ODONTOLOGIA
Stiveen2 de Septiembre de 2013
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LA NOCIÓN DE COMUNIDAD Y LA SALUD.
La comunidad es un conjunto de grupos de población que viven juntos en un lugar, hurdano o rural en condiciones especificas de organización y cultura.
Dentro de una sociedad puede haber muchas comunidades pero aun así puede haber muchas diferencias en entre estas comunidades por su cultura subcultura grado de desarrollo social y estructura, en esta las personas tienen que contribuir para podre desarrollarse y progresar y pasar de comunidad tradicional a moderna.
En las comunidades rurales conservan su cultura y tradición como su medicina tradicional ya que estas se encuentran alejadas o apartadas de las comunidades urbanas.
Las comunidades tradicionales han persistido en países menos desarrollados y están separadas en una región, estas comunidades tienen lazos más fuertes de unidad que todas las demás.
Las comunidades se desarrollan diferentes a otras por su organización y funcionamiento algunas más lentas que otras ya que la planificación es la clave del desarrollo.
Otro factor para desarrollarse es la resolución de problemas con los recursos que existen o que tienen a la mano los principales problemas para desarrollarse son la sociedad y la cultura ya que algunos se niegan al cambio.
Los proyectos que crean las comunidades son muy diferentes a los que crea la nación ya que estos no siempre responden o abarcan a todas las localidades.
En el desarrollo de lo económico y social entran las motivaciones para una evolución efectiva en las comunidades y así cambiaria la cultura y el desarrollo social de las comunidades.
En el desarrollo de la comunidad se deben mejorar técnicas para mejorar el nivel de vida y esto debe de ser en nivel población para lograr efectos en la salud, en esto se deben de crear programas para que lleguen a la comunidad y funcione para vivir mejor.
La salud comunitaria: mejora las condiciones de vida y el nivel de salud con actividades integradas y planificadas de protección y promoción de la salud,...
to de Salud Pública, Facultad de Medicina, UNAM. Av. Universidad 3000, Circuito Escolar Ciudad Universitaria. 04510 México, DF, México. Correo electrónico: lamore@correo.unam.mx
Introducción
El carácter particular de concebir la salud y la enfermedad, el trayecto que hay entre ellas y el desarrollo de la medicina se han implicado recíprocamente a lo largo de la historia. No obstante, han dado lugar en ocasiones, a sentidos contradictorios que expresan las profundas discrepancias en la manera de interpretar los hechos biológicos y sociales. El proceso que llamaré salud-padecimiento-enfermedad-atención incluye el padecer como parte fundamental en este trayecto, dada su relevancia en el enfoque socioantropológico que revela su interrelación así como las condiciones específicas de un sistema cultural.
De acuerdo con la cultura* de cada sociedad y su forma de organización, el hombre ha elaborado diferentes conceptos sobre salud, enfermedad, forma de aliviarla, acciones para su prevención y fomento de la salud. Los inicios de la medicina, en cualquier civilización o sociedad, pueden escudriñarse desde tiempos remotos, ya que se cuenta con información suficiente que pone en evidencia la llamada práctica médica. La preocupación del hombre por mitigar sus dolencias lo ha llevado a buscar recursos eficaces para sus males. Ha sido evidente que la eficacia de las recomendaciones en ocasiones se basaba casi exclusivamente en lo que se ha llamado fe de los enfermos, ya sea en el curador o en los remedios que éste recomendaba.
La eficacia simbólica, de acuerdo con Lévi-Strauss, elude radicalmente apelar a la fe para entender los fenómenos de cura ritual y de recomposición simbólica;‡,2 en este caso se refiere a los fundamentos estructurales de la cura chamánica, que él interpreta como la cura por la palabra. Puede decirse que es la cura de lo real por medio de lo simbólico; sin embargo, para que realmente sea eficaz, es necesario que el simbolismo utilizado esté basado en un régimen de conexión simbólica compartido por el especialista –sea éste curandero, chamán, médico alópata u otro–, el enfermo y su grupo social de referencia.1 El lenguaje que subyace a todo pensamiento está cargado de imágenes matizadas por emociones y experiencias. No puede haberpensamiento sin afectividad; son las palabras, gestos, movimientos, indumentaria, tiempo y espacio, lo que adquiere un significado que permite construir la realidad. El paciente, junto con el chamán, reinterpretará sus signos y significados, y será la construcción de esa realidad lo que lo lleve a curarse. El chamán y el enfermo no comparten saberes: participan de un mismo esquema de coherencia simbólica. La posesión de saberes mágicos, sagrados, revelados y propios, transferibles sólo a otro elegido, a través de vías iniciáticas, es lo que hace al chamán. El enfermo, dice Lévi-Strauss, “debe creer en esa realidad, y ser miembro de una sociedad que también crea en ella”.3 Es discutible que se trate de la “creencia”: más bien concierne a una constitución del sentido del mundo a partir de un mismo sistema estructurado de categorías y procesos simbólicos, y pertenecer a una sociedad que también participa de ese mismo universo simbólico.4
* Cultura.- Concepto generado por los miembros de un grupo social que permite describir de manera simbólica un complejo entramado de acciones, ideas, emociones, hábitos, creencias y valores conservados, transmitidos y reestructurados en el proceso histórico del grupo social. Cualidades y acciones significativas para los individuos que las perciben, interpretan y viven cotidianamente permitiéndoles la comunicación entre sí.
‡ Simbolismo.- Dos perspectivas conflictivas se conjugan en las concepciones contemporáneas: por una parte, el simbolismo como recurso primordial de todo acto cognitivo y por otra, el conjunto de actos y repertorios simbólicos externos al sujeto e inherentes al orden social.
Noción de enfermedad
No es objeto de este trabajo describir las diversas prácticas médicas que desarrollaron las civilizaciones para aliviar el sufrimiento. Históricamente se han propuesto diversos modelos y concepciones para comprender la noción de enfermedad. Una aproximación es la de Canguilhem, quien señala tres concepciones: la ontológica, la dinámica y la social.5
La concepción ontológica considera al enfermo como un hombre al que le ha penetrado o se le ha quitado algo. La enfermedad es entonces una entidad con existencia independiente capaz de provocar un mal. Como parte de esa mirada, la pérdida de la salud se ha atribuido a razones de índole mágica. En la mayoría de las culturas primitivas, la enfermedad se pensaba como el resultado de fuerzas o espíritus malignos, o un estado de purificación y gracia que ponía a prueba la fe del individuo. La salud se vincula a la religión como un “don”, cuya pérdida se considera un castigo divino, provocado por transgresiones individuales o grupales o a causa de la exposición a elementos físicos del ambiente. Sin embargo, algunos autores afirman que esta concepción circunscribe la curación a la obediencia y fomenta la actitud pasiva o receptiva del hombre. La visión antropológica, como la de Lévi-Strauss, por el contrario, señala que “la enferma, al comprender, hace algo más que resignarse: se cura”.3
Un ejemplo de la concepción ontológica es la referida por Victor Turner, quien describe etnográficamente procedimientos rituales asociados con la concepción de enfermedad como una perturbación causada por agentes o intervenciones ajenas; pero las interpreta en su propio marco de comprensión del proceso simbólico, con una óptica completamente distinta de la de Lévi-Strauss. Turner menciona que los ndembu asocian la enfermedad principalmente con la acción de los espíritus de los parientes muertos a quienes llaman “sombras” que salen de sus tumbas; también la relacionan con brujos y hechiceros que por medio de brebajes producen un mal, los echadores de maldiciones capaces de hacer surgir zombis que pueden llegar a ocasionar la muerte, y otras causas más que se relacionan con diferentes enfermedades y síntomas específicos.
De acuerdo con la visión ontológica, la enfermedad aparece dotada de vida independiente y como una especie de desgracia causada por fuerzas míticas generadas por agentes conscientes, que pueden estar vivos o muertos, seres humanos o extrahumanos. En estas sociedades, los ritos reparatorios y los exorcismos se realizan sólo cuando se sospecha que la enfermedad tiene una causa mítica. Turner señala, además, que “la farmacopea” empleada en cada caso es nada menos que una descripción de la enfermedad en términos simbólicos y una afirmación de la propia enfermedad.6
En la segunda mitad del siglo XIX se fundamenta y apuntala el enfoque biologista e individual que aún hoy priva en la medicina occidental. Con el desarrollo de la microbiología se hace irresistible el modelo unicausal de la enfermedad. Los investigadores se dan a la búsqueda del agente patógeno productor de cada enfermedad y se establece una unidad entre “la causa” y la bacteria, visión que se aproxima también a la interpretación ontológica de la enfermedad. La concepción dinámica de la enfermedad propone un equilibrio entre el organismo y el ambiente. Desde el siglo V a. C., Alcmeón de Crotona propuso que la salud es el equilibrio entre lo húmedo-seco, fríocaliente y amargo-dulce.
En la Grecia clásica, a diferencia de la interpretación mágica o religiosa, las enseñanzas hipocráticas dieron cabida a otras
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