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Que debemos a los animales


Enviado por   •  17 de Abril de 2019  •  Documentos de Investigación  •  1.793 Palabras (8 Páginas)  •  59 Visitas

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Cuando la gente me pregunta por qué me vine a México a vivir, les digo que hay una respuesta corta y una larga.  La corta es ¡“por los tacos al pastor”!  Es que son realmente deliciosos.  Sin embargo, tiene tres años que no los como.  Tres años que no como tacos ni hamburguesas ni ninguna comida derivada de animales.  Cambié a una dieta vegana debido a mi lectura de este libro: Liberación animal del ético australiano Peter Singer.  Sabía mucho antes de la existencia de este libro y en general que existían argumentos a favor de un tratamiento ético de los animales, pero nunca me puse a revisarlos bien porque – ¡son tan deliciosos los tacos!  Cosas como la corrida de toros y el uso de animales en laboratorios para crear cosméticos, crueldades cuya justificación no es más que la diversión y vanidad humanas, siempre me han parecido barbaridades.  Pero tenemos que comer ¿no?  Comer una hamburguesa no es más que la versión humana de un león matando a una gacela.  Parte del orden natural ¿no?  Así justificaba mi consumo de carne.  Sin embargo, me quedaba una pequeña duda porque he leído otras cosas de este autor que me parecían bastante contundentes en su argumentación.  Entonces, decidí leer este libro para quitarme la duda.  No quería que me convenciera; leí cada línea pensando en cómo contra argumentarlo.  Pero no pude.  Terminé totalmente convencido.  Ojalá puedas conseguir y leer este libro.  Si no, pues en este vídeo planteo el argumento básico.  Si no te convence, está bien.  Lo importante es investigar el tema y conocer a fondo las razones por las que actúas.  Singer empieza su argumento de forma muy didáctica.  Compara el tema de su libro – la liberación animal – con otros movimientos de liberación como el de las mujeres y de los negros.  A pesar de la existencia de machistas y racistas en este mundo, el racismo y el sexismo hoy en día son intelectualmente indefendibles.  Las mujeres y los negros no carecen de derechos debido a su sexo o el color de su piel, sino que todos los seres humanos son iguales.  Ahora bien, el título del primer capítulo es “Todos los animales son iguales”, o sea, los animales humanos y los nohumanos.  Singer piensa que el principio ético sobre el cual descansa la igualdad humana nos obliga a incluir a los animales también.  ¿Cuál es ese principio?  Pues si podemos entender por qué el racismo y el sexismo son éticamente malos, veremos en qué consiste.    La primera línea de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos dice que todos los hombres han sido creados iguales.  Al mencionar eso en su famoso discurso en Washington, Martin Luther King no quiso decir que no hay ninguna diferencia entre los hombres – claro que las hay: diferencias de estatura, color, aptitudes, mil cosas.  La ciencia puede medir y dejar muy claras esas diferencias.  Sin embargo, lo que nos hace iguales no es un hecho medible, sino una idea moral.  Es decir, nuestra igualdad se basa no sobre una descripción científica, pues lo único que ve la ciencia son diferencias, sino que es una prescripción moral, una prescripción con respecto a cómo deberíamos tratar a los seres humanos.  Si

hablamos de una diferencia, es una diferencia con respecto a algo: color de piel o sexo, por ejemplo.  ¿Y la igualdad, con respecto a qué somos iguales?  Simple y sencillamente con respecto a la consideración que damos a las necesidades e intereses de cada quien.  ¿Hay ciertos humanos cuyos intereses merecen mayor consideración, como los hombres, blancos, doctores en filosofía?  No.  Ninguna de esas cualidades que me distingue de otros es relevante para la cuestión de la consideración de intereses.    Singer cita una carta de Thomas Jefferson, quien fue el responsable de incluir la igualdad de los hombres en la Declaración de Independencia.  La escribió al autor de un libro que enfatizó los notables logros intelectuales de los negros para refutar la idea común en ese entonces de que tenían capacidades intelectuales limitadas.  Dice Jefferson:  “Tenga la seguridad de que nadie quiere más sinceramente que yo que sea refutada la idea de que los negros tienen por naturaleza un grado intelectual inferior . . . sin embargo, sea cual sea su grado de talento, no es ninguna medida de sus derechos.  Sir Isaac Newton fue superior a otros en el entendimiento, pero no por eso era amo de la propiedad o personas de otros”.  Dice Jefferson que “el grado de talento” o capacidad intelectual de uno no debería ser una medida de sus derechos.  Si no es el intelecto, entonces ¿qué? ¿la propia humanidad de uno, ser un ser humano?  Eso suena bonito, pero no.  Singer responde al citar al famoso utilitarista Jeremy Bentham.  Dice Bentham: “Puede que llegue el día cuando el resto de los animales adquieran los derechos que sólo la mano de la tiranía les pudo negar.  Los franceses ya han descubierto que la piel negra no constituye razón alguna por la que un ser humano puede ser abandonado sin más a los caprichos de quien le atormentara.  A lo mejor lleguemos algún día a reconocer que el número de patas, el pelaje de la piel, o la terminación del os sacrum sean razones igual de insuficientes para abandonar a un ser sensible al mismo destino.  ¿Qué otra cosa podría constituir este límite insuperable?  ¿La razón, o quizá la capacidad discursiva?  Pues un caballo o un perro adulto es sin duda un animal más racional y sociable que un infante de un día, una semana o incluso de un mes de edad.  Pero aun cuando fuera al revés, ¿qué diferencia haría?  La pregunta no es si [los animales] ¿Pueden razonar? ni tampoco si ¿Pueden hablar?, sino si ¿Pueden sufrir?”  

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