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Comentario: A Dafne Huyendo De Apolo, Francisco De Quevedo.


Enviado por   •  15 de Junio de 2014  •  1.224 Palabras (5 Páginas)  •  5.279 Visitas

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A Dafne huyendo de Apolo (Quevedo)

A Dafne huyendo de Apolo es un soneto escrito por Francisco de Quevedo, poeta madrileño del siglo XVII conocido por su enorme cultura, su implicación crítica en la política de los Austrias, y sobre todo por su gran talento literario en prosa y verso, donde cultivó su ingenio que refleja el pesimismo ante un imperio español desmoronado por la intolerancia social de la Contrarreforma, la ineptitud de los monarcas en manos de sus válidos, y el hambre en las guerras.

Quevedo acudió al libro I de las Metamorfosis de Ovidio con la intención de aprovechar la conocida persecución de Dafne por el dios Apolo plasmada con todo lujo de detalles por Ovidio en el momento de su transformación en laurel. También acudió al soneto de Garcilaso de la Vega que enfocaba de un modo más renacentista esta escena de la divinidad mitológica griega, Dafne, y su trasformación en laurel, Garcilaso utiliza este mito para idealizarse en la frustración amorosa de Apolo, con la suya propia con Isabel Freyre.

Quevedo usó este mito para convertirlo en un aviso urgente al lector barroco sobre la perturbación del poder regente en su época.

En cuanto al contenido, la intención de Quevedo de hacer una crítica social fue desarrollada en este poema con una actitud satírica.

La voz poética primero avisa a la ninfa de que es perseguida por Apolo que quiere gozarla y después ésta se transforma astutamente en laurel para defraudar al perseguidor. Pero, dada la complejidad de este poema en especial y para facilitar su entendimiento, conviene convertir el resumen de su argumento en una traducción de la caprichosa simbología que lo articula y de los intrincados vaivenes de la acción.

La voz poética avisa a Dafne de que la persigue un “alquimista”, aquel que se afana por convertir el plomo de la flecha que tiene Dafne clavada en oro que es la flecha que a él le ha clavado Cupido, el hijo de Venus. A continuación se sorprende de que ella se mantenga tan “cruda”, adjetivo con el que refleja el trato de Apolo hacia Dafne como pura carne, un objeto sexual. La compara con el “murciégalo”. Luego remarca su huida tratando el Sol, apodo de Apolo pues es el dios Sol. Describe después las obvias intenciones del perseguidor pues la quiere violar en una selva tosca y ruda que choca con las cualidades del locus amoenus del Renacimiento. Y en la descripción de Apolo lo califica como un cazador excitado tras la pieza que lo satisfaga, pues si su aljaba suena es porque las flechas o rayos de Sol que utiliza siguen allí y durante la persecución se golpean entre sí provocando un sonido característico; luego trata su poca pericia para cazar pues “está su bolsa muda”, porque no suenan las monedas en el interior del contenedor.

El verso siguiente que le sigue se entiende según la expresión popular de Madrid (ciudad natal del autor) de la época “dar perro muerto”, utilizado para señalar al cliente que no abonaba el servicio a las prostitutas. Y de esta estafa quiere advertir a Dafne.

En el primer terceto, Apolo es “buhonero de signos y planetas”, un oficio bajo considerado algo primitivo y sucio que consistía en la venta ambulante de objetos usados de bajo valor, muchas veces robados en cualquier circunstancia. Ser buhonero de signos y planetas se refiere a que el sol (Apolo) sigue su órbita por los signos del zodiaco. Y viene cargado de bochornos pues está cansado por la frenética persecución a su huidiza víctima, trata también los cometas pues estos son rápidos como Dafne, y son los que le producen los bochornos al Sol.

En el segundo terceto

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