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Alturas de macchu picchu (analisis)


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2018  •  Tareas  •  3.902 Palabras (16 Páginas)  •  253 Visitas

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UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO RECINTO DE RÍO PIEDRAS

Alturas de Macchu Picchu

[pic 1]

Un análisis tímido

Yasmín Cruz Mejías

ESPA 4222 Seccción 003  .

Este trabajo es un análisis detallado de las doce partes que componen el poema Alturas de Macchu Picchu del fenecido Pablo Neruda. Comenta los diversos temas tratados en el mismo tales como la temporalidad, el olvido de la cultura antigua y la significación de las ruinas incaicas, entre otros.

Ante la aterrante timidez que me produce la poesía y los misterios que no me acaba de revelar, he aceptado cumplir con el pedido que se me hecho como pupila de las letras al intentar explicar lo que con mucho esfuerzo he logrado interpretar del magistral canto de Pablo Neruda: Alturas de Macchu Picchu. Advierto a la lectora que aún no he desarrollado hasta su máximo potencial la sabiduría heredada de la Madre Naturaleza, sus hijas las musas y del Padre Cervantes para la interpretación de la lírica, pero una fuerza muy inspiradora le grita a mi alma que me tire con tó y tennis y que quizás, sólo quizás, estoy más cerca de lo posible de lo que me atrevo a creer. Así pues, de aquí en adelante encontrará lo que Neruda me

dijo en su poema.

Al comenzar a leer esta edición[1] de Canto general mi instinto y mi temor me indujeron a leer el prólogo construido por Fernando Alegría, en el cual éste nos explica algunas inferencias considerablemente importantes para entender este poema de Neruda. En primer lugar, Alegría nos explica que Neruda intentaba distanciarse de su obra anterior (Residencia en la Tierra) y del tono melancólico y desesperanzado que predominaba en ésta. A su vez, por el exilio, había concebido la idea de realizar un extenso poema sobre Chile que luego con el tiempo abarcó más que su patria y acogió a toda América. Alegría explica que además de un trabajo para conectarse con otra voz poética es también el “reconocimiento de un proceso en el cual su poesía se transforma en expresión colectiva y dinámica de un humanismo socialista. Esta visión, a la vez histórica y cósmica, alcanza su forma definitiva en el poema ‘Alturas de Macchu-Picchu’”.  Luego, en su interpretación del contenido de este poemario, Alegría nos explica que la idea central de este poema gira en torno al “destino del hombre que habitó este mundo de piedra y construyó día a día la fortaleza de su propia muerte.” Entonces comenzamos a tientas la

lectura del poema.

En la primera parte del poema vemos una voz poética que se declara en el medio de la nada habiendo viajado mucho apartándose de su país. Podemos observar un intento autobiográfico, puesto que conocemos que Pablo Neruda

(pseudónimo que utilizaba pues su nombre en realidad era Neftalí Ricardo Reyes Basoalto y si este fuera mi nombre yo también utilizaría un pseudónimo) estaba exiliado de su natal Chile viéndose obligado a realizar una especie de éxodo por

Latino América; y al momento de escribir este poema se encontraba cruzando la

Cordillera de los Andes rumbo a Perú. Luego utilizando referencias al mito de Incarrí[2] (“[…] torre enterrada/ hundiendo su espiral más debajo de todas/ las hojas de color de ronco azufre”) y al mito del surgimiento del Cuzco, o sea el mito de Manco Capac y Mama Ocloc[3] (“hundí la mano turbulenta y dulce/ en lo más genital de lo terrestre.”), la voz poética nos anuncia que aquí comienza esta jornada lírica en la cual nos revelará los detalles de su epifanía: “y, como un ciego, regresé al jazmín/ de la gastada primavera humana.” Aquí claramente nos indica que partirá

de la juventud o el nacer de la humanidad.

Comienza la segunda parte hablando de cómo el ser humano destruye la naturaleza: una delicada flor nace entre la dura piedra, mas el hombre destruye la flor y la piedra para sus creaciones mundanas. El alma del hombre es lo único que puede apartarlo del mundo material que ha creado, pero el hombre insiste en quebrantarla con la cotidianeidad: “[…] pero aún/ mátala y agonízala con papel y con odio, / sumérgela en la alfombra cotidiana, desgárrala / entre las vestiduras hostiles del alambre.” Luego en la segunda estrofa nos dice como la angustia extinguió a los incas: “[…] La cólera ha extenuado/ la triste mercancía del vendedor de seres,”. En la tercera estrofa la voz poética nos revela algo que he identificado como un cierto sentimiento de culpa por haber sido vencido por el mundo moderno. Nos dice que quiso encontrar en su vida moderna aquello que lo conectara a su

pasado ancestral:

[…] en las calles de invierno de una ciudad o en un autobús o un barco en el crepúsculo, o en la soledad más espesas, la de la noche de fiesta, bajo el sonido  de sombras y campanas, en la misma gruta del placer humano me quise detener a buscar la eterna veta insondable que antes toqué en la piedra o en el relámpago que el beso desprendía. En la sexta estrofa nos hace entender que no pudo contenerse de escribir: “No tuve sitio donde descansar la mano”; que escribía este poema cual “[…] corriente como agua de manantial encadenado”. Entonces surgen como palomas mensajeras las

interrogantes que asedian a la voz poética:

Qué era el hombre? En qué parte de su conversación abierta entre los almacenes y los silbidos, en cuál de sus movimientos metálicos vivía lo indestructible, lo imperecedero, la vida?

La voz poética nos plantea aquí que, si bien los incas nos dejaron las ruinas a lo alto de Macchu Picchu, ¿qué cosa imborrable dejaría esta sociedad industrializada? Otra interrogante intrínsecamente relacionada a todas estas planteadas por Neruda es cuál es el verdadero propósito de la existencia y vida del hombre (o la mujer), o

sea, para qué.

La tercera parte del poema nos revela una preocupación por el hombre moderno y cómo éste ha olvidado su historia, lo que lo ha precedido. Lo que hace que este hombre industrial muera es que al olvidar su pasado mata y muere poco a

poco algo de él, algo que lo conecta a su prójimo:

El ser como el maíz se desgranaba en el inacabable granero de los hechos perdidos, de los acontecimientos miserables, del uno al siete, al ocho, y no una muerte, sino muchas muertes legaba a cada uno:

Aquí y más adelante la voz poética nos habla de cómo en un hombre, en su faena de trabajo, intentando sobrevivir y traer alimento a su hogar, al no poder recordar su pasado y no dedicarle tiempo a continuar la lucha por la libertad que otros tantos habían comenzado cientos de años antes, morían poco a poco esos tantos que habían vivido antes que él y con ellos poco a poco, pedazo a pedazo moría él también: “cada día una muerte pequeña, polvo, gusano, lámpara/ que se apaga en el lodo del suburbio, una pequeña muerte de alas gruesas”. También la voz poética nos hace sentir que a su vez él entiende la condición de este hombre moderno que debe preocuparse por sobrevivir al hambre o a la muerte: “y era el hombre asediado del pan o del cuchillo”; un hombre que trabaja: “[…] el hijo de los puertos, o el capitán oscuro del arado, / o el roedor de las calles espesas”. Finalmente, vemos como el transcurrir del día, el cumplir con las necesidades de un mundo moderno se convierte en la muerte de cada ser humano. Recuerdo que mi abuela siempre me decía al final de la noche cuando terminábamos de rezar: “Demos gracias a Dios porque sobrevivimos el día, mañana vamos pa’l otro.” Cuando leía estos versos: “todos fallecieron esperando su muerte, su corta muerte diaria: / y su quebranto aciago de cada día era / como una copa negra que bebían temblando.” no pude evitar recordar las palabras de mi abuela. ¿Cómo es que se vive un día trabajando y pensando cómo se llegará al próximo? Esa incertidumbre y temor al “qué comeré mañana”, “cómo llegaré al trabajo”, “con qué alimentaré a mis hijos” define y acompaña al hombre y mujer moderno(a) que muere en su presente y muere su pasado al no tener instantes para recordar lo que precisamente lo y la ha

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