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Pajaros Azules


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2014  •  18.973 Palabras (76 Páginas)  •  272 Visitas

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CAPITULO – 1

Saliendo De la espina trasera de la pequeña estación de autobuses, Kris camino junto al edificio hacia la parte delantera. Mientras caminaba, sus piernas extrañaban la vibración de sus pisadas sobre el pavimento, era una sensación que no había experimentado durante tantos años que daría ocasión a un colegial para contarles. Deteniéndose en la acera, miró arriba y debajo de la calle principal en la pequeña ciudad norteña de Illinois, luego se apoyó contra la sucia fachada de ladrillos de la estación de autobuses.

Era finales de mayo y el sol brillaba con fuerza en el claro cielo de la tarde. Mientras esperaba que llegase el autobús pequeñas gotas de sudor brotaban de su frente, la renovación de otra sensación que no había experimentado desde hacia largo tiempo. Todos sus sentidos internos volvían a encontrarse con su cuerpo físico, con la vida, y con la subsistencia.

Escudriñando la calle con la mirada, Kris vio a los padres de ella esperando en el coche aparcado en la calle, a escasa distancia, pasada la parada del autobús. Eleonor Haynes estaba sentada al volante abanicándose con un periódico, Fred se hallaba sentado e inmóvil en el otro lado del coche, y llevaba puesto su sombrero de paja para pescar, con la ventanilla bajada y apoyando el brazo sobre la puerta.

Los minutos pasaban rápidamente mientras Kris continuaba familiarizándose con los sonidos de la pequeña ciudad: las risas y los gritos de los niños que había en el parque al pasar, coches que se movían calle arriba y calle abajo, el sonido de un avión que sobrevolaba el lugar, y el murmullo de las conversaciones de los viandantes.

Cuando el autobús dio la vuelta a la esquina y tomó la calle que iba a la estación de autobuses, Kris cambió su postura relajada contra el edificio y se mantuvo erguido mientras esperaba que se detuviese. El aire de los frenos silbaba y el autobús se detuvo suavemente, abriendo las puertas. Su corazón comenzó a latir rápidamente, casi con agitación, mientras la anticipación crecía en su interior. Dando un paso atrás, se apoyó en la pared del edificio mientras la gente comenzaba a descargar el equipaje. Finalmente, ella descendió del autobús, y miró en todas direcciones buscando a sus padres.

Kris saboreaba la alegría porque sus ojos contemplaban una vez más a esa hermosa mujer, una de las más magníficas creaciones de Dios. Allison tenía veintidós años, medía un metro setenta y tres centímetros, tenía el cabello corto y castaño, ojos oscuros, un rostro y una figura que habría envidiado cualquier actriz, y la piel más delicada y suave que la de un recién nacido. Ella regresaba a su hogar durante el verano después de terminar el curso en el colegio mayor.

Mientras continuaba buscando con la mirada a sus padres, vio a Kris apoyado contra el edificio. Sus ojos se encontraron con los de él, y Kris miró a través de sus ojos hasta llegar a su alma, a una profundidad mayor que la distancia que alcanza el universo. El tiempo se detuvo cuando sus almas volvieron a encontrarse.

Después de unos segundos Allison ofreció una débil, pero tierna, sonrisa a Kris, luego se volvió y vio acercarse a sus padres. Ella corrió unos pocos pasos para saludarlos, se abrazaron y charlaron mientras el mozo descargaba el equipaje de los compartimientos laterales del autobús. Kris continuaba observando a Allison y a sus padres mientras su mente se llenaba de recuerdos de los tiempos que habían pasado juntos, de su amor, de la alegría y la felicidad que una vez se proporcionaron mutuamente, y la dicha que Allison y sus padres cogieron las numerosas maletas que había y caminaron hacia el coche. Kris observaba con una sonrisa en los labios y el corazón henchido de satisfacción mientras el vehículo se alejaba. Fue andando hasta el quiosco de prensa, compró un periódico, lo plegó bajo el brazo, cogió su pequeña y elegante maleta y comenzó a caminar hacia la casa de Allison

El paseo hasta la casa de Allison debería haber durado unos quince minutos, pero Kris vagó por la ciudad durante varias horas dando tiempo a que Allison y su familia se acomodasen después de su vuelta a casa.

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CAPITULO - 2

Kris se detuvo en la acera, delante de la casa de los Haynes. Era una casa de madera, vieja, bien conservada, de dos plantas, y un porche con una barandilla que se extendía a todo lo ancho de la casa. Había un gran columpio colgado del techo en el borde extremo derecho del porche. Una parcela de tamaño medio y dos grandes sauces llorones, uno a cada lado del paseo que conducía a la parte delantera, casi no dejaban ver la casa.

Caminó despacio por el paseo frontal hacia el porche y llamó golpeando la antepuerta de madera. Salió Todd, el hermano de catorce años de Allison. Kris le explicó que venia por la habitación en alquiler del anuncio. Eleanor fue a la puerta, salió hasta el porche y extendió la mano a Kris.

- Hola, soy Eleanor Haynes. ¿En qué puedo ayudarte?

- Yo soy Kris McDaniels. Vengo por la habitación en alquiler del anuncio.

- Parece que ni lo hubieras abierto para leerlo. Sé que no podrías haberlo visto en otro periódico porque hoy es la primera vez que sale el anuncio

- Es usted muy observadora, señora Haynes, pero vi el anuncio en otro lugar

- Bien, la habitación está en el piso de arriba y tiene baño privado. Solicito que no haya ruidos molestos ni alborotos. Si deseas tener televisión o radio tendrá que ser por tu cuenta, pero podrás utilizar los nuestros si lo deseas. ¿Quieres alojamiento con pensión completa o sólo la habitación?

- Me quedaré con la habitación y pensión completa, si le parece. Llevaré la comida preparada a un restaurante siempre que lo desee. Usted me parece buena cocinera

Eleonor esbozó una tímida sonrisa de agradecimiento, luego continuó diciendo:

- ¿Cuánto tiempo piensas estar en la ciudad? Y si me lo permites, ¿qué vas a hacer aquí?

- Quizás me quede hasta finales de agosto; sólo estoy aquí para relajarme y hacer algunas amistades.

- Comprendo. ¿Hay alguna posibilidad de que te vayas a quedar después de agosto?

- No. No lo creo. Estoy seguro de que me habré marchado para entonces.

Continuaron la conversación durante algunos minutos más. Cuando Eleanor estuvo convencida de que Kris era la persona apropiada para alquilar la habitación, le dijo que le costaría cuarenta dólares a la semana por

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