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Prevención de incendios en embarcaciones


Enviado por   •  4 de Julio de 2013  •  Exámen  •  2.612 Palabras (11 Páginas)  •  315 Visitas

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Prevención de incendios en embarcaciones

http://www.nuestromar.org/noticias/defensa_seguridad_y_proteccion_082008_18005_prevencion_de_incendios_en_embarcacio

Presenciar el hundimiento de un barco o verlo en llamas son dos de las experiencias más duras, temibles y riesgosas por las que ningún nauta quisiera pasar. Las estadísticas demuestran que lo que origina estas situaciones límite no es casualidad ni fatalidad. Es, en la inmensa mayoría de los casos, negligencia.

Hay algunas preguntas básicas que tal vez nunca se ha hecho:

¿Qué es inflamable en mi embarcación?

¿Cuál puede ser el detonante de un incendio a bordo?

La respuesta es sencilla: tanques con cientos de litros de gasoil o nafta (éste último con más poder explosivo), aceites, garrafas de gas envasado, metros de cañerías con empalmes, mangueras, medidores y filtros de combustible, miles de metros en cables de diferentes secciones y tipos de empalmes que transportan 12, 24 y o 220 voltios, dos motores que son la fuente de calor máxima en la sala de máquinas, un grupo generador de corriente, escapes, mangueras de acople a la salida de los escapes, escapes, convertidores de corriente o cargadores de batería, grandes bancos de baterías, tableros, calefactores, etc.

Todo este “arsenal” está dentro de un volumen de plástico reforzado con fibra de vidrio (totalmente combustible), combinado con maderas y telas, ideal para una combustión perfecta. O, en otros casos, revestido de inmaculada madera barnizada que podría convertirse en una antorcha flotante.

Lo que se quiere reflejar, sin que el lector entre en pánico por estas líneas, es que un barco tiene muchas posibilidades de ser protagonista de un siniestro si no fue creado de acuerdo a los estándares constructivos y con la máxima seguridad en las instalaciones, además de su uso racional y su correcto mantenimiento preventivo.

Las cifras conocidas aseguran que más de un ochenta por ciento de los incendios a bordo se producen por problemas eléctricos. En navegación o en la amarra la electricidad parece ser la culpable –por muchos motivos– del comienzo de los focos ígneos. Explosiones y fuentes de calor siguen en la tabla. Entonces, veamos algunos puntos a tener en cuenta para que las llamas no se apoderen de su barco, bajo ningún concepto.

Los problemas más comunes

Estando en navegación o en la amarra, los olores del combustible (puntualmente nafta) denotan una pérdida en el sistema. Esos vapores son altamente explosivos y cualquier chispazo produce una explosión importante, siendo posible que el fuego no se pueda apagar a tiempo.

Otro ejemplo es el gas envasado que se usa en la cocina. A veces, dentro de la embarcación, se siente olor a gas. No es común, ya que éste debería quemarse en la hornalla, así que si hay alguna pérdida también es posible que genere una explosión impensada.

Para estos problemas hay elementos de ayuda, guardianes que velan por la seguridad: detectores de gases (casi obligados para los barcos que funcionan con nafta), detectores de humo, blowers y extintores inteligentes, son solo algunos aliados que todo barco con sala de máquinas debe poseer por seguridad.

La parte eléctrica es más compleja aún. Las instalaciones deben ser seguras; eso significa que todo elemento eléctrico debe tener su ramal independiente y su protección (fusible o térmica). Es común que se agreguen elementos eléctricos dentro del barco. Cada elemento tiene un consumo, por eso, es vital saber desde qué línea fue conectado y qué protección tiene, ya que de no tenerla, sobrecargará la red y podría generar un cortocircuito.

También las bombas de achique eléctricas que quedan en protección pasiva (en automático) pueden empezar a funcionar, y al desagotar el agua de la sentina, el brazo de accionamiento automático se queda trabado –a veces por un pequeño objeto que pulula en la sentina– operando en vacío; sin protección térmica es muy posible que se recaliente y pueda generar un corto.

Las secciones correctas de los cables y las protecciones son cruciales para evitar cualquier recalentamiento de la red y un posterior incendio. Este tema depende directamente de la construcción del barco, de su diseño de red eléctrica y del mantenimiento adecuado en manos de personal idóneo.

El funcionamiento de los motores genera temperatura dentro de la sala de máquinas. Si por algún problema el motor eleva su temperatura, hay alarmas que detectan ese incremento. No obstante, una instalación precaria, algún cable que pase muy cerca de puntos calientes, podría generar un foco de incendio, a veces difícil de sofocar.

Otro problema imposible de solucionar es la transmisión del fuego de un barco a otro mientras se está en la amarra. Las chispas se apoderan en segundos de la lona que cubre los barcos vecinos y así todo se envuelve en llamas rápidamente.

Podríamos escribir infinitos relatos sobre accidentes ocurridos, peritajes comprobados que rayan en lo absurdo pero que no escapan a la realidad y son absolutamente factibles dentro de los barcos. ¿Cómo pudo generarse este incendio por tan poca cosa?, se preguntan más tarde los propietarios.

¿Por dónde empezar?

Un proverbio danés siempre vigente reza: “Bien empezado es medio terminado”. Un barco nuevo que sale del astillero debe cumplir con todas las normas constructivas y de seguridad. Parte del problema está resuelto de antemano.

Por razones de costo y no obligatoriedad de equipamiento, se puede mejorar la performance de seguridad antes de salir del astillero, siempre que los felices poseedores conozcan e interpreten el concepto de prevención. Cabe preguntarle a cualquier propietario de un flamante barco: “¿Cuántos pesos pagó por ese gran LCD y aquel equipo de audio que es la envidia de sus compañeros de amarra? ¿Sabe que un sistema antiincendio de descarga automático para la sala de máquinas sale mucho menos que eso?”

Tanto el detector de gases como el de humo deberían ser obligatorios en motores nafteros. Lo son por otros mares... También los sistemas de extintores –automáticos y manuales– que alarman y se activan cuando en sala de máquinas la temperatura pasa de la máxima admisible. Tal vez algo más simple como tener una buena dotación de matafuegos aptos y recargados a bordo; y lo que es mejor, saber operarlos e instruir a los tripulantes para que también lo sepan.

¿Cuánto cuesta tener a bordo cinco o seis matafuegos de un kilo, perfectamente estibados, señalizados y siempre recargados? Un barco que cuesta miles de dólares, ¿no lo

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