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Los ciclos de patógenesis


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2014  •  Exámen  •  2.606 Palabras (11 Páginas)  •  327 Visitas

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Fitopatología

(Etapas ciclo enfermedad plantas)

Los ciclos de patógenesis

La comprensión de los ciclos de patogénesis es de capital importancia para poder diseñar estrategias racionales en el control de enfermedades.

El ciclo genérico de patogénesis está constituido por dos subciclos (primario y secundario) y cuatro etapas fundamentales: supervivencia, multiplicación, dispersión e infección. Aunque se considera como ciclo genérico el representado en la figura inferior, existe un elevado número de ciclos diferentes y con distintas complejidades.

Por lo tanto en el ciclo vital del patógeno se alternan una fase interactiva con la planta y otra de supervivencia impuesta por la ausencia del huésped o por las condiciones ambientales.

En el caso de los hongos, la reproducción sexual suele estar asociada con condiciones ambientales adversas, tales como temperaturas desfavorables o agotamiento del agua o nutrientes. Cuando las condiciones ambientales son favorables y existe disponibilidad de nutrientes en abundancia, los ciclos que suelen predominar son los secundarios con su producción de esporas asexuales. Estos ciclos secundarios suelen ser los responsables de la mayor parte de los daños económicos.

El ciclo primario se inicia después de un periodo de inactividad (dormancia) del patógeno a partir del inóculo (unidad infectiva) producido por los propágulos o estructuras de supervivencia (inóculo primario).

Los ciclos secundarios se inician durante la etapa de actividad del huésped y del patógeno, a partir del inóculo producido tras la multiplicación del patógeno en las infecciones primarias (inóculo secundario). El número de ciclos secundarios, que determina la dinámica de la enfermedad, depende de la estrategia y capacidad reeproductiva del patógeno, de la población del huésped y de la favorabilidad del ambiente.

Los agentes fitopatógenos se clasifican en dos categorías principales, en relación con los ciclos de patogénesis que originan: monocíclicos y policíclicos. Los patógenos monocíclicos tienen un máximo de un ciclo (primario) por estación de crecimiento de la planta, mientras que los patógenos policíclicos tienen más de una generación por estación, pudiendo llegar a tener muchas generaciones por año, con solapamientos entre ellas.

La gran mayoría de los hongos fitopatógenos de suelo son monocíclicos. Sin embargo no todos los patógenos monocíclicos son de suelo, ya que se consideran monocíclicos numerosos carbones y algunas (pocas) especies de roya.

Distribución

Se llama distribución al transporte de un patógeno dentro de un área antes no invadida.

Algunos patógenos, como los nematodos, las zoosporas (de hongos) y muchas especies de bacterias se pueden desplazar por sí mismos hasta una cierta distancia y de esta forma se trasladan de un huésped a otro. Las hifas de los hongos y los rizomorfos pueden desarrollarse entre los tejidos que se mantienen unidos y, en ocasiones, a través del suelo en torno a las raíces adyacentes. Sin embargo ambos métodos de propagación son bastante limitados, particularmente en el caso de las zoosporas y las bacterias.

Las esporas de algunos hongos son expulsadas violentamente desde el esporóforo o esporocarpo mediante un mecanismo de presión que da como resultado la descarga sucesiva o simultánea de esporas hasta 1 cm o más de distancia por arriba del nivel del esporóforo.

Casi toda la distribución de los patógenos, de la que dependen los brotes de las enfermedades de las plantas, se lleva a cabo pasivamente mediante la participación de agentes de dispersión tales como el aire, el agua, los insectos, otros animales y el hombre.

Figura 20.1. Medios de dispersión de hongos y bacterias (Agrios, 2005).

Supervivencia

El establecimiento de un patógeno de plantas en una posición geográfica presupone su capacidad para sobrevivir, no solamente durante sus relaciones parasitarias con el huésped, sino también en la estación en la cual los huéspedes no están creciendo.

Los patógenos pueden sobrevivir entre periodos de cultivo por medio de estructuras especializadas de descanso, funcionando como saprófitos en el suelo, o en residuos de plantas, o viviendo en asociación íntima con algunas plantas vivas (huéspedes alternativos) o insectos.

Supervivencia mediante estructuras especializadas en descanso

Las estructuras permanentes de patógenos de plantas pueden ser tan simples como conidios o tan complejas como peritecas.

Aparentemente las ascosporas o conidios derivados de ellas, sirven para llevar el patógeno, causando la lepra o abolladura de la hoja del melocotonero (Taphrina deformans) durante el invierno.

Los conidios de Alternaria solani, el patógeno del negrón de la patata y del tomate, sobreviven a lo largo de 18 meses en las hojas enfermas secas.

Las clamidosporas de paredes gruesas especializadas de Fusarium y otros "hongos imperfectos", las esporas de muchos hongos del carbón y las uredosporas y teliosporas de ciertas royas son importantes estructuras permanentes.

Algunos hongos sobreviven en forma de esclerocios en las estaciones desfavorables. El hongo omnívoro que produce la podredumbre algodonosa de las habas, lechugas, etc. (Sclerotinia sclerotiorum), puede sobrevivir años en una atmósfera seca. Sin embargo decae rápidamente en suelo caliente húmedo.

Supervivencia como saprófitos

La capacidad de sobrevivir saprofíticamente permite sobrevivir a muchos patógenos de plantas en ausencia de crecimiento de plantas susceptibles.

La fase de supervivencia saprofítica generalmente tiene lugar en el suelo y afecta tanto a patógenos de suelo como a patógenos de partes aéreas que sobreviven en los restos vegetales.

Rhizoctonia solani y Pythium debaryanum (que causan marchiteces de plantulas de semillero (o caída de plántulas) y podredumbre de raíces) son habitantes del suelo, parásitos no especalizados, con una amplia extensión de huéspedes, y son capaces de sobrevivir indefinidamente en el suelo como saprófitos.

El balance microbiológico en el suelo afecta marcadamente a la supervivencia como saprófitos de los patógenos,

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