Ciudad Blanca

La leyenda de una Ciudad Blanca ha sobrevivido al paso de los siglos, alimentada por los relatos de voz en voz, menciones escritas y la abundante riqueza arqueológica de La Mosquitia hondureña. Ciertos arqueólogos se reunieron para concatenar sus diferentes puntos de vista y así poder aventurarse a la búsqueda de esta mitológica cuidad, ya que en los últimos años ha despertado un interés a nivel mundial.

Después de varias reuniones llegaron a un acuerdo, decidiendo que seis de ellos visitarían La Mosquitia hondureña, haciéndose llamar el club de Exploradores los Nómadas, para escuchar diferentes mitos de la población cercana y así enriquecer sus investigaciones científicas. Entre ellos había un arqueólogo llamado Davis Harrison que era un poliglota y que lograría comprender las lenguas nativas de la zona.

Cuando los arqueólogos llegaron al municipio más cercano del norte de Olancho y el sur de Colon, llamado Dulce Nombre de Culmí, contactaron a un grupo de guías llamados en estas tierras “Chanes”, con extensos conocimientos en dasonomía, el cual estos los acompañarían en su búsqueda por sus experiencias en la vegetación y en el terreno, y así encontrar pruebas sobre la existencia de la Ciudad Blanca.

Al llegar a la bella y espesa selva tropical se encontraron con diversas especies de árboles y animales (algunos de ellos pinos solitarios y dispersos sobre la serranía), entre las cristalinas y juguetonas aguas de caudalosos ríos y el aleteo de aves de singular plumaje, se hallan aun los restos de una desconocida y antigua civilización, ellos se sorprendieron al ver la forma en que se vestían, pareciéndoles una total anacronía.

En los siguientes días de la expedición avanzaban a lo más recóndito de la selva donde se encontraron con ciertos insectos desconocidos y uno de los guías que era entomólogo advirtió al grupo sobre las hormigas, que median aproximadamente cinco centímetros de largo con unas grandes tenazas, que al morderlos deja un veneno lo cual podría ser mortal, este se podría evitar ya que a cincuenta metros se escucha toser y se puede ver que viene la hormiga.

Siguiendo su camino sobre la selva decidieron dar un descanso para poder alimentarse, un poco después de 30 minutos uno de los arqueólogos, empezó a vomitar, cambiándole el color de su piel ocasionándole una fuerte gastralgia, los “chanes” rápidamente fueron a buscarle una planta medicinal para poder calmarle el dolor y así poder continuar con el camino hacia la Ciudad Blanca.

Los “chanes” llegaron rápidamente para darle un té que elaboraron con la planta medicinal, pero aun así su compañero se sentía débil y tuvieron que pernoctar en una pequeña cueva que se encontraron a 50 metros de distancia del lugar donde estaban, revisando que en esta no se encontraran con animales desconocidos y asi evitar sufrir mordidas y enfermedades por estos,

...