Análisis de El sueño de una noche de verano

“Análisis de la creatividad del autor gracias al uso de la fantasía a lo largo de la obra”  

“El sueño de una noche de verano”, una comedia en cinco actos en verso y prosa de William Shakespeare fue escrita alrededor de 1595. Esta comedia ha inspirado a músicos como, por ejemplo, a Félix Mendelssohn y a Benjamín Britten, y a cineastas como Ingmar Bergman o Woody Allen. Encontramos en ella varios temas principales: El amor, cuyo mensaje final es que no es siempre perfecto o recíproco; la magia y la imaginación, armas poderosas que defienden los beneficios de la armonía y la razón; los sueños y la fantasía. Esta última la podemos ver a lo largo de la historia, siendo representada por todo lo que rodea al bosque de las hadas. Aquí es donde Shakespeare saca su parte más creativa.  

A través de varias líneas argumentales consigue entremezclarlas entre sí, juntándolas al final de la obra, consiguiendo una comedia donde no se sabe qué parte es realidad y cuál es un sueño. Utiliza un mundo fantástico lleno de hadas y duendes que juegan con el amor y el desamor de los humanos cuando éstos entran en su bosque.

Una parte de la creatividad se refleja cuando el autor recurre al empleo de la metáfora de la naturaleza para identificar el paisaje con el estado de ánimo de los personajes, de manera que se puede mostrar verde y en su esplendor cuando se hace referencia al amor correspondido o se muestra agreste ante un amor no correspondido. Es una creación donde la realidad y la magia aparecen alternativamente, tan naturales como el día y la noche. Cuando la luna está llena, el mundo de los amantes y el mundo de los inmortales se funden en uno: a plena luz del día, los amantes tienen la mala suerte y no pueden completar su amor, pero cuando cae la noche, una serie de acciones causales transportan al protagonista a un lugar mágico, a un bosque donde las reglas desaparecen y todas las percepciones de la realidad desaparecen con él. La luna siempre presente en la noche y el bosque de los sueños son los factores escénicos más relevantes antes de crear esta oscilación entre lo que parece ser, lo que es y la realidad. Parece que en este marco casi desconocido, cualquier cosa puede suceder; la noche contrasta radicalmente con el día en Atenas. Las constantes alusiones a la vista y las dudas sobre lo que ven algunos personajes también ayudan a crear este clima fantástico.

También el reflejo de las fuerzas de la naturaleza en el bosque por medio de las hadas y los duendes contribuye a estar en un mundo fantástico.

Otro fragmento imaginativo aparece con la magia. Ésta se nos muestra cuando aparecen las hadas, consiguen ser el elemento central para crear una atmósfera de fantasía. Ellas demuestran el poder sobrenatural del amor y establecen un mundo que parece un sueño. A través de ellas se manifiesta, por ejemplo, con la poción de amor, imitando las voces de otros, o intercambiando partes humanas por partes de animales; además, no pueden ser vistas. Dicha magia, a su vez, se entremezcla con los sueños, y es en el bosque donde estos elementos toman vida, consiguiendo crear unas situaciones totalmente absurdas e hilarantes, y otras tristes y oscuras. Sabe manejar muy bien estas escenas para mantener la atención del público, sin llegar a aburrirse o a distraerse de la obra, haciéndoles pensar en todo lo que pasa.

Shakespeare crea un mundo donde el hechizo se entremezcla con los sueños, y es en el medio del bosque donde éstos son los protagonistas. Y hay varios personajes que hablan en relación al sueño:

Hipólita dice:

“Cuatro días bien pronto se hundirán en noche;

cuatro noches bien pronto harán del tiempo un sueño”.

Y Demetrio, al salir del bosque, comenta:

“¿Estáis seguros

de que estamos despiertos?

A mí se me antoja que aún dormimos y soñamos”.

Consigue que el bosque sea un lugar mágico donde reina el caos, los enredos, las confusiones y ocurren cosas inexplicables.

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