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SITUACIÓN DE LA ENFERMERÍA EN MÉXICO


Enviado por   •  27 de Febrero de 2020  •  Documentos de Investigación  •  3.219 Palabras (13 Páginas)  •  280 Visitas

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INTRODUCCION

En la carrera de enfermería se percibe una incongruencia entre los niveles académicos alcanzados y el trabajo desempeñado, con el reconocimiento social y laboral, medido a través del ingreso y del estatus y prestigio obtenido, tanto en el concierto de las profesiones, como de la sociedad en su conjunto; dicho de otra manera, las enfermeras se enfrentan a una realidad que las descalifica; asunto que desde mediados del siglo pasado les ha preocupado, pero que ha cobrado relevancia en los últimos 15 años, motivado principalmente por la incursión de las enfermeras en estudios de posgrado, por algunas influencias de las enfermeras norteamericanas y, sobre todo, por mirar a la enfermería en el contexto profesional y social. En la actualidad se reconoce, por lo menos en lo general, que es necesario que las enfermeras y enfermeros de nuestro país establezcan argumentaciones, análisis y resoluciones sobre la profesión de enfermería, mediante dos grandes enfoques: el epistemológico y el sociológico. El primero, referido al estudio de la profesión misma en su sentido interno, esto es, desde su objeto de estudio, atención y trabajo; aquí se incluyen los avances científicos y tecnológicos, la filosofía y el humanismo, como ejes centrales y esenciales. Con respecto a la sociología, se trata de reconocer que, en un mundo globalizado, ya no es suficiente establecer avances e innovaciones al interior de la profesión, sino que es imprescindible buscar y consolidar el impacto social que tiene enfermería, tanto en el concierto de las profesiones, como en la sociedad misma. Es precisamente este último enfoque el que se tratará en este artículo, con énfasis en el estatus y prestigio, ponderado fundamentalmente por el reconocimiento profesional y social y por el ingreso económico.

Con ello, puede afirmarse que las particularidades que han caracterizado el origen y desarrollo de enfermería, guardan un estrecho vínculo con las condiciones históricas, sociales y políticas que la acompañaron en su proceso de constitución. Así, la enfermería se encuentra inserta en una estructura profesional y social muy adversa y complicada, donde se le coloca como una profesión subordinada que lleva a cabo mayormente prácticas institucionalizadas, en las cuales media un contrato y, por ende, un salario. Las enfermeras, entonces, se enfrentan a una realidad que no les reconoce su valía profesional; es decir, no existe una relación directamente proporcional entre la formación académica y el desempeño laboral con el reconocimiento profesional y social.

Esta relación ha sido poco estudiada y analizada, y menos comprendida, por la mayoría de las enfermeras quienes creen que a mayor nivel académico, tendrán mayor reconocimiento social. Esto hace que consideren que la educación es el principal factor para obtener un estatus y un prestigio profesional y social; haciendo esfuerzos muy importantes para continuar con su proceso de profesionalización. Es probable que esta creencia tenga sus orígenes fundamentalmente en dos aspectos: el primero se refiere a las características del surgimiento de la profesión, esto es, contar con una práctica empírica y percibir un ingreso bajo y un estatus escaso, las enfermeras asumen –de manera consciente o inconsciente–, que si sus conocimientos y, por ende, sus niveles académicos son superiores, tanto su ingreso como su prestigio se incrementan; el segundo aspecto se refiere al acercamiento cotidiano con los médicos, quienes se encuentran en continua formación y actualización, incluso, habrá que reconocer que el tipo de estudios y sus características eran similares, para ello, sólo basta recordar que las especialidades postécnicas en enfermería fueron paralelas a las especialidades, de los médicos, posteriormente subespecialidades de éstos. En este sentido, lo que las enfermeras poco han considerado es la diferencia que la sociedad y, en general, la propia dinámica social y los movimientos profesionales de reivindicación han generado para crear, desarrollar y fortalecer el estatus y prestigio, tanto de la medicina como de la enfermería, lo que las hace epistemológicamente similares y sociológicamente diferentes.

DESARROLLO

Es imprescindible clarificar y reconocer que existe una tensión entre la estructura profesional y el mercado laboral, toda vez que en la formación académica en nuestro país, y en la mayoría de los países subdesarrollados, se tiene la creencia que, una mayor “cientificidad” de un profesionista, aumenta el prestigio social y, en consecuencia, su remuneración. Esta visión apoyada por la teoría económica neoclásica, ha inspirado estrategias educacionales que propician marcada desigualdad entre quienes poseen “un conocimiento masivamente difundido” y no pueden incluir honorarios en sus costos de producción y quienes justifican sus honorarios por el alto valor de sus conocimientos (Duviel, 1982:2). En ese sentido, Duviel considera que entre los diversos profesionistas existe un “intercambio desigual”, en la medida en que los servicios ofertados por cada uno de ellos tiene diferente valor en el contexto social, lo que genera un deterioro, tanto en la economía como en el prestigio, específicamente en las profesiones donde su conocimiento es masivamente difundido. En ese intercambio, hay profesiones por las que no se paga o se paga poco, como es el caso de la profesión de enfermería.

Es este razonamiento el que motiva que las enfermeras busquen con ahínco reivindicarse profesional y socialmente, pues aunque ellas argumenten que las funciones y actividades que realizan en torno al cuidado, objeto de estudio y de trabajo de la profesión; poseen bases científicas, la sociedad considera que la aportación que hace la enfermería a la sociedad es poco significativa, ya que el conjunto de saberes que aplica en la atención al enfermo no es privativo de las enfermeras que, por ejemplo, las mujeres son “sanadoras” por naturaleza biológica e histórica; demerita ampliamente el reconocimiento de las enfermeras; el que la sociedad considere que sus saberes son masivamente difundidos, es decir, que cualquier persona puede brindar cuidados a los individuos enfermos, hace que los servicios profesionales posean una valoración desigual en el contexto de las profesiones.

Esta cosmovisión ha generado que la apertura de las escuelas de enfermería se haga de manera indiscriminada; sobre todo por personas u organizaciones privadas que en afán de mirar esa empresa como un negocio que debe redituarle ganancias, no le interesa mayormente lo que enseña y cómo lo enseña; lo que puede explicar la amplia heterogeneidad en la formación de las enfermeras, en los niveles académicos y en las categorías laborales. En la práctica cotidiana, las enfermeras continúan buscando lograr niveles académicos mayores, teniendo la esperanza y la voluntad de ser reconocidas laboral y socialmente por su entorno, principalmente por las instancias empleadoras, como si fuese suficiente la voluntad y el compromiso para lograr destacar en la enfermería; mostrando una ambivalencia entre la aspiración, el deseo y la realidad.  En lo referente al ámbito laboral, es el hospital el principal espacio donde se desempeñan las enfermeras mexicanas, aunque en la actualidad se intente privilegiar la práctica profesional en la comunidad, la industria y el ejercicio libre. La estructura laboral del hospital se caracteriza por el ejercicio de un modelo de atención a la salud que más bien privilegia el cuidado de la enfermedad. La dinámica que se establece en el equipo de salud favorece el liderazgo del médico, quien es fundamentalmente el que dicta las políticas de atención. A pesar de lo señalado, en los últimos 15 años, las enfermeras han establecido una relación de interdependencia profesional; es decir, están consientes que todos los profesionistas que laboran en torno del área de la salud, como pueden serlo el químico, el laboratorista, el médico, la trabajadora social, el nutriólogo y la enfermera, entre otros; dirigen sus conocimientos y esfuerzos hacia el paciente y que cada uno de ellos, desde un enfoque diferente, aporta y apoya su restablecimiento. Bajo este razonamiento, la autonomía profesional es relativa, lo que significa que no existe un solo profesionista que pueda actuar de manera independiente en dicha encomienda.

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