Ser terapeuta, la persona frente al paciente

Ser terapeuta, la persona frente al paciente

Terapeuta etimológicamente es de origen griego y se compone del verbo cuidar, atender y de aliviar, más un sufijo de persona que sirve a alguien.

El terapeuta y paciente realizan un encuentro donde ambos se influyen inevitablemente, por un lado, el terapeuta posee los conocimientos y técnicas para aplicarlas en pos de la sanidad del paciente, y éste será quien abra paso a la guía de su terapeuta. Este encuentro arroja muchas más sutilezas que están presentes, por lo tanto, ¿qué otras influencias ocurren en esta intersubjetividad?

Si nos detenemos imaginariamente en este encuentro de espacio reflexivo de dos personas terapeuta y paciente, quiero pausar esta imagen y hacer visible, como si estuviera en el aire todo aquello que está ocurriendo de manera intangible y subjetiva en la persona terapeuta. Posteriormente me detendré en el paciente.

En este espacio se está armando una co-construcción donde en el terapeuta están ocurriendo inevitablemente sus sentimientos, pensamientos y percepciones en este encuentro, voceándose un sí mismo experiencial, remitiendo sus recuerdos imágenes y fantasías desde lo que observa y por otro lado el yo profesional, remitiendo hipótesis que va armando en esta observación e interacción. Por ello es importante el entrenamiento en conocer sus vulnerabilidades, verse a sí mismo y entenderse para ver y entender a otro, lo que no significa que el terapeuta no tenga material no resuelto o vivencias dolorosas, si no que el sentimiento actual de comodidad que tiene frente a los temas dolorosos mencionados en el encuentro.

El terapeuta al lograr alcanzar esta comprensión del otro, su propia subjetividad y la intersubjetividad causada en el encuentro, se entrelaza con el paciente, logra entrar en el punto de inicio del camino del paciente, formándose una mutualidad en la relación terapéutica, radicando en que el paciente reconozca en su subjetividad los afectos, atención e interés del terapeuta para abrir camino a aquellos causantes de su dolor; y posteriormente en su propia subjetividad. Este encuentro se vuelve una reciprocidad de ambos y el camino hacia la alianza terapéutica, en depositar en alguien responsablemente la confianza en el otro. Se vuelve un encuentro humano, asimétrico, por cierto, pero una influencia mutua desde el rol en que ambos se encuentran. Donde podría impactar en la vida del terapeuta y causar incluso a veces una resignificación de su mundo en este trabajo originado en este encuentro con el otro y con el sí mismo.

Lograr la alianza terapéutica es esencial en el camino de la sanidad del paciente, pero ¿qué otras cosas están influyendo en este encuentro intersubjetivo para obtener los mejores resultados en el paciente?, Si volvemos a la escena detenida del encuentro terapéutico y nos enfocamos en el paciente, están presentes otras variables.

Hay variables inespecíficas que se asocian a resultados positivos en el trabajo terapéutico; estas características son preexistentes en el paciente, las cuales debemos conocer desde el comienzo del proceso terapéutico ya que influyen en el tipo de tratamiento y en el resultado final; nos ayuda a tener determinadas expectativas para el terapeuta como para el paciente; sin embargo quiero destacar la importancia de la actitud del terapeuta en todo esto, que si ha de ser empática y respetuosa generaría una atmósfera positiva capaz mejorar su disposición personal cuando no está siendo adecuada, de motivar la participación, e incluso el compromiso en la autoexploración del paciente.

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