, en su extremo occidental, llega hasta muy cerca del Mediterráneo, formando la frontera entre I. y Francia. El extremo septentrional de los Apeninos sigue la dirección NO-SE, con altitudes que rozan los 2.000 m., excepto entre su extremo occidental y los Alpes, donde las alturas superan muy poco los 1.000 m. Existe, pues, una continuidad topográfica muy clara entre los Alpes y el tramo septentrional de los Apeninos. En el interior del arco así formado queda una región muy deprimida, con una altitud media inferior a los 100 m., y abierta por el E hacia el Adriático, que es la depresión del Po. Se trata de una fosa tectónica de edad terciaria, que no ha encontrado todavía su reposo orogénico. Desde el Cuaternario antiguo, por lo menos, está afectada por un movimiento de subsidencia todavía no interrumpido. La fosa ha sido colmatada en su totalidad por materiales recientes, especialmente fluvioglaciares de edad poswürmiense, que se amontonan desde el piedemonte alpino hasta muy cerca de la cadena apenina.
Esto ha originado una acusada disimetría en el valle y notables diferencias morfológicas, ya que la topografía de las vertientes es distinta a uno y otro lado del río. De E a O se aprecian también profundas diferencias entre las regiones del Piamonte al O, y Venecia al E; no sólo cambia la estructura, sino la disposición estratigráfica de los terrenos, la morfología de las terrazas, y la disposición de los valles. Todo ello hace que la aparente monotonía de la llanura del Po se transforme en una región de gran riqueza y diversidad regionales.
b) La Italia media comienza en lo que en cierto modo puede considerarse el istmo Itálico, según una línea que fuera desde Génova hasta Rímini siguiendo el tramo septentrional de los Apeninos. Por el S., la I. central termina aproximadamente a la altura de Salerno, en el mar Tirreno, y de la llanura de Ceriñola en el Adriático. El accidente topográfico más notable son los Apeninos, que en esta parte de la península tuercen hacia el SO, dando alineaciones paralelas de forma arqueada, cuya concavidad se abre unas veces hacia el Tirreno, como en la región de Umbría, y otras hacia el Adriático, como en la parte septentrional de Apulia. Esta alineación montañosa, de estructura y morfología extraordinariamente complicadas, no forma un eje continuo; en ella son frecuentes las rupturas transversales y la presencia de grandes núcleos montañosos, lejos de la cordillera principal. Así, aunque en líneas generales el eje topográfico de la Península son los Apeninos, y las llanuras se disponen hacia las zonas costeras, de hecho cada una de las llanuras litorales queda separada de la siguiente por relieves aislados que en ocasiones se acercan a los 1.800 m. Esta región central ofrece una topografía muy accidentada, y las llanuras, zonas de colinas y bloques montañosos sin continuidad orográfica dan una gran diversidad paisajística.
c) El Sur de Italia. Lo mismo puede decirse del tramo meridional de la península Itálica. En esencia, el relieve aparece constituido por grandes bloques aislados, que estructuralmente pertenecen al sistema apenino, pero una peculiar evolución morfológica ha permitido la individualización de los macizos. Aquí, como en el resto de la Península, llanuras y bloques montañosos se intercalan para dar un paisaje cada vez más complejo desde el punto de vista del relieve.
El clima de Italia es típicamente mediterráneo, con temperaturas suaves en todo el tiempo, y lluvias moderadas, entre 300 y 600 mm., que en casos excepcionales pueden superar los 1.000 mm. En general, las lluvias decrecen paulatinamente desde el N hasta el S, pero son muchas las excepciones que cabe hacer a esta regla general, como consecuencia de las especiales características del relieve. Las montañas son siempre más húmedas que las zonas deprimidas, y éstas acusan muy intensamente su situación a sotavento o barlovento de las influencias marítimas.
Catania, en la costa oriental de Sicilia, recibe 530 mm, de lluvia anual; Palermo, en la misma isla, pero en la costa norte, abierta a las influencias del Mediterráneo recibe no menos de 760 mm., Lecce, en la parte oriental de la península de Tarento, registra 620 mm. de lluvia; Bari, algo más al N., 682; pero Nápoles, en la costa occidental y a una latitud sensiblemente igual a la de Bar¡, recibe 830. Roma recibe 800 mm., mientras L'Aquila, situada en una de las represiones interiores de los Abruzos, únicamente 670 mm.; Ancona, en la costa del Adriático, 675; Florencia, en el lado occidental de los Apeninos, 890; Génova, 1.310; Bolonia, casi a la misma latitud, pero al otro lado de la Cordillera, 670.
Por las cifras que anteceden se ve el incremento de las precipitaciones hacia el N, y sobre todo la gran disimetría pluviométrica existente entre las costas orientales del Adriático y las occidentales. Esta disimetría es el resultado de la posición que a lo largo del año ocupan los factores generadores del clima en el Mediterráneo occidental. Las depresiones atlánticas penetran con cierta facilidad en el Mediterráneo, y es frecuente encontrar áreas ciclonales secundarias entre las Baleares y el litoral italiano. De esta manera, toda la costa occidental italiana recibe lluvias más o menos intensas, según la posición de las depresiones. Las borrascas descienden muy pocas veces hasta la latitud de Cerdeña, y así las regiones meridionales de la Península solamente reciben lluvias en ocasiones muy contadas.
El régimen pluviométrico es el típico de las regiones mediterráneas. Durante el invierno, el frente polar suele situarse en las latitudes medias de la Península, con grandes desplazamientos hacia el N y el S. Los máximos pluviométricos coinciden siempre con el invierno meteorológico, es decir, de octubre a mayo y muy especialmente con mayo y octubre. En cambio, durante el verano, la mayor parte de la Península está invadida por masas de aire de componente tropical procedentes de África, que resecan el ambiente. Julio y agosto suelen ser meses de precipitación muy escasa, que casi nunca supera los 5 mm.
En cuanto a las temperaturas, el gradiente latitudinal es mucho más claro y regular que el pluviométrico. Desde Catania (18,3°) hasta Milán (12,5°), la temperatura desciende 5,8°: Palermo, 17,3; Lecce 16,6; Nápoles 15,8; Roma 15,4; L'Aquila 11,2; Ancona 15,4; Florencia 14,3; Génova 15,5; Bolonia 13,2. Las amplitudes anuales crecen también de S a N, como consecuencia sobre todo de las condiciones térmicas del invierno. El verano es en todas partes caluroso.
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