Comunicacíon Cientifica
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Ars Pharmaceutica, 41:1; 11-18, 2000
LA COMUNICACIÓN CIENTÍFICA: ¿ARTE O TÉCNICA? 11
La comunicación científica: ¿arte o técnica?
Scientific Communication: Art o Technique?
CAMPOS ROSA, J.
Departamento de Química Orgánica y Farmacéutica, Facultad de Farmacia,
Campus de Cartuja, Universidad de Granada, 18071 Granada.
E-mail: jmcampos@platon.ugr.es
RESUMEN
El último fin del científico es comunicar la información de la forma más comprensible y rápida y se necesitan algunas
pautas para cumplir este objetivo. Este artículo intenta orientar y responder a cuestiones que pueden surgir a los
autores que desean escribir artículos o exponer una comunicación oral, ahorrarles tiempo y asegurarles claridad y
coherencia. La exposición oral es una responsabilidad pero, también, es una oportunidad única que puede proporcionar
grandes satisfacciones, después de seguir un mínimo de reglas básicas.
PALABRAS CLAVE: Presentación oral, Diapositiva, Transparencia, Cartel
ABSTRACT
The ultimate aim of a scientist is to communicate information in the most understandable and expedient fashion, and
to accomplish this goal several guidelines are needed. This paper is intended to guide and answer questions for authors
who wish to write papers or to deliver oral presentations, to save them time, and to ensure clarity and consistency. Giving
oral presentations is a responsibility, but it is also an unique opportunity that can bring great satisfaction, after
following a minimun of a few basic rules.
KEY WORDS: Oral presentation, Slide, Transparency, Poster
INTRODUCTION
Cuando el pasado 3 de Noviembre la Doctora
María José Faus Dáder me comunicó que,
como miembro del Departamento de Química
Orgánica y Farmacéutica, se me había propuesto
para que contribuyera con una aportación a
este número extraordinario de Ars Pharmaceutica,
no me quedó más remedio que aceptar por varias
razones: 1) personalmente, es un orgullo
que se me brinde la oportunidad de participar
activamente en una fecha tan significativa para
nuestra Facultad, 2) en el ámbito colectivo, la
responsabilidad es todavía mayor por ser la
persona elegida de entre los dieciseis profesores
del Departamento y, 3) cuando uno se sienta
a escribir, tiene que hacer un examen sobre
lo que va a versar el contenido del trabajo,
reordenar y actualizar los conocimientos y desechar
los que han quedado obsoletos y esta era
una buena ocasión para esta operación de
limpieza.
En la Universidad todo lo que no vaya
encaminado hacia la mejora del currículum vitae
pasa a un segundo plano, quedando eclipsada
cualquier otra actividad, como la de redacción
de este artículo, por la acción frenética de publicación
en las revistas científicas de mayor
índice de impacto. Sin embargo, una vez dado
el primer paso quedaba por resolver otra cuestión
fundamental: ¿cuál podía ser el tema?
Siendo la audiencia potencial tan amplia y
heterogénea, ¿qué tema podría interesar a una
gran mayoría?
Los alumnos de nuestra Facultad, incluyendo
dentro de esta categoría a tesinandos y
doctorandos de las distintas disciplinas, son
componentes que pueden representar un por12
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centaje muy amplio de los potenciales lectores
de este trabajo. Por otra parte, aún no cayendo
dentro de estas categorías, absolutamente todos
tenemos la necesidad de comunicar nuestras ideas
científicas de una forma lo más atractiva posible.
Actualmente, la Facultad de Farmacia de la
Universidad de Granada oferta la disciplina “Metodología
científica en Farmacia” (que trata, entre
otros puntos, la fase de redacción del trabajo
científico) como asignatura de libre configuración.
A mi juicio, es un primer paso que pretende
cubrir este aspecto, tradicionalmente olvidado
en las facultades científicas.
La comunicación impregna prácticamente todas
las facetas de nuestras vidas personales y
profesionales. Ya, en el año 2000, los conocimientos
técnicos no son suficientes; se necesita
también la capacidad de comunicarse eficazmente.
Por tanto, éste podía ser un asunto que suscitara
el interés de un importante colectivo de personas.
La mayor parte de nosotros hemos aprendido
esta técnica por mimetismo de la capacidad
comunicadora de nuestros maestros, por lo que
no debe hacerse a partir del análisis de los errores
de los malos informadores y, en la mayor parte de
los casos, de una forma absolutamente intuitiva.
En los países anglosajones se cuida mucho el
entrenamiento frente a una audiencia del estudiante
de doctorado y, durante los tres años que
dura la realización de la parte experimental de la
Tesis Doctoral, debe exponer anualmente, de
manera tanto oral como en forma de carteles, los
resultados de su investigación. Una serie de premios
metálicos y académicos potencian la actitud
y predisposición del doctorando hacia este
tipo de actividades.
Con este pequeño artículo pretendo hacer
partícipes a los lectores de lo que he leído sobre
el tema y, sobre todo, de mi propia experiencia
y vivencias personales.
LA CIENCIA
Ciencia es una investigación sin fin buscando
descubrir hechos y establecer relaciones entre ellos.
En palabras de Einstein, “el objeto de todas las
ciencias es coordinar nuestras experiencias y aunarlas
en un sistema lógico”. Y Niels Bohr está
de acuerdo con esto cuando dice: “El propósito de
la ciencia es extender el alcance de nuestra experiencia
y reducirla al orden”. Realmente en ciencia,
el esfuerzo intelectual se dirige al descubrimiento
de un modelo, de un orden. Para el trabajo
científico se requiere el esfuerzo conjunto de toda
la persona, su observación, reflexión, experimentación,
imaginación y cierta medida de intuición.
La conveniencia para comunicarse es vital para
la misma existencia de la ciencia. El celoso secreto
con que los alquimistas ocultaban sus resultados,
condenaron sus esfuerzos al estancamiento y
retrasaron el nacimiento de la química. El que
surjan organizaciones científicas refleja que el
continuo crecimiento de la ciencia exige comunicación
entre los que a ella se dedican. El hombre
de ciencia de hoy se ve desbordado por la cantidad
de información que llega a él y de la que, sin
embargo, no puede disponer por falta de tiempo.
La literatura científica actual es inmensa. Cabe,
es cierto, una parcelación de la ciencia que delimite
un campo muy especializado a cada científico
o equipo de científicos. Pero por los intersticios
de las diversas especialidades se escapan,
sin que nadie los capte como significativos para
su parcela de trabajo, los mensajes científicos tal
vez más interesantes, porque abren perspectivas
nuevas a quienes acostumbran a moverse en ámbitos
de conocimientos demasiado estrechos. Para
satisfacer esta necesidad se cultivan, cada día más,
los estudios interdisciplinares (Aranguren, 1992).
En nuestra sociedad actual hay una “decadencia
de la palabra” de tal forma que estaríamos llegando
o, incluso, cayendo en las garras de una civilización
audiovisual (Aranguren, 1992). Por una parte,
el lenguaje hablado es reemplazado por la acción
mientras que, por otra, el lenguaje escrito retrocede
ante el lenguaje visual del cine y de la televisión.
El libro científico se ve más invadido de gráficos
y diagramas. En definitiva, nos encaminamos a una
organización visual de la existencia entera.
LA COMUNICACIÓN ESCRITA
Un experimento científico no se termina hasta
que no se han publicado los resultados. Por lo
tanto, para hacer ciencia hay, también, que escribir
ciencia. Cuando se es consciente de esta
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idea, a la vez tan simple y tan profunda, los
científicos deberíamos sopesar las palabras en
los manuscritos tan cuidadosamente como se
pesan los reactivos en la balanza. El estilo científico
no necesita adornos del lenguaje, debe
utilizar un estilo claro, sencillo, directo, aséptico,
que no emita juicios de valor, que evite
las ambigüedades, las dobles interpretaciones
y los mensajes contradictorios. El estilo científico
omite las palabras innecesarias. Una frase
no debería contener palabras superfluas,
mientras que un párrafo debería carecer de frases
inútiles. Las frases cortas son la forma más
fácil de escribir y, también, la manera más
sencilla de leer porque, normalmente, son claras.
Sin embargo, demasiadas frases cortas en
un renglón pueden resultar bruscas o monótonas.
La Tabla 1 resume las diferencias más
notables entre los estilos científico y el literario
(Gallo et al. 1997).
Tabla 1. Diferencias fundamentales entre los estilos científico y literario.
ESTILO CIENTÍFICO ESTILO LITERARIO
Informativo Entretenido
Racional Emotivo
Objetivo Subjetivo
Impersonal Personal
Concisión y claridad de datos Originalidad de estilo
Presenta una realidad vivida Crea una realidad no vivida
Cuando se escribe un artículo, deberíamos
contestar a las siguientes preguntas:
1) ¿Cuál es el propósito del artículo? ¿Se describen
resultados de investigación originales e
importantes?
2) ¿En qué medida es diferente el artículo de
otros publicados sobre el mismo tema?
3) ¿Cuál es la revista más apropiada para publicar
el artículo?
La respuesta a estas cuestiones facilitará tanto
la consecución de los fines como la redacción
del trabajo.
De la utilización que se haga del lenguaje
dependerá la calidad del trabajo. Para lograr un
uso correcto del lenguaje hay que cuidar tres
aspectos fundamentales (Huth, 1992):
1) La ortografía
2) La sintáxis: la construcción correcta de las
frases determina un lenguaje correcto. El hábito
de lectura y la práctica ayudará a mejorar la
redacción.
3) La puntuación adecuada es básica para la compresión
del texto y la fluidez en la lectura.
Una vez que se conoce la función del artículo
y se ha identificado a la audiencia potencial, hay
que organizar la información según el formato
estándar: introducción, detalles experimentales o
base teórica, resultados, discusión y conclusiones.
En algunas disciplinas la sección de los detalles
experimentales o base teórica se sustituye por la
de material y métodos. La razón de esta organización
es que, básicamente, sigue la secuencia del
método científico del razonamiento deductivo:
define el problema, crea una hipótesis, diseña un
experimento para ensayar la hipótesis, lleva a cabo
el experimento y extrae conclusiones. Además,
este formato permite al lector entender rápidamente
lo que se le presenta y encontrar fácilmente
la información específica. Esta capacidad es
crucial porque los científicos y los profesionales
no disponemos del tiempo necesario para leer toda
la información que cae en nuestras manos.
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LA PRESENTACIÓN ORAL
Cuando el mensaje es oral la comunicación
adquiere una nueva dimensión. La frialdad de la
información escrita da paso al contacto visual
entre el interlocutor y su audiencia. Nos movemos
en el mundo de la imagen, donde la simple
apariencia puede crear expectación. El estilo
relajado, informal y sobretodo, entretenido que
caracteriza a los programas de televisión se ha
convertido en un modelo para quién pretenda ser
un comunicador eficaz.
La empatía es la capacidad de asumir el punto
de vista de otra persona. Las personas empáticas
suelen sintonizar con las señales sociales sutiles
que indican qué necesitan o qué quieren los demás
y esta capacidad las hace más aptas para el desempeño
de vocaciones tales como las profesiones
sanitarias, la docencia, las ventas y la dirección
de empresas (Goleman, 1997).
Nosotros deberíamos enfocar una presentación
oral como una conversación en la que el ponente
lleva la mayor parte del peso mientras que la
audiencia, fundamentalmente, oye. Y, también,
habla al final de la exposición. El comunicador
experto nunca se referirá a su conferencia sino
más bien a su charla. De esta forma, la dicotomía
conferenciante/público se rompe y se acercan
las posiciones entre las dos partes. Dicho de
otra forma, el ponente tiende su mano amigable
a la audiencia en un gesto de aproximación con
la intención de que la comunicación fluya en los
dos sentidos en una atmósfera de confraternidad.
Llegado este caso, la audiencia se hace copartícipe
de la información a través de su interés, sus
gestos y sus comentarios y preguntas. De esta
forma, se mejora la compenetración entre las dos
partes y la eficacia de la ponencia mejora notablemente.
Cuando estamos encima de un estrado,
el ritmo de nuestros razonamientos tiene que
estar acompasado con la capacidad de asimilación
por parte de la audiencia. Ésta necesita un
tiempo para entender y apreciar los matices de
nuestra exposición. La audiencia no puede seguir
la exposición “con la lengua fuera” porque
la exposición de información se desarrolle a una
velocidad tal que es imposible de digerir. No es
posible mantener un nivel de atención adecuado
cuando existe el miedo, por parte del público
asistente, a que la ayuda visual sea arrebatada
antes de que se haya tenido tiempo para asimilarla.
Dos o tres errores de este tipo serán suficientes
para desviar la atención de nuestra audiencia.
Hay distintos elementos que hoy en día adquieren
una importancia capital en el éxito de
una charla: los cambios en la entonación del
lenguaje, el movimiento de las manos o el control
visual sobre la audiencia. Como ocurre con
la televisión, el tiempo es oro: debemos cumplir
estrictamente con las limitaciones de tiempo
impuestas y adecuar el contenido al espacio concedido.
En general, 10 minutos de charla equivalen
a 4 folios leídos. Para ello es fundamental,
además del conocimiento del tema, el ensayo
previo y concienzudo, evitándose todo atisbo de
improvisación. Ésta suele ser muy mala consejera
y únicamente se puede recurrir a ella cuando
el interlocutor goza de una amplia experiencia
en situaciones similares; aún, en estos casos, lo
que aparentemente y de cara a la audiencia puede
tratarse de una improvisación, probablemente,
se trate de una situación ya vivida anteriormente.
Ésta es la gran habilidad del interlocutor:
hacer espontáneo y natural una situación que, en
realidad, no lo es. Sin embargo, la frescura del
momento puede reconducir el fino y tenue halo
intercomunicador entre el ponente y su audiencia.
La comunicación oral, aunque con la misma
organización de un artículo, no está sujeta al
encorsetamiento del lenguaje escrito. Podemos
ser “más naturales” tratando de buscar el acercamiento
con la audiencia. Debemos de huir de los
extremos y no utilizar, por tanto, ni un lenguaje
excesivamente técnico ni exageradamente coloquial.
Muchas veces es más importante lo que
no debe hacerse que lo que debería hacerse; por
ejemplo, si una persona habla con marcado acento
de una determinada región, no debería intentar
hablar con acento neutro, como hacían los presentadores
de televisión hace veinte años. Probablemente,
la energía gastada y la tensión acumulada
podría deslucir el contenido de nuestra
exposición, además de que tendremos muchas
posibilidades de mezclar vocablos con nuestro
acento característico y con el otro más académico.
Tengo que decir que cuando se habla fuera
de nuestra región, nuestro acento particular es
un atractivo adicional por la distinta cadencia y
musicalidad con respecto al español que se habla
en otras partes de nuestra piel de toro.
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Los clichés y muletillas que se repiten con
una frecuencia mayor de la normal pueden descalificar
a un ponente. En este caso es muy probable
que algunos miembros de la sala pierdan
el interés sobre lo que estamos versando y se
dediquen a llevar la contabilidad de las veces
que hemos dicho la o las susodichas palabras.
Incluso si nuestro ritmo de repetición de vocablos
es frenético, no sería extraño que algún
miembro del público de las últimas filas fuera
elevando el tono de su voz en el recuento del
número de repeticiones para certificar las excelencias
de un récord que está a punto de batirse.
El antídoto contra este defecto es el ensayo, teniendo
como público a nuestros compañeros de
trabajo o familiares que nos informarán sobre
los aspectos mejorables de nuestra exposición.
De nuevo, evita la improvisación.
Hay conferenciantes que deslizan dentro de
su exposición vocablos ingleses, pretendiendo con
ello dar la impresión, por extrapolación, de un
conocimiento profundo de la lengua inglesa. Craso
error. Mi propia experiencia me dice que aquellos
que mejor hablan el inglés evitarán por todos
los medios la utilización de anglicismos. Al
margen de modas pasajeras y potenciadas por la
televisión, afortunadamente disponemos de un
idioma suficientemente rico como para poder
expresar nuestras ideas sólo con él, sin necesidad
de la utilización de tales recursos cursis.
A lo largo de una exposición soy partidario
de llevar a cabo los siguientes dos hechos: 1)
después de un razonamiento largo, mostrar una
diapositiva que resuma de una forma concisa el
procedimiento seguido hasta ese punto. De esta
manera se prepara a la audiencia para que se
concentre en el punto fundamental de la comunicación;
y 2) formular la correspondiente pregunta
(que es una de las ideas fundamentales de
la exposición) que ha de ser contestada como
consecuencia del proceso inductivo y deductivo
seguido hasta ese momento. Esta ligera parada
permite un breve descanso a la audiencia, además
de clarificar y definir uno de los objetivos
de la exposición. Esta es una técnica muy usual
de las campañas publicitarias que, al plantear
una pregunta en una valla durante un cierto tiempo,
crean el interés y la curiosidad de los potenciales
compradores, de tal forma que cuando el
nombre del producto ha arraigado suficientemente
entre el público, se desvela el misterio.
La creatividad es algo que cada vez se valora
más en las reuniones científicas. Hay muchas
formas interesantes de comunicar resultados y
datos estadísticos. Si manejamos ecuaciones resultaría
más didáctico concentrarnos en las consecuencias
que se derivan de las expresiones
matemáticas más que en su propia génesis. La
extracción de consecuencias químico-biológicas
a partir de expresiones matemáticas no es fácil
y, por ello, si se consigue, el reconocimiento por
parte del auditorio será mayor. En definitiva, hay
que mostrarse interesante: mantén el contacto
visual con el público que te oye, muéstrate relajado
y cómodo y sé gráfico en tu conversación.
En las reuniones científicas, cada charla se encuadra
dentro de un simposio que tiene un elemento
común. Por tanto, lo que vayas a comunicar
estará muy relacionado con lo que previamente
hayan expuesto otros interlocutores. Si,
en algún momento, te refieres a uno de ellos, la
audiencia comprenderá que tú, también, has estado
sentado en el patio de butacas como uno
más, recibiendo la información de otros ponentes.
Esta mezcla ayuda a la creación posterior
del ambiente de comunicación mutuo entre las
partes implicadas: interlocutor/audiencia y audiencia/
interlocutor. La Tabla 2 resume los problemas
más comunes que pueden descalificar a
una exposición oral.
Tabla 2. Errores más frecuentes en las comunicaciones científicas orales
1.- Presentación de los datos en forma fría e inexpresiva.
2.- Postura rígida del ponente con ausencia de movimientos corporales: ausencia de lenguaje
no verbal
3.- Falta de contacto visual con la audiencia.
4.- Vocalización monótona y lenta o muy rápida, sin cambios de inflexión de la voz.
5.- Utilización reiterada de muletillas en el lenguaje.
6.- Presentación del material de manera desordenada, sin unas conclusiones claras.
7.- Manejo inadecuado del micrófono.
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La presentación de una comunicación oral en
una reunión científica es un privilegio al alcance
de unos pocos que, por lo tanto, merece la pena
prepararse de forma concienzuda. Si todo sale
bien, nuestra figura saldrá reforzada frente a la
audiencia y, lo que es más importante, nuestra
propia autoestima se verá fortalecida y en mejores
condiciones de afrontar con éxito situaciones
más complicadas.
4.1.-El auxiliar de la Comunicación Oral
4.1.1.- Las diapositivas
El elemento central de la comunicación oral
es el propio ponente; sin embargo, hay un elemento
adicional que puede ayudar a mejorar o a
empeorar la calidad de la exposición: las
diapositivas. Deben utilizarse para apoyar la
palabra y nunca para reemplazarla. Son el guión
de lo que pretendes comunicar. Hay una serie de
reglas elementales que permiten mejorar la calidad
de las diapositivas:
1) La diapositiva debe ser simple y con no
más de una idea. El frenético ritmo de vida hace
que asimilemos las noticias en forma de titulares.
Una diapositiva complicada debe convertirse
en varias simples. Sustituye las columnas de
datos por gráficos y figuras.
2) Utilice los colores de una manera lógica.
El color facilita tanto el aprendizaje como la
comprensión. Sin embargo, demasiados colores
pueden distraer a la audiencia de la idea que
tratamos de transmitir. Como regla general, no
utilice más de dos colores a menos que use un
tercero para poner énfasis en algún punto concreto.
En general el color más llamativo debe
utilizarse para apoyar o destacar algo noticiable.
No utilice fondos de dibujos o rallas que pueden
quitar protagonismo a la idea que estamos tratando
de vender.
3) No incluya nada en la diapositiva que no
vaya a comentar. La diapositiva hay que
“trabajarla” durante la exposición, dirigiendo la
atención del público allí donde nos interese.
Deben ser autoexplicativas. Es una muy mala
costumbre, demasiado generalizada, el paso de
las diapositivas de manera rápida por haber superado
el espacio de tiempo que teníamos asignado.
4) Utilice la regla de los seises: excluyendo
el título, no incluya más de seis líneas y no más
de seis palabras por línea. Por otra parte, elija un
tamaño de letra adecuado que permita su fácil
lectura.
5) La cadencia de la exposición debe de ser
de una diapositiva/minuto.
6) No perder el contacto visual con la audiencia.
No hay que hablar a la diapositiva. En la
actualidad la amplia utilización de los punteros
de tipo láser nos permiten mantener nuestra
posición en el centro del estrado. Antes, con los
punteros de madera, al estar la pantalla en un
extremo de la sala, se obligaba al disertador a
desplazarse a un lateral con la consiguiente pérdida
del campo visual de, prácticamente, las dos
terceras partes de la audiencia.
El puntero láser también requiere su técnica.
Es un detector del estado de nerviosismo del que
habla. Hay que pulsarlo cuando se quiera concentrar
la atención de la audiencia hacia donde
lo dirigimos. Es un mal hábito la dirección del
rayo hacia ningún punto concreto de la pantalla,
describiendo sucesiones de círculos sin ningún
sentido y, por lo tanto, con una nula efectividad.
Además, cuando el interlocutor se vuelve para
mirar de nuevo a la audiencia, sin ninguna actitud
agresiva consciente, al mantener pulsado el
puntero puede dirigir el rayo hacia la audiencia
como si se tratara del maléfico Darth Vader tratando
de aniquilar a su hijo Skiwalker de la Guerra
de las Galaxias, el Imperio Contraataca. Resulta
cómico y lo he sufrido personalmente, al ser un
miembro más de la audiencia, vivir la actitud
defensiva de la audiencia, agachando las cabezas
para tratar de evitar al nocivo rayo rojo en un
movimiento acompasado del tipo de la ola que,
sin embargo, nada tenía que ver con las muestras
de ánimo y colorismo características de los
grandes acontecimientos deportivos.
He podido presenciar buenas exposiciones que
perdieron su primera impresión positiva debido a
que la persona detrás del atril fue incapaz de una
correcta finalización dilatando sin ninguna razón
convincente la última parte de la charla, tras repetidos
“en conclusión”, “finalmente” y “por último”.
Frente a este comportamiento, tenemos el
opuesto en el que el interlocutor con un escueto
y brusco “gracias” cercena su exposición. La última
parte de ésta debe servir para redondear la
exposición, enlazar los principales puntos y concentrar
la atención de los oyentes en el punto
principal. Las conclusiones representan, en suma,
la tesis o definitiva aportación del investigador a
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su campo de conocimiento y los puntos de partida
para nuevas investigaciones.
Villar (Villar, 1999) proporciona, en un breve
artículo, normas concretas de cómo diseñar
una buena diapositiva.
4.1.2.- Las transparencias
Básicamente las mismas normas que rigen para
la utilización de las diapositivas son válidas en
el caso de las transparencias. Presentan la ventaja
de su preparación prácticamente instantánea
pero, también, necesitan de una adecuada utilización.
Un poco de práctica nos permitirá tanto,
depositar la transparencia en el lugar adecuado
de la lente para que la visión por parte de la
audiencia sea la apropiada, como colocarla por
su cara correcta. La manipulación de la transparencia
para tratar de corregir los errores anteriores
nos harán perder credibilidad por parte de la
audiencia. Cuando queramos destacar un hecho
determinado, debemos cubrir con un trozo de
papel la información que, en ese instante, no
estemos utilizando e irla mostrando a medida de
nuestras necesidades explicativas.
El principal inconveniente radica en el tiempo
muerto que media entre la retirada de una
transparencia y la colocación de la siguiente.
Aunque el tiempo consumido es imperceptible
puede ser suficiente como para romper el ritmo
de nuestra exposición, dando una impresión de
comunicación a saltos. Esta dificultad se puede
evitar si seguimos manteniendo nuestra charla,
adelantando el contenido de la próxima transparencia.
Es una técnica parecida a la del fundido
de las imágenes cinematográficas.
4.1.3.- Cañón de vídeo
Las nuevas técnicas pueden ser de una ayuda
inestimable para mantener la atención de la
audiencia. Por ejemplo el cañón de video es
una excelente ayuda para ilustrar la
estereoquímica, para visualizar modelos
moleculares desde diferentes ángulos, o para
mostrar el acoplamiento de un fármaco al centro
activo de un enzima.
Hay que estar preparado para dar la charla
con otro apoyo como por ejemplo,
diapositivas, por si sucede cualquier incidente
que impida la utilización del cañón de video.
En éste último caso, prácticamente, no
supone un trabajo adicional el disponer de
las diapositivas cuando se tiene la información
guardada en el disco duro de nuestro
ordenador portátil.
4.1.4.- Cartel
Un cartel o poster, según la terminología
anglosajona, utiliza un modo de comunicación
diferente, va dirigido a una audiencia
distinta e induce un tipo de discusión diferente
de la que se deriva de una exposición
con diapositivas. Debe hacer un mínimo uso
de las palabras y basarse, fundamentalmente,
en información a través de la imagen. El título
debe ser legible a una distancia aproximada
de dos metros y el texto a unos sesenta
centímetros.
Los asistentes a una exposición oral constituyen
una audiencia “cautiva”. Por otra parte,
los asistentes a una sesión de carteles son más
variados y fluídos. Puede que hayan ido a buscar,
de manera específica, la información del
cartel o, en la mayoría de los casos, que pasen
por delante de él de manera accidental. El tiempo
dedicado a las preguntas en una comunicación
oral se suele restringir al final de la exposición,
mientras que con el cartel puede darse
un contacto más individual, extenso y animado.
CONCLUSIÓN
Un buen comunicador respeta suficientemente
a su audiencia como para preparar una exposición
organizada, concisa y clara. Además, suministrará
información relevante a los intereses y necesidades
de la audiencia y, durante la exposición
oral, procurará llevar a cabo los oportunos ajustes
que determinen las circunstancias particulares.
La exposición oral es una responsabilidad que
puede proporcionar grandes satisfacciones al
orador y a los miembros de su equipo. Es un
cometido que, como cualquier otro, se puede
aprender. Pero debe de tener un componente
artístico que ponga color al lenguaje; algunos
requisitos resultan imprescindibles: tranquilidad
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CAMPOS, J.
y equilibrio personal, concentración, conocimiento
profundo del contenido y de su hilo conductor y
conciencia clara de la presencia del auditorio y
deseo de comunicar con ellos.
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