Modelos economicos de procesos electorales
JESUS FELIPE HUARANCCA OCHOAMonografía26 de Agosto de 2025
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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN ANTONIO ABAD DEL CUSCO
Facultad de Economía
Escuela Profesional de Economía
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Economía Política
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- Docente: Palacios Mamani Carlos Eduardo
- Integrantes del Equipo N° 5:
- Condori Machacca Jhon Nestor
- Espirilla Quispe Enrique Lizardo
- Huaranca Ochoa Jesus Felipe
- Pareja Huaman Anyeli
- Quispe Palomino Stefania
- Semestre académico: 2025 - II
Cusco - Perú
2025
MODELOS ECONOMICOS DE PROCESOS ELECTORALES Y/O DE CLASE
Introducción
En el presente informe daremos a conocer las principales corrientes teóricas que explican el comportamiento electoral, superando la visión reduccionista del voto como una decisión puramente racional. Se abordan tres enfoques centrales: el modelo de elección racional, que interpreta al votante como un agente que busca maximizar beneficios individuales; los modelos de clase y economía política, que vinculan las preferencias electorales con la posición socioeconómica y el respaldo a políticas redistributivas; y los aportes de la economía del comportamiento, que incorporan factores emocionales y sesgos cognitivos en el proceso de decisión.
Mediante el análisis del caso peruano, particularmente en las elecciones del 1991 y 2021, se evidencia cómo variables como los ciclos económicos, la inflación, el desempleo y las medidas redistributivas interactúan con las motivaciones individuales y colectivas, revelando la complejidad estructural que subyace en la relación entre economía y política.
2. Fundamentos Teóricos
2.1. Modelos de elección racional
Los modelos de elección racional, inspirados en el trabajo de Anthony Downs (1957), aplican principios de la microeconomía al análisis del comportamiento electoral. En este enfoque, los votantes, partidos y candidatos son considerados agentes racionales que buscan maximizar su utilidad bajo restricciones de información, tiempo y recursos.
Los votantes comparan las plataformas políticas en función de su cercanía ideológica y realizan un cálculo costo-beneficio, evaluando los posibles beneficios de las políticas (como mejoras en empleo o acceso a servicios) frente a los costos de participar en el proceso electoral (tiempo de informarse o acudir a las urnas). Por su parte, los partidos actúan como competidores estratégicos que ajustan sus propuestas para captar la mayor cantidad de electores, mientras que los candidatos planifican sus campañas de manera eficiente con recursos limitados (Abal Medina & Nejamkis, s.f.).
Un concepto central de este modelo es el teorema del votante mediano,que sostiene que en sistemas electorales mayoritarios, los partidos tienden a converger hacia la posición ideológica del elector ubicado en el percentil 50 del espectro político, con el fin de captar la mayoría de votos. Esto fomenta la moderación de propuestas y la adopción de posturas centristas.Sin embargo, el modelo enfrenta limitaciones en contextos con múltiples partidos o preferencias multidimensionales, donde factores como la identidad cultural, étnica o regional complican la aplicación del teorema. Por ejemplo, en sistemas fragmentados como el peruano, la polarización regional puede invalidar la noción de un votante mediano representativo (Abal Medina & Nejamkis, s.f.).
2.2. Modelos de clase y economía política
Los modelos de clase en la economía política examinan cómo la posición socioeconómica de los individuos determinada por su ingreso, ocupación o acceso a recursos moldea sus preferencias electorales y, en consecuencia, los resultados de los procesos electorales. Estos enfoques, influenciados por la economía política, destacan el papel de la desigualdad económica en la formación de coaliciones electorales. Las clases sociales tienen intereses divergentes: la clase trabajadora y los sectores de bajos ingresos tienden a respaldar políticas redistributivas, como subsidios, programas sociales o incrementos en el salario mínimo, que reduzcan las brechas de desigualdad ,la clase media busca un equilibrio entre crecimiento económico y bienestar social; mientras que las élites empresariales priorizan políticas de libre mercado, estabilidad macroeconómica y bajos impuestos para proteger sus intereses económicos (Cruz, 2015).
Un marco teórico relevante en este ámbito es la teoría de la elección pública, que analiza cómo las decisiones colectivas reflejan intereses económicos diferenciados. En democracias con alta desigualdad, los votantes de ingresos bajos o medios demandan políticas redistributivas, como impuestos progresivos o transferencias sociales, porque obtienen un beneficio neto. Por el contrario, las élites resisten estas medidas, favoreciendo un Estado menos intervencionista que preserve su acumulación de riqueza. Este modelo explica por qué los partidos de izquierda suelen ganar apoyo en contextos de alta desigualdad, mientras que los partidos conservadores atraen a sectores de mayores ingresos (Cruz, 2015).
2.3. Modelos de economía del comportamiento
Los modelos de economía del comportamiento ofrecen una perspectiva más realista del comportamiento electoral al reconocer que los votantes no siempre toman decisiones racionales, sino que están influenciados por sesgos cognitivos, emociones y limitaciones en el acceso o procesamiento de información. Este enfoque, popularizado por estudios sobre psicología económica, destaca fenómenos como el sesgo de confirmación, donde los votantes buscan información que refuerce sus creencias previas; el efecto de encuadre, que altera percepciones según cómo se presenta una propuesta y la heurística de disponibilidad, que lleva a los electores a priorizar eventos recientes o emocionalmente impactantes sobre datos objetivos (Altman, 2010).
En este marco, el voto puede adquirir un carácter identitario o emocional, más que utilitario. Los electores pueden guiarse por lealtades hacia grupos sociales, étnicos o religiosos, o bien por sentimientos como miedo, esperanza o indignación. Las campañas políticas contemporáneas explotan estos sesgos a través de estrategias de marketing emocional, mientras que la propagación de desinformación en redes sociales como las fake news refuerza prejuicios y contribuye a la polarización del electorado (El Deber, 2025).
3.Procesos Electorales y Economía en el Perú: Influencia de Variables Económicas en las Elecciones
Los procesos electorales en el Perú, al igual que en muchos países, están significativamente influenciados por las condiciones económicas, ya que los votantes tienden a evaluar el desempeño de los gobiernos a través de indicadores como el crecimiento económico, la inflación, el desempleo y las políticas redistributivas. Este fenómeno, conocido como el "efecto retrospectivo", implica que los ciudadanos premian o castigan a los candidatos según la percepción de la situación económica durante el período electoral. Este informe analiza cómo estas variables económicas han moldeado los resultados electorales en el Perú en los últimos años, con énfasis en las elecciones generales de 2021 y proyecciones para 2026, y establece comparaciones con dinámicas similares en otros países.
Crecimiento Económico
El crecimiento económico es un factor clave en las elecciones, ya que refleja la capacidad del gobierno para generar prosperidad. En Perú, el crecimiento económico ha sido un indicador determinante en las percepciones de los votantes. Por ejemplo, en 2010, a pesar de un crecimiento económico superior al 8% y una reducción de la pobreza a menos del 35%, la popularidad del gobierno de Alan García era de solo 32%, evidenciando una desconexión entre el desempeño económico y la aprobación política (PUCP, 2010). En las elecciones de 2021, el crecimiento económico se vio afectado por la crisis de la COVID-19, con una caída del PBI del 11% en 2020, lo que generó un contexto de descontento que influyó en la polarización electoral (Hokama, 2025). En contraste, países como Chile han mostrado que un crecimiento económico sostenido puede estabilizar el apoyo a candidatos pro-mercado, aunque en el Perú la fragmentación política reduce este efecto.
Inflación y Desempleo
La inflación y el desempleo son variables críticas que afectan directamente el bienestar de los ciudadanos y, por ende, sus decisiones electorales. En el Perú, la inflación ha sido históricamente baja, pero los picos de volatilidad, como los observados en 2021 con un tipo de cambio que superó los S/4.10 debido a la incertidumbre electoral, impactaron negativamente las expectativas económicas (Nolazco, 2025). El desempleo, exacerbado por la pandemia, alcanzó niveles críticos en 2020, contribuyendo a un aumento de la pobreza y al ausentismo electoral del 30% en la primera vuelta de 2021 (ONPE, 2021). Comparativamente, en países como Brasil, el aumento del desempleo en elecciones recientes (2018 y 2022) ha impulsado el apoyo a candidatos populistas, un patrón similar al observado en el Perú con la victoria de Pedro Castillo en 2021, quien capitalizó el descontento social.
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