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Pensar Y Prepararse - Cabo


Enviado por   •  3 de Mayo de 2013  •  3.696 Palabras (15 Páginas)  •  442 Visitas

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Pensar y pensarse: un deber

para mejorar la práctica

CARINA C. CABO

Universidad Nacional de Rosario, Argentina

Cuando se indagan las vivencias escolares, en la propia historia personal, los recuerdos surgen

caóticamente. Si los analizamos, seguramente puedan ser utilizados para mejorar la práctica cotidiana en el

aula. El poder narrarlos de una manera ordenada permitirá establecer pautas de acción para el futuro

inmediato. Se entiende a la narrativa como una capacidad humana, pero además, como afirma

S. Gudmundsttoir (1995), como medio para informar sobre la investigación y la práctica en la educación. La

narrativa puede servir como una lente interpretativa para reflejar la naturaleza relatada de las vidas

humanas. Un buen relato cautiva, ilumina posibilidades para el pensamiento y permite tender puentes entre

distintos lugares, épocas, culturas y creencias.

Cuando los profesores contamos a nuestros alumnos de Formación docente las distintas situaciones

vivenciadas o los “paquetes de conocimiento situado” (Jordan, 1989) a lo largo de nuestra historia laboral,

vamos ayudando al proceso de apropiación institucional que ellos deberán hacer durante su carrera. Las

experiencias no deberían enterrarse como tesoros arqueológicos, sino que el pasado puede ser recreado a

medida que se dice. Es “un saber pedagógico sobre los contenidos” (Shulman, 1987), esto es experiencia

práctica, interpretación, reflexión y transformación.

Al utilizar la narrativa se le da orden, coherencia e integridad a toda la experiencia personal.

“Los relatos no son nunca meras copias del mundo, como imágenes fotográficas, son interpretaciones.(...) El

maestro tiene su mente fija en su audiencia (los estudiantes) y se entrega a lo que Mc Ewan llama

interpretación pedagógica y produce un texto pedagógico [...]

[...] es preciso que los maestros aprendan a mirar y comprender textos, prácticas y aulas pedagógicas 1 .

Las tradiciones en formación docente construyeron imágenes sociales que aún permanecen en la

práctica, basadas en un docente técnico, instrumental, con manejo de rutinas preestablecidas, con un

mínimo saber básico y algunas técnicas para el aula, sin mayor cuestionamiento de enfoques o

paradigmas.

Si pretendemos repensar dicha formación desde una perspectiva crítica, capaz de producir nuevas

alternativas en las prácticas pedagógicas, será necesario recurrir al análisis de referentes empíricos que

permitan contrastar teoría y práctica y así producir reformulaciones teóricas.

1

GUDMUNDSTTOIR SIGRUN: “La naturaleza narrativa del saber pedagógico sobre los contenidos”, en Mc EWAN, H., y EGAN,

H. (1998): La narrativa en la enseñanza, el aprendizaje y la investigación. Buenos Aires, Amorrortu, p. 63.

Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653)Carina C. Cabo

La Dra. Liliana Sanjurjo (2003) plantea que cuando hacemos referencia a la formación docente

debemos tomarla como trayecto, entendido como un proceso iniciado mucho antes del ingreso al Instituto

formador, en el que se deberán tener en cuenta varios puntos: la biografía escolar, producto de complejas

internalizaciones realizadas en los recorridos propios en la escuela; la formación de grado, adquisición de

teorías científicas y saberes prácticos en el Instituto formador; la capacitación o perfeccionamiento docente y

la socialización profesional: procesos que se llevan a cabo tanto en el Instituto formador como en las

instituciones de inserción escolar.

Generalmente, los profesores, cuando finalizamos nuestra carrera, creemos que salimos formados,

con un bagaje listo para aplicar. Sin embargo debemos tomar conciencia de que somos sujetos en

formación, con alumnos que se renuevan asiduamente y con contenidos que no son neutrales.

Por ello y para ello sería interesante rescatar el concepto de buena enseñanza que E. Litwin (1997)

toma de Fenstermacher (1989).

“Los alcances de la palabra buena difieren del planteo en el que se inscribió la didáctica de las décadas

anteriores, que se remitía a enseñanza exitosa, esto es acorde con objetivos que se anticiparon. Por el

contrario, la palabra buena, tiene tanta fuerza moral como epistemológica. Preguntar qué es buena enseñanza

en el sentido moral equivale a preguntar qué acciones docentes pueden justificarse en principios morales y son

capaces de provocar acciones por parte de los alumnos. ...,en el sentido epistemológico es preguntar si lo que

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se enseña es racionalmente justificable, digno de que el estudiante lo conozca, lo crea o lo entienda” .

E. Litwin, entiende a la buena enseñanza como aquella que pone el acento en la comprensión, en

los aspectos pedagógicos, éticos y sociales de la enseñanza. Dentro de esta concepción hay conceptos

claves que es importante tener en cuenta para mejorar: la transposición didáctica, proceso a través del cual

el

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