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Comprencion Lectora


Enviado por   •  4 de Enero de 2015  •  745 Palabras (3 Páginas)  •  1.319 Visitas

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LECTURA COMPRENSIVA

Los dos compadres

Éstos eran dos compadres: uno muy rico, el otro pobre. Muy aficionados los dos a las carreras, cada uno tenía su “bueno” (que es como la gente llama al caballo, o al gallo, Probados en la cancha o el reñidero).

Dizque el compadre Pobre llevaba ganadas muchas carreras; de todas partes llegaban los desafíos : él aceptaba, y donde iba allí ganaba; ya se corría la voz de que no habría quien le ganara al “bueno” del compadre Rico en cambio, así como ganaba perdía; unas veces sí, otras no…

Y ya dizque su dueño vivía molesto, y envidioso viendo que el otro no perdía nunca….

Un día no pudo más, y fue a visitar al compadre pobre.

-Vea, compadre – le dijo al Rico-; se me ha puesto que su “bueno” no ha de ser tanto como se dice por ahí… si no es cosa de malas artes, como no falta quien malicie. Y yo quiero salir de dudas.

-Y…compadre – dizque el pobre le había contestado con humildad-; si quieres salir de dudas… Fije nomás lugar y día.

¡La carrera se corrió! Dizque al principio el “bueno” del compadre Rico iba adelante, sacándole cada vez más ventaja al “bueno” del compadre Pobre… y ya todas las paradas se estaban volcando para el lado del Rico…. ¡Cuando quién le dice que, en eso, faltando ya poco para la raya, el compadre Pobre pegó un chirlo en el cogote de su “bueno”, que se estiró como goma… y todos lo vieron llegar a la raya sacándole medio cuerpo al “bueno” del Rico!

Dizque entonces los pocos que habían parado por el “bueno” del Pobre se llenaron de plata; sólo él, el Pobre, había salvado la parada, que era todo lo que había podido apostar.

Mucha rabia había juntado en aquella ocasión el compadre Rico, que resolvió tomar otro camino para salirse con la suya. Fue a visitarlo al Pobre en su casa. Empezó por las buenas:

-vea, compadre - le había dicho - ; he determinado comprarle su “bueno”. Diga no más lo que pide.

-No tiene precio, compadre – dizque le había contestado el Pobre con tranquilidad.

-¡Cueste lo que cueste! – había insistido.

-No porfíe, compadre. Ya le he dicho que mi “bueno” no tiene precio. No se lo vendo a nadie…por más plata que tenga.

Furioso dizque se había retirado el Rico, que juro que las cosas no podían quedar en eso; y decidió acabar de una vez, por la fuerza. Tanto lo persiguió al Pobre que un día esté, para librarse, determino alejarse del lugar, y así lo hizo montando en su “bueno”.

No cejó por eso en su antojo el compadre Rico, que montando en su “bueno”, continuo la persecución, sin cuartel y sin tregua. La distancia se iba acortando cada vez más… y ya el Pobre comenzaba a desesperar, porque también las fuerzas de

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