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XVII EL SIGLO DE ORO DE LAS CIENCIAS “LA FISIOLOGÍA”

maludchResumen1 de Junio de 2021

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íNDICE

Contenido

íNDICE        1

XVII EL SIGLO DE ORO DE LAS CIENCIAS “LA FISIOLOGÍA”        2

BERNARDINO RAMAZZINI: UN PIONERO DE LA MEDICINA DEL TRABAJO        3

EL DESARROLLO DE LA MEDICINA EN CUBA ENTRE LOS SIGLOS XVI Y XVII        4

JUAN CORREA, UN CIRUJANO Y BARBERO INUSUAL EN LA NUEVA ESPAÑA DEL SIGLO XVII        5

“TOMAS WILLIS, NEUROANATOMISTA Y PADRE DE LA NEUROLOGÍA”        6

THOMAS SYDENHAM Y LA INDIVIDUALIZACIÓN DE LA ESCARLATINA        7

SIGLO XVII        8

CONCLUSIÓN        9

REFERENCIAS BIBLIOGRAFÍCAS        10


XVII EL SIGLO DE ORO DE LAS CIENCIAS “LA FISIOLOGÍA”

Una de las ramas de la medicina que debe en gran medida su desarrollo a los estudios médicos y científicos del Renacimiento es la fisiología. Los nuevos conceptos nacidos en la anatomía tras los trabajos de Vesalio; los principios de la mecánica consecutivos a los estudios de Galileo y sus continuadores; el uso de la razón de Descartes y el método experimental e inductivo de Bacon; la nueva forma de enfrentar los fenómenos químicos planteada por Boyle, introdujeron nuevos principios y conceptos en los métodos de investigación de las ciencias; entre los que se destacan el termómetro, el microscopio y el barómetro.

Uno de los primeros y a la vez más importantes fisiólogos fue Sanctorius Sanctorius, su mérito principal es haber aplicado métodos cuantitativos y no solo cualitativos en la valoración del enfermo. Algunos han planteado que en la medicina griega se había comenzado a dar valor a algunos métodos de cuantificación, específicamente al pulso. Mantuvo amistad y correspondencia con Galileo. Precisamente a partir de los trabajos de este sabio sobre el principio de isocronía del péndulo creó el pulsilogium, primer método efectivo para determinar la frecuencia del pulso.

También a partir de los trabajos de Galileo creó el quizás más importante aporte a la medicina: el termómetro clínico para la medición de la temperatura corporal, no creó un solo termómetro sino tres diferentes, encaminados a determinar la temperatura en la mano, en el aliento y en la cavidad oral respectivamente.

Otro importante aporte de Sanctorius a la fisiología es haber planteado la presencia y dado nombre a la llamada transpiración insensible; para esto realizó experimentos consigo mismo, pesando la cantidad de comida ingerida y las excretas eliminadas, con lo cual demostró el mayor peso de lo ingerido que el de lo desechado. A partir de estos trabajos planteó la teoría de que las enfermedades eran producidas por los excesos o los defectos de la transpiración.


BERNARDINO RAMAZZINI: UN PIONERO DE LA MEDICINA DEL TRABAJO

Bernardino Ramazzini nació el 4 de octubre de 1633 en la pequeña ciudad italiana de Carpi, situada a 20 km al norte de Módena. Era el segundo de cinco hermanos. Su educación inicial la recibió de los jesuitas en su pueblo natal, donde estudió latín y griego. A la edad de 19 años se trasladó a Parma, ubicada a 60 km al este de Carpi, para lograr su admisión en la Universidad de Parma, donde estudió Filosofía. Tres años después inició sus estudios de medicina, graduándose a los 26 años como doctor en Medicina y Filosofía (1659). Esta doble formación académica le permitió combinar los campos científico y humanístico.

Es considerado como el iniciador de la medicina laboral. Estudió las enfermedades que contraían los trabajadores de su época: artesanos e intelectuales. No solo desarrolló aspectos curativos, sino que, adelantándose al período en el que vivía, reveló las primeras medidas de promoción, protección y prevención para evitar aquellas enfermedades. De esta manera, también inició lo que se conoce como la seguridad e higiene del trabajo.

Entre otros alcances, Ramazzini postulaba, que “la enfermedad no se conocía por los libros, ni por las ciencias fundamentales, sino observando directamente al enfermo en su lugar de trabajo y las condiciones en que lo realizaba”, razonamiento novísimo para esa época. Pero fue más allá, pues sorprendía al observar también las condiciones de vida del enfermo, esto es, su pobreza social. Como se trataba de trabajadores que realizaban una actividad en un ambiente determinado, se mostraba interesado por encontrar las causas que ocasionaban la enfermedad, lo que en realidad constituye la esencia de la medicina preventiva y social. Ramazzini demostraba así una gran sensibilidad y altos valores humanísticos.

Insistía en que los médicos debían preguntar en el interrogatorio del examen médico cuál era la ocupación del paciente. La segunda edición ampliada de su obra había sido enriquecida con nuevos capítulos, en los que trataba los nacientes oficios. Entre ellos, se destaca el capítulo sobre el estilo de vida de las monjas. Al respecto advirtió dos hechos salientes: la baja incidencia de cáncer cervical (uterino) y la alta incidencia de cáncer de mama en esta población, y concluyó que esta diferencia se debía principalmente a la abstinencia sexual, en el primero; y al escaso desarrollo hormonal, en el segundo. Observaciones como la anterior lo sitúan como un iniciador de los estudios epidemiológicos sobre el cáncer. Esta edición fue traducida -a lo largo de los años- a varios idiomas: francés, alemán, inglés, español, italiano, portugués, sueco, griego, polaco, ruso, japonés y otros, logrando una difusión mundial y un reconocimiento general a su contribución médica en este campo.

EL DESARROLLO de la medicina en cuba entre los siglos xvi y xvii

Los nativos de Cuba llamaban a las enfermedades axe, utilizaban terapéuticas sugestivas, evacuantes a través de vomitivos o laxantes, aislaban a los enfermos y practicaban la higiene a través del baño diario y el entierro de sus muertos. Conocían además las bondades medicinales de muchas plantas.

En el siglo XVII todavía persistía el problema de la falta de médicos, muchos de ellos fueron víctima de enfermedades como la fiebre amarilla. El Dr. Lázaro Flores fue el médico más notable e importante que ejerció en La Habana en el siglo XVII, gozaba de gran reputación por el celo y la inteligencia que ponía en la atención a los enfermos y su conducta fue ejemplar. Permaneció en la Villa hasta su muerte, el Dr. Flores fue además el autor del primer libro científico escrito en Cuba al publicar Arte de Navegar.

La fiebre amarilla debutó a principios del siglo XVII. Según todos los autores la epidemia más virulenta fue la de 1649, aunque no la única, estos altibajos tenían relación con el estado higiénico de la Isla, abundancia o escasez de lluvias etc. En 1635 el Cabildo de La Habana, en lo que se considera una de las primeras medidas sanitarias tomadas en Cuba, trató de prevenir la epidemia, pues discute y toma medidas para impedir la llegada de enfermos provenientes del exterior.

La tuberculosis también fue común en la época y en las Actas Capitulares del Cabildo de La Habana de julio de 1630 y de marzo de 1631 se pide que se investiguen las causas del aumento de los tísicos (término de la época al referirse a los aquejados del mal). Se ordenaba a los médicos notificar al Gobernador sobre los enfermos y fallecidos por este mal y que se proveyese de remedios a los que habitaban con ellos.

Otra enfermedad muy temida en la época era la lepra, que afectó también a Cuba, se plantea que los primeros casos se diagnosticaron hacia 1613, se achacó a la entrada de barcos negreros. Dicho en otras palabras, pudo ser traída de Europa por los viajeros, comerciantes y emigrantes. Se orientó tal y como se usaba en la época la segregación de los casos infectados, obligándolos a salir de la ciudad, aunque deambulaban por la Villa de La Habana, lo que trajo la queja de los vecinos, y el Cabildo se vio obligado a construir un Hospital para leprosos.

En La Habana se fundaron los primeros hospitales en 1530 y 1544 y en Bayazo en 1544. Para 1598 solo había dos boticas en La Habana, la de Sebastián Milanés en la Calle Real y la López Alfaro cerca de Desagüe. En cuanto al hospital de leprosos entre 1663 y 1668 se construyó uno en las afueras de la Villa en la caleta de Juan Guillén, también conocida como Caleta de San Lázaro por la presencia allí del leprosorio.

JUAN CORREA, UN CIRUJANO Y BARBERO INUSUAL EN LA NUEVA ESPAÑA DEL SIGLO XVII

Este artículo trata sobre la medicina del siglo XVII en México, centrándose en el cirujano Juan Correa. La medicina en ese siglo estaba mutuamente relacionada con otros oficios que hoy se consideran ajenos a la medicina o se consideran como otras carreras, antes eran multifacéticos (existían los barberos flebotomianos, los cirujanos latinos y los cirujanos romancistas, podía hacer desde un corte de cabello, barba, extracciones dentales, sangrías con sanguijuelas, estos recibían el nombre de barberos flebotomianos. También existían propiamente los cirujanos latinos, quienes se diferenciaban de los anteriores por sus conocimientos del latín cirugías más complicadas y conocimiento de remedios para enfermedades más complejas.

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