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Psicologia


Enviado por   •  24 de Marzo de 2015  •  3.997 Palabras (16 Páginas)  •  172 Visitas

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Una teoría de la motivación humana

Este capítulo intenta formular una teoría sólida de la motivación que pueda satisfacer las demandas teóricas enumeradas en el capítulo- lo anterior y, al mismo tiempo, conformarse a los hechos conocidos, clínicos, experimentales y de observación. No obstante, se deriva muy directamente de la experiencia clínica. Esta teoría se halla en la tradición funcionalista de James Dewey y se funde con el holismo de Wertheimer, Goldstein y la psicología de la Gestalt, y con el dina- mismo de Freud, Horney, Reich, Jung y Adler. Esta integración o síntesis se puede denominar teoría holístico-dinámica.

LA JERARQUÍA DE LAS NECESIDADES BÁSICAS

Las necesidades fisiológicas

Las necesidades que se toman generalmente como punto de partida para una teoría de la motivación son los así llamados impulsos fisiológicos.

Dos líneas de investigación nos obligan a revisar las nociones habituales de estas necesidades: primero, el desarrollo del concepto de homeostasis y segundo, el hallazgo de que los apetitos (elecciones preferenciales entre los alimentos) son una clara y eficaz indicación de las necesidades reales o carencias del cuerpo.

La homeostasis se refiere a los esfuerzos automáticos del cuerpo por mantener un estado normal y constante de la corriente de sangre. Cannon describía (1932) este proceso para

(1) El contenido de agua en la sangre, (2) el contenido de sal, (3) el contenido de azúcar, (4) el contenido de proteínas, (5) el contenido de grasa, (6) el contenido de calcio, (7) el contenido de oxígeno, (8) el nivel constante de ion-hidrógeno y (9) la temperatura constante de la sangre. Evidentemente esta lista podría extenderse a otros minerales, hormonas, vitaminas, etc.

Young (1941, 1948) resumía el trabajo sobre el apetito en su relación con las necesidades del cuerpo. Si el cuerpo carece de algo químico, el individuo tenderá (de un modo imperfecto) a desarrollar un apetito específico o hambre parcial por ese elemento de comida que le falta.

Así, parece imposible, a la vez que inútil, hacer cualquier lista de necesidades fisiológicas fundamentales porque podrían llegar al número que uno deseara, dependiendo del grado de especifidad de la descripción. No podemos identificar todas las necesidades fisiológicas como homeostáticas. Todavía no se ha demostrado que el deseo sexual, el sueño, la pura actividad y el ejercicio y el comportamiento materno en los animales sean homeostáticos.

Además, esta lista no incluiría los diversos placeres sensoriales (gusto, olfato, cosquilleo, caricias), que son probablemente fisiológicos y que pueden convertirse en las metas de la conducta motivada. Ni tampoco sabemos qué hacer con el hecho de que el organismo tiende simultáneamente a la inercia, la pereza y al menor esfuerzo, y también una necesidad de actividad, estimulación y emoción.

En el capítulo anterior señalábamos que estos impulsos o necesidades fisiológicas deben considerarse inusuales, en vez de corrientes, porque son aislables y localizables somáticamente. Es decir, son relativamente independientes entre sí y de otras motivaciones, y del organismo en su conjunto. En muchos casos, es posible demostrar una base localizada y somática que subyace en el impulso. Esto es cierto con menos generalidad de lo que se piensa (excepciones son la fatiga, el sueño, las respuestas maternales) pero sigue siendo cierto en los ejemplos clásicos del hambre, el sexo y la sed.

Se debería señalar otra vez que cualquiera de las necesidades fisiológicas y el comportamiento de consumación que ellas implican sirven de pauta también para las restantes necesidades. Es decir, la persona que cree tener hambre puede que en realidad esté buscando bienestar, o dependencia, en vez de vitaminas o proteínas. A la inversa, es posible satisfacer la necesidad del hambre, en parte, con otras actividades tales como beber agua o fumar cigarrillos. En otras palabras, siendo relativamente aislables estas necesidades fisiológicas, en realidad, no lo son por completo.

No hay duda de que estas necesidades fisiológicas son las más prepotentes de todas las necesidades. Esto significa concretamente que el ser humano que carece de todo en la vida, en una situación extrema, es muy probable que su mayor motivación fueran las necesidades fisiológicas más que cualesquiera otras. Una persona que carece de alimento, seguridad, amor y estima, probablemente sentiría con más fuerza el hambre de comida antes que de cualquier otra cosa.

Si todas las necesidades están sin satisfacer, y el organismo, por tanto, está dominado por las necesidades fisiológicas, las restantes necesidades simplemente pueden ser inexistentes o ser desplazadas al fondo. Entonces, resulta claro caracterizar al organismo entero diciendo simplemente que tiene hambre porque la consciencia está completamente embargada por el hambre. Todas las capacidades se ponen al servicio de satisfacer el hambre, y la organización de dichas capacidades está casi enteramente determinada por el único propósito de satisfacer el hambre. Los receptores y los realizadores, la inteligencia, memoria, hábitos, todo puede definirse ahora sencillamente como instrumentos para gratificar el hambre. Las capacidades que no sirven a este fin permanecen latentes o se las empuja al fondo.

La necesidad de escribir poesía, el deseo de adquirir un coche, el interés por la historia americana, el deseo de unos zapatos nuevos, en un caso extremo, quedan relegados o se consideran de importancia secundaria.

Para el ser humano, que está en una situación extrema y peligrosa de hambre, no existen otros intereses que no sean la comida. Esa persona sueña con la comida, recuerda la comida, piensa en la comida, se emociona sólo con la comida, percibe la comida y solamente quiere comida. Los determinantes más sutiles que normalmente se funden con los impulsos fisiológicos al organizar incluso el comer, el beber o la conducta sexual, pueden estar ahora tan completamente desbordados que nos permiten hablar en esta ocasión (pero sólo en esta ocasión) del impulso y la conducta del hambre pura, con el único objetivo incondicional del alivio.

Otra característica peculiar del organismo humano, cuando está dominado por una determinada necesidad, es que toda filosofía de futuro tiende también a cambiar. Para nuestra persona con hambre crónica y extremada, la utopía se puede definir simplemente como el lugar donde hay mucha comida. Esa persona tiende a pensar que, si solamente se le garantiza el alimento para el resto de su vida, será perfectamente feliz y nunca necesitará nada más.

La vida misma tiende a definirse en

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