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Analisis De Cuento


Enviado por   •  6 de Enero de 2013  •  1.899 Palabras (8 Páginas)  •  560 Visitas

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Análisis del cuento

Título de la obra: “Es que somos muy pobres “

Nombre de autor: Juan Rulfo.

Género al que pertenece: Narrativo.

Numero de páginas: 3 paginas

Editorial:

Acciones narrativas:

VIRTUALIDAD REALIZACION RESULTADO

¿Qué? ¿Cómo? Éxito:

Los padres de Tacha no querían que se volviera piruja. Con el hecho de que tuviera su vaca la salvarían de andar de piruja. Fracaso: porque avían perdido a su vaca y ella se iría de su casa

Funciones:

DISTRIBUTIVAS INTEGRATIVAS

Catálisis: quieren encontrar a la vaca para que Tacha no se vaya y se case bien. Indicios:

Narrador: preocupado por lo que pasa en su familia.

Tacha: triste por su vaca.

Papa: preocupado.

Mama: preocupada.

Nudos: se muestran preocupados por Tacha para que no ande de piruja Información:

Objetivo: salvar a Tacha de no ser piruja.

Tiempo: día, tarde. Madrugada.

Lugar: una casa cerca del rio.

Escenario:

Abierto porque habla sobre un rio y una casa que está cerca de él.

Ambiente: Social porque un problema social al no tener dinero y que pase esto los desastres naturales.

Atmosfera: Triste porque se muere su vaca y sus papas se encuentran preocupados por Tacha para que no se vuelva piruja, aparte no tiene dinero y se muere su tía Jacinta.

Personajes:

IMPORTANCIA CARÁCTER DESEMPEÑO EN LA OBRA

Principales: el narrador, Tacha. Individuo: Tacha.

Protagonista: narrador que es el que cuenta la historia

Secundarios: mama. Papa, y Serpentina. Carácter: narrador. Antagonista: Tacha

Ambientales: Jacinta, la Tambora, el becerro, las dos hermanas y el pueblo. Tipo: el pueblo. Objetivo o fin: que Tacha no se volviera piruja.

Trama:

Introducción: Aquí todo va de mal en peor. La semana pasada se murió mi tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos enterrado y comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como nunca. A mi papá eso le dio coraje, porque toda la cosecha de cebada estaba asoleándose en el solar. Y el aguacero llegó de repente, en grandes olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder aunque fuera un manojo; lo único que pudimos hacer, todos los de mi casa, fue estarnos arrimados debajo del tejaban, viendo cómo el agua fría que caía del cielo quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada.

Desarrollo: Y apenas ayer, cuando mi hermana Tacha acababa de cumplir doce años, supimos que la vaca que mi papá le regaló para el día de su santo se la había llevado el río

El río comenzó a crecer hace tres noches, a eso de la madrugada. Yo estaba muy dormido y, sin embargo, el estruendo que traía el río al arrastrarse me hizo despertar en seguida y pegar el brinco de la cama con mi cobija en la mano, como si hubiera creído que se estaba derrumbando el techo de mi casa. Pero después me volví a dormir, porque reconocí el sonido del río y porque ese sonido se fue haciendo igual hasta traerme otra vez el sueño.

Cuando me levanté, la mañana estaba llena de nublazones y parecía que había seguido lloviendo sin parar. Se notaba en que el ruido del río era más fuerte y se oía más cerca. Se olía, como se huele una quemazón, el olor ha podrido del agua revuelta.

A la hora en que me fui a asomar, el río ya había perdido sus orillas. Iba subiendo poco a poco por la calle real, y estaba metiéndose a toda prisa en la casa de esa mujer que le dicen la Tambora. El chapaleo del agua se oía al entrar por el corral y al salir en grandes chorros por la puerta. La Tambora iba y venía caminando por lo que era ya un pedazo de río, echando a la calle sus gallinas para que se fueran a esconder a algún lugar donde no les llegara la corriente.

Nudo: Y por el otro lado, por donde está el recodo, el río se debía de haber llevado, quién sabe desde cuándo, el tamarindo que estaba en el solar de mi tía Jacinta, porque ahora ya no se ve ningún tamarindo. Era el único que había en el pueblo, y por eso nomás la gente se da cuenta de que la creciente esta que vemos es la más grande de todas las que ha bajado el río en muchos años.

Mi hermana y yo volvimos a ir por la tarde a mirar aquel amontonadora de agua que cada vez se hace más espesa y oscura y que pasa ya muy por encima de donde debe estar el puente. Allí nos estuvimos horas y horas sin cansarnos viendo la cosa aquella. Después nos subimos por la barranca, porque queríamos oír bien lo que decía la gente, pues abajo, junto al río, hay un gran ruidoso y sólo se ven las bocas de muchos que se abren y se cierran y como que quieren decir algo; pero no se oye nada. Por eso nos subimos por la barranca, donde también hay gente mirando el río y contando los perjuicios que ha hecho. Allí fue donde supimos que el río se había llevado a la Serpentina, la vaca esa que era de mi hermana Tacha porque mi papá se la regaló para

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