Los afectos docentes en las relaciones pedagógicas
cholinDocumentos de Investigación18 de Febrero de 2024
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Maneras
de querer
Los afectos docentes
en las relaciones pedagógkas
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Ana Abramowski
PAIDÓS CUESTIONES DE EDUCACIÓN
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¿De qué amor estamos hablando? ¿Y entre quiénes? Del amor de los que no hablan, infans, o de los que balbucean, de aquellos que todavía no pueden expresarse plenamente con el lenguaje. Del amor de los más pequeños, de los más débiles, de los menos hábiles, que son también los más jóve nes y bellos, menos sabios y menos experimentados, pero también menos desencantados, disponibles. Del amor de aquellos que son mal queridos, que han decepcionado a
- otros, que se han vuelto ndifíciles de ama .
LAURENCE CORNU, Moverse en las preguntas
En este capítulo queremos detenernos en otro rasgo de la época actual: la proliferación de la imagen del sujeto débil, frágil e indefen so. Nos proponemos revisar las modaliaaaes"áevíñcufaéíon afectiva entre docentes y alumnos que, a partir de estas figuras, se promueven. En el capítulo anterior vimos que, en la era del amor líquido, la escuela tiende a asumir una postura sólida, reconociendo la existencia de vínculos débiles y frágiles pero en el afuera, más específicamente,
en la familiá. Esta fragilidad, cuando se observa en el ámbito familiar, es cuestionada y criticada como abandono y como falta. Pero no ocu rre lo mismo cuando el débil es el niño-alumno: ante él habrá una ten dencia al amparo y la protección.
- En el pasaje de Laurence Cornu que abre este capítulo es posible observar que en el amor entre un maestro y un ¡:il_umno aparece inme diatamente la fragilidad, la carenéia, eí déficit El amor es un senti miento que necesita de la falta del otro para poder ser (Zizek, 2001).1
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- "El amor es siempre amor por el Otro, en la medida en que este es deficitario; amamos al Otro por su limitación, por su indefensión" (Lizek, 2001: 169).
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MANERAS DE QUERER QUERER A LOS DÉBILES [pic 27][pic 28][pic 29][pic 30]
Pero la debilidad del pequeño no es simple, ni tampoco despierta un único e inevitable sentimiento. Hay debilidades que enternecen y lla man al cobijo mientras que otras dan cuenta de algunas dificultades que circundan al amor (un amor que no alcanza, o que está en un mal lugar, o que llega a destiempo, o que debería haber estado y no está).
Én este sentido, podríamos pensar que efectivamente hay una fra-· gilidad constitutiva del infans (del recién llegado), que necesita de la protección y del cuidado del adulto, pero que a esa inermidad "de ori
gen" parece hoy habérsele sumado una fragilidad propia de la época. Hemos identificado en las entrevistas un afecto docente que tiene esta particularidad: es un cariño hacia los niños-alumnos débiles, desafor tunados, que pasan penas, que sufren, que son víctimas de acciones uomisiones de adultos. Hay maestros que dicen que a esos chicos-los débiles, frágiles e indefensos- los quieren más, que son más fácilmen te cjúeribles, que se dejan querer, que "buscan;, que lós quieran.
Como nadie los quiere, entonces los quiere la maestra.
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Es más fácil querer a ese pobre al que nadie quiere, que no tiene ni padre ni madre, que tiene que ir a trabajarUnose encariña más
rápido... Ese pobre que nadie quiere, que está solo o que está muy aislad (A, maestra de 63 años).
Creo que hay desamparo de la infancia. Desamparo estatal, pero también _desamparo de los adultos (H., maestra de 48 años).
En este capítulo vamos a transitar entre la debilidad constitutiva de la infancia y cierto plus de debilidad propio de estos tiempos. Tenemos varias preguntas para hacernos, entre ellas: ¿qué tipos de víncu_los se construyen con la debilidad de por medio? ¿Por qué algunos maestros
sienten una especie de "debilidad por los débiles"? ¿Cuánto de nove:c dosa o no es la figura del niño-alumno débil y desamparado? ¿Acaso
el sufrimiento del otro en cuanto niño corimueve especialmente a los
docentes? ¿Conmueve como lo ha hecho siempre o hubo alg'una transformación en esta época líquida?
La "fabricación" de debilidades y sufrimientos
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Comencemos re ando una particularidad de estos tiempos que, en principio, va más allá de las paredes de las escuelas. Esta se esboza como una época en que pareciera que las personas vivencian altas cuotas de sufrimiento y una mayor sensibilidad ante el dolor; se esta ría dando una expansión de padecimientos que iría acompañada de una creciente intolerancia ante los mismos.
La preocupación por la vida emocional, por los sufrimientos, sus
causas y consecuencias, así como la generación de alternativas saluda
bles ante situaciones dolorosas, se inscribe dentro de lo que Eva lllouz (2007) llama estilo emocional moderno, que se configuró principal mente a través del lenguaje de la terapia que surgió entre las dos gue rras mundiales. En el siglo XX, gracias a la expansión del discurso psi
cológico, ha habido una democratización general del sufrimiento psíquico. Se generaron nuevos y sofisticados motivos por los cuales padecer, pues "la cultura terapéutica privilegia el sufrimiento y el trau- _ ma" y "en su centro está el culto a la víctima y la cultura de la queja": "Una infancia en la que no se recibió atención, padres sobreprotecto res, falta de autoestima, compulsión al trabajo, al sexo, a la comida, ira, fobias y angustia son trastornos 'democráticos' que ya no tienen una impronta de clase definida" (lllouz, 2007: 97-125). .
La narrativa terapéuticaz se ha impuesto de manera hegemónicaa
la hora de relatar las experiencias vitales contemporáneas. Esto .se obseNa en la multiplicación de espacios confesionales como los talk shows, los realíty shows y los grupos de autoayuda, en los que la iden tidad de los sujetos se construye principalmente desde la rel ación del
dolor. Pero la narrativa terapéutica no solo funciona a partir de dar rienda suelta a las variables emocionales sino que, af tener al bienes tar como meta principal, no hace otra cosa que patologizar gra des áreas de la vida cotidiana y del comportamiento de las personas que
anteriormente permanecían ajenas a la problematización psicológica. Es decir, com·o para alcanzar el bienestar en primera instancia hay que sentirse mal, el discurso psicológico "necesita" del padecimiento para
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- la narrativa es performativa, en el sentido de que reorganiza la experiencia_ en el acto de contarla (lllouz, 2007: 122-123).
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existir. Por lo tanto, la corriente terapéutica "irónicamente crea buena parte del sufrimiento que se supone que alivia" (lllouz, 2007: 137).
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