CUANDO TODOS DUERMEN, LOS RELOJES DESPIERTAN.
krito8055 de Marzo de 2015
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Entonces desperté y decidí de pronto, empezar a escuchar. Tomé el papel y el lápiz y esperé a que todos los sonidos empezaran a convulsionar en mi interior, pero nada ocurrió, sólo se escuchaba un silencio parcial, perturbado únicamente por el rozar del grafito sobre el papel moviéndose en la oscuridad de una luz azul. Para no escuchar ese grato silencio sepulcral comencé a acompañar mis pensamientos con el sonido de un tambor mientras algo surgía.Vino a mi como una revelación,mucho tiempo atrás descubierta, la necesidad de explorar los sonidos de mi casa y fui así lenta y misteriosamente perturbando cada rincón con mi curiosidad, un papel y un lápiz.
Al abandonar mi habitación inmediatamente se alzan ante mi dos puertas y decido inmiscuirme en la primera, sin que nadie lo note abro la puerta y me siento a yacer a que algo venga. En la inmediatez, parece que no hay vida allí y el silencio continúa , pero al escuchar con la perspicacia del oído siento como suena el rozar de cuerpos con el colchón y las cobijas moviéndose por la perturbación del sonido extraño que soy ahora, volviendo a recuperar la calma y estabilidad, estos cuerpos comienzan a emitir sonidos que se parecen a suspiros de alivio, o de queja, tal vez se están ahogando o reprochando es el ronquido leve del sueño tan leve que no supera el ruido que libera mi escribir.Me retiro de allí abriendome paso, directo a la segunda puerta. En esta habitación todo parece ausencia, no hay ningún ruido que la identifique más que el de una persona moviéndose ocasionalmente así que me dispongo a disfrutar de la absoluta quietud por un pequeño tiempo pero… un momento, se ha despertado, algo lo ha traído a la vida, ahora la habitación la invade el sonido de una conversación nocturna/diurna que no pretende hablar más que de sueños y luces rojas que titilan. Paulatinamente voy dejando que aquel ser vuelva a caer en el limbo para dejar sin prisas este lugar.
En el instante en que dejé atrás las dos puertas anteriores el aparente silencio que parecía ser recurrente se extinguió y en su reemplazo vinieron unos martilleos incesantes un poco desacompasados, una guerra del “alcanzame si puedes” diciendo tic-toc-tic-toc recordándonos el tiempo, tic-toc-tic-toc, desmesuradamente perturbador, y sin ponerse de acuerdo continúan en la eterna batalla hasta que algún día se acabe su batería o yo se la arranque por derecho propio a la tranquilidad .
Desafortunadamente esto no es todo, a medida que me voy alejando más de las puertas me encuentro más relojes que perturban el silencio de la casa más que mi lápiz y mi papel, aunque el tic-toc de algunos relojes no es más que el eco de mi noche/mañana, tal vez porque ya me he acostumbrado o tal vez porque he encontrado una tercera puerta.Sin pensarlo, la abro inmediatamente y en ella me encierro encontrando así el sonido del vacío (si algún día se llegara a oír), el sonido de todo lo inútil, ya que allí es donde está encerrado, el sonido de los objetos quejarse por ser abandonados que es un tanto espeluznante así que salgo de allí.
Dejando atrás esta tercera puerta me doy cuenta de que aún me falta visitar un lugar, la cocina. al entrar en el recinto escucho allí un tragedia más, el reloj que martillea más estruendosamente es el de ese lugar tic- toc- tic-toc dice: “En 10 minutos está listo el arroz” y a su vez un rugido eléctrico de un gran monstruo se levanta alrededor de la cocina pareciera que estuviera constantemente agonizando una abeja y sin mencionar que aquella tiene una mejor amiga que la acompaña en sus penas, imagínense el funeral en que han sido condenadas a vivir esas señoras neveras. Cansada de aquel escenario, corro a la tranquilidad de mi habitación sin darme cuenta de que ahora está menos oscuro el cielo de lo que estaba cuando me desperté.
Cierro entonces la
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