Buen Docente

El educador es un mediador de la cultura siendo el representante de una sociedad. No es quien trasmite informaciones como creyó la escuela tradicional, ni es un sujeto pasivo como le asignó la escuela activa, dándole el término de facilitador o guía. El docente debe despertar las alas de los estudiantes, pues es evidente que un niño llega hasta donde su profesor le permita. Es así que se ha hablado muchas veces, que los niños no leen, no piensan, no interpretan o no argumentan, pero no se ha dicho algo más complejo como: qué tanto leen, interpretan y argumentan los docentes, porque como dicen los chinos “nadie da de lo que no tiene”, es decir, qué capacidades tiene para enseñar y para saber transmitir los conocimientos.

El educador, investigador pedagógico y director del Instituto Alberto Merani, Julian De Zubiría, refirió que: “El buen maestro es aquel que genera el desarrollo integral de sus estudiantes”, es decir, el que enseña a pensar, a expresar, a interactuar, a amar y a actuar, dando a entender que él es el punto clave e insustituible, que marca la diferencia en una aula y en la vida de cada uno de sus estudiantes.

Teniendo en cuenta lo anterior, un buen docente propende por lograr un impacto en los estudiantes y se esfuerza por alcanzarlo, dotándolos de herramientas para la vida, y por ello, lo que abordan se transfiere a otros campos y contextos, y no transmiten conocimientos que solo sirven para presentan un examen. Además, fomenta el pensamiento, las ideas propias y la originalidad en los estudiantes; caso contrario como el ejemplo que presentó la banda de rock británico Pink Floyd en su canción “Another brick in the Wall (Otro ladrillo en la pared), que muestra la exigencia a los estudiantes para que piensen y valoren como lo hacen ellos o como lo hace la cultura.

Por otra parte, aprender a ser un buen docente, además de esa disposición natural que posee, necesita de un compromiso de autoperfeccionamiento, de búsqueda, de investigación, de reflexión y estudio, que le ayude a mantener esa constante, porque aunque muchos se resisten a las capacitaciones y actualizaciones, ya sea por soberbia, pereza o porque deben laborar hasta dos y tres jornadas, también deben saber que nunca han aprendido lo suficiente para desempeñar la tarea que tienen.

Ahora bien, una de las maneras para lograr este cambio es incentivar el uso y la integración de las nuevas tecnologías. En la actualidad un docente puede compartir en segundos experiencias, metodologías, etcétera, con otros colegas en diferentes lugares del mundo y esto hace que haya un crecimiento, una mirada hacia nuevos horizontes, de una forma que antes era completamente impensable.

Entonces, la clave es conseguir abrir la mente del que está dispuesto a escuchar frente a una nueva forma de educar, que cambie la forma de aprender y de pensar de los estudiantes y que demuestre evolución. También, un modelo que abra las puertas, que permita aprender unos de otros, que se evalúe la eficiencia del docente y que todo eso esté coordinado en un curso o ciclo en un colegio, para lograr una calidad educativa.

De igual modo, la cohesión es muy importante porque aunque dos personas piensen diferente, si están cohesionados y saben trabajar, podrán llegar más lejos y lograr objetivos exitosos. Así como se enseña a los estudiantes que tienen que aprender a hacer las cosas en equipo, también los docentes tienen que aprender a hacerlo. No valen los que son francotiradores, es decir, los docentes que van por su cuenta haciendo cosas maravillosas y no creando equipo, pues lo que puede transformar la vida de un estudiante no es un profesor que está uno, dos o tres años en su vida sino un gran equipo de maestros que sí pueda estar marcando la vida del alumno durante 10 o 15 años. Después de todo, un colegio no funciona a través de una persona aislada sino

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