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Objetividad Y Verdad

cerullorenato19 de Noviembre de 2014

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Rorty, Richard. (1996). Objetividad, relativismo y verdad. Escritos filosóficos 1. Barcelona, España: Paidós. (Objetivity, relativism, and truth. Philosophical papers. Volume I. Cambridge, Cambridge University Press, 1991. Jorge Vigil Rubio traductor).

La tradición de la cultura occidental centrada en la búsqueda de la Verdad, que va desde los filósofos griegos hasta la Ilustración, es un claro ejemplo del intento de encontrar un sentido a la propia existencia abandonando la comunidad en pos de la objetividad. La idea de la Verdad como algo a alcanzar por sí mismo, y no porque sea bueno para uno, o para la comunidad, es el tema central de esta tradición.

Platón formuló la idea de un intelectual que puede estar en contacto con la verdadera naturaleza de las cosas, no por medio de las opiniones de su comunidad, sino de manera más inmediata. Esto supuso para Platón distinguir entre conocimiento y opinión y entre apariencia y realidad. En la Ilustración esta idea se concretó en la adopción del físico newtoniano como modelo de intelectual. Somos herederos de esta tradición objetivista de que debemos saltar fuera de nuestra comunidad para examinarla a la luz de algo que va más allá de ella, a saber, lo que tiene en común con todas las demás comunidades humanas reales y posibles. Por tanto, la meta de la investigación científica del hombre es comprender las “estructuras subyacentes” o los “factores culturalmente invariables” o “las pautas determinadas biológicamente”.

Para quienes desean fundar la solidaridad en la objetividad (realistas), los procedimientos de justificación de las creencias deben conducir a la verdad, a la correspondencia con la realidad, a la naturaleza intrínseca de las cosas.

Quienes desean reducir la objetividad a la solidaridad (pragmatistas) no precisan una metafísica o una epistemología. Conciben la verdad como aquello en que nos es bueno creer, por ello no necesitan de una explicación en términos de correspondencia. En esta actitud hacia la verdad, se considera nuclear el consenso de una comunidad más que una relación con una comunidad no humana, y la noción de no verdadero es sustituida por la idea de que siempre hay lugar para una idea o una creencia mejor. Cuando los pragmatistas hacen la distinción entre conocimiento y opinión es simplemente la distinción entre temas en los que el consenso intersubjetivo es relativamente fácil de obtener y temas en los que es relativamente difícil de obtener.

Los realistas tildan a los pragmatistas de “relativistas”, término que se asume con tres connotaciones diferentes: “una creencia es tan buena como otra”; “verdadero es un término equívoco, que tiene tantos significados como procedimientos de justificación existen” y “no puede decirse nada sobre la verdad o la racionalidad aparte de las descripciones de los procedimientos de justificación que una determinada sociedad utiliza. El pragmatista sostiene la tercera concepción, la etnocéntrica, pero no suscribe ni la primera ni la segunda tesis. Piensa que sus ideas son mejores que las de los realistas, pero no cree que correspondan a la naturaleza de las cosas. Sí consideran la existencia de términos flexibles que significan lo mismo en todas las culturas (verdadero, aquí, allá, bueno, malo, tu, yo…) pero también la diversidad de referencias y de procedimientos para asignar los términos.

Para Rorty, no es adecuado tildar de relativistas a los pragmatistas, entendidos en la concepción etnocéntrica, pues éstos no defienden una teoría positiva según la cual algo es relativo a otra cosa, sino que defiende una idea puramente negativa en el sentido de que desecha la distinción entre conocimiento y opinión. El realista interpreta esto como una posición según la cual la verdad es simplemente la opinión contemporánea de un individuo o grupo elegido, pero el pragmatista no tiene una

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