Con hijos, todos menos iguales

Expression écrite ES                                                                           24.10.2016

Quentin Sandoz-Othenin

Redacción sobre un recuerdo de la escuela:

Dos chicos colgados para siempre

        Hace trece años empezaba mi primer año de escuela obligatoria. Mi madre me había llevado al colegio de mi ciudad. Yo esperaba solo delante de la puerta. No conocía a nadie ahí y era muy tímido a esa época. Por la primera vez en mi vida entraba en una clase y era muy estresante. Me había sentado al lado de un otro niño. Parecía ser tímido también y por eso no hablamos al inicio.

        Al empezar el curso, sólo escuchábamos a la profesora. Nos presentamos por la primera vez, comenzamos los primeros ejercicios, contestamos a las primeras preguntas. Era algo nuevo todo lo de las bases de la escuela, pero ese chico y yo respondíamos a todo lo que preguntaba la profesora. La confianza empezaba a llegar.

        Al final del curso, la profesora explicó que iba a dar cada día una pequeña pegatina para los dos alumnos más sabios que ella pegaría en una hoja colgada en la puerta. Como de casualidad, después de ese primer día de escuela, eligió al chico y yo. En ese momento, me dije que tenía que hablar con él. Como yo era tímido, sólo le dije: “Eh, intentaremos ganar las pegatinas de mañana también”. Y esa frase tan sencilla que sea tuvo su efecto porque empezamos a hablar mucho después del curso.

Esas dos pegatinas son uno de mis mejores recuerdos de la escuela porque, gracias a ellas, me hice mi primer amigo. Y no sólo un amigo, sino uno de mis mejores amigos con quien tengo ahora trece años de amistad, con quien todavía tengo contacto, con quien todavía salgo de noche todos los fines de semana, etc. En resumen, unas de las mejoras personas que tengo y que seguiré teniendo en mi vida.

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