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Psicologia


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2014  •  1.547 Palabras (7 Páginas)  •  202 Visitas

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II. El yo y el ello

La investigación patológica ha dirigido nuestro interés demasiado exclusivamente a lo reprimido. Desde que sabe- mos que también el yo puede ser inconciente en el sentido genuino, querríamos averiguar más acerca de él. Hasta aho- ra, en el curso bas posibilidades son inimaginables por igual; una tercera tendría que ser la correcta.-

Ya en otro lugar'' adopté el supuesto de que la diferencia efectiva entre una representación (un pensamiento) ice y una prce consiste en que la primera se consuma en algún material que permanece no conocido, mientras que en el caso de la segunda (la prcc) se añade la conexión con re- presentaciones-palahra. He ahí el primer intento de indicar, para los dos sistemas Free e lee, signos distintivos diversos que la referencia a la conciencia. Por tanto, la pregunta «¿Cómo algo deviene conciente?» se formularía más ade- cuadamente así: «¿Cómo algo deviene preconciente?». Y la respuesta sería: «Por conexión con las correspondientes re- presentaciones-palabra», j

Estas representaciones-palabra son restos mnémicos; una vez fueron percepciones y, como todos los restos mnémicos, pueden devenir de nuevo concientes. Antes de adentrarnos en el tratamiento de su naturaleza, nos parece vislumbrar una nueva intelección:fsólo puede devenir conciente lo que ya una vez fue percepción ce; y, exceptuados los sentimien- tos, lo que desde adentro quiere devenir conciente tiene que intentar trasponerse en percepciones exteriores. Esto se vuelve posible por medio de las huellas mnémicas!

Concebimos los restos mnémicos como contenidos en sis- temas inmediatamente contiguos al sistema P-Cc, por lo cual sus investiduras fácilmente pueden trasmitirse hacia ade- lante, viniendo desde adentro, a los elementos de este último sistema.' En el acto nos vienen a la memoria aquí la alu- cinación y el hecho de que el recuerdo, aun el más vivido, se diferencia siempre de la alucinación, así como ak la percep- ción externa.''' Sólo que con igual rapidez caemos en la cuenta de que en caso de reanimación de un recuerdo la investidura se conserva en el sistema mnémico, mientras que la alucinación (que no es diferenciable de la percep- ción) quizá nace cuando la investidura no sólo desborda desde la huella mnémica sobre el elemento P, sino que se traspasa enteramente a este.

Los restos de palabra provienen, en lo esencial, de per- cepciones acústicas," a través de lo cual es dado un parti-

- [Un examen más extenso de esto se halla en «Lo inconciente* (1915e), AE, 14, págs. 169-71.]

••' «Lü inconciente» itbid., págs. 198 y sigs.].

* [CÁ. La tnltrpretación de los sueños (I900Í;), AE, 5, pág. 531.] '' [Opinión ya expresada por Breuer en su coníribució.i teórica a

Estudios sobre la hisieria (Breuer y Freud, 1895), AE, 2, pág. 200.] •* [Freud había llegado a esta conclusión en su monografía sobre las afasias (1891í>) basándose en hallazgos clínicos; cf. Estudios sobre

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cular origen sensorial, por así decir, para el sistema Prcc. En un primer abordaje pueden desdeñarse los componentes visuales de la representación-palabra por ser secundarios, adquiridos mediante la lectura, y lo mismo las imágenes mo- trices de palabra, que, salvo en el caso de los sordomudos, desempeñan el papel de signos de apoyo. La palabra es en- tonces, propiamente, el res^o mnémico de la palabra oída.]

Pero no se nos ocurra, acaso en aras de la simplificación, olvidar la significatividad de los restos mnémicos ópticos —de las cosas del mundo—, ni desmentir que es posible, y aun en muchas personas parece privilegiado, un devenir- concientes los procesos de pensamiento por retroceso a los restos visuales. El estudio de los sueños, y el de las fanta- sías inconcientes según las observaciones de J. Varendonck,' pueden proporcionarnos una imagen de la especificidad de este pensar visual. Se averigua que en tales casos casi siempre es el material concreto [konkret] de lo pensado el que de- viene conciente, pero, en cambio, no puede darse expresión visual a las relaciones que distinguen particularmente a lo pensado. Por tanto, el pensar en imágenes es sólo un muy imperfecto devenir-conciente. Además, de algijn modo está más próximo a los procesos inconcientes que el pensar en palabras, y sin duda alguna es más antiguo que este, tanto ontogenética cuanto filogenéticamente.

Volvamos ahora a nuestra argumentación. Si tal es el cami- no por el cual algo en sí inconciente deviene preconciente, la pregunta por el modo en que pódenlos hacer (pre)con- ciente algo reprimido 'esforzado al desalojo} ha de respon- derse: restableciendo, mediante el trabajo analítico, aquellos eslabones intermedios prcc. Por consiguiente, la conciencia permanece en su lugar, pero tampoco el Jcc ha trepado, por así decir, hasta la Ce.

Mientras que el vínculo de la percepción externa con el yo es totalmente evidente, el de la percepción interna con

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