Cronologia De La Retorica
24 de Noviembre de 2013
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Introducción.
A grandes rasgos se puede afirmar que la retórica es el arte que estudia y emplea el lenguaje con fines persuasivos. Parte de la idea de que para convencer a alguien de algo no es lo mismo decir las cosas de una forma que de otra; no basta con decir la verdad, tiene que parecer que se dice la verdad. Aquí entra en juego el concepto de verosimilitud, concepto que marca un antes y un después en la retórica griega, un aristotelismo y un platonismo, de los que hablaré más adelante.
El ensayo que presento es una descripción de los movimientos y trabajos retóricos más importantes en la época clásica, a saber, entre el año V a.C. y el V d.C. He intentado hacer un retrato de lo que fue la retórica y la crítica retórica (sobre todo en Cicerón) basándome en la ordenación cronológica de la obra de Murphy (1983), ordenación que, por otra parte, se repite en la de Carmen Bobes y otros (1995). El espacio que he reservado a mi interpretación apenas se reduce a esta introducción, a comentarios aislados y en notas al pie puesto que la investigación histórica queda lejos de lo que yo puedo hacer desde mis conocimientos actuales. No obstante, incluyo un eje cronológico que he ido construyendo a la par que el trabajo y que me ha servido para hacerme una idea de las interacciones entre los diferentes tratados de retórica dentro de su contexto cultural.
Los orígenes.
Según la antigua tradición que recogen Aristóteles, Ciceron y Quintilano, la retórica fue inventada por Córax, un habitante de la ciudad de Siracusa, hacia el año 476 antes de Cristo. Córax ideó un método de debate cuando se hizo necesario establecer las actuaciones judiciales en los procesos relacionados con las propiedades que eran confiscadas por los tiranos. Hay otra versión que dice que Córax empleó este nuevo arte en las asambleas políticas, no en los tribunales. Córax fue conocido por sobre todo por su doctrina de la <<probabilidad general>> que dice que de dos proposiciones una es más probable que sea cierta que la otra. Un ejemplo de cómo funciona esta doctrina de la <<probabilidad general>> es el pequeño extracto (en la contraportada de este trabajo) de un proceso judicial entre Córax y Tisias en el que el primero le exigía al segundo que le pagará sus clases de retórica.
Aunque Córax y Tisias son importantes, no debemos olvidarnos de los principales transmisores de las doctrinas retóricas en sus inicios, los sofistas.
Los sofistas.
Sofista significa literalmente portador de la verdad aunque, por su oposición dentro de la retórica, al punto de vista de Platón y Aristóteles y teniendo en cuenta el papel que jugaron alrededor del siglo V a. C. como transmisores del arte retórico merecen una explicación más amplia y precisa.
Se distinguen tres grados o grupos de sofistas:
1º.- Los sabios que transforman su sabiduría en leyes
2º.- Los estadistas, que aplican el saber a asuntos prácticos.
3º.- Los que tratan de enseñar a transmitir sabiduría o elocuencia.
Algunos sofistas emprendieron la tarea de enseñar la sabiduría (como Sócrates) o la elocuencia misma (como Gorgias) o una práctica combinación de ambas (como Isócrates). Como resultado de algunos excesos cometidos por maestros de la oratoria, como Protágoras y Gorgias, el término sofista adquirió un significado peyorativo. No obstante son precisamente Gorgias, Isócrates y Platón, las tres mayores aportaciones a la retórica clásica previas a Aristóteles.
Gorgias.
Gorgias dijo que la poesía es prosa con metro y ello se hace patente en sus fragmentos de prosa con numerosas figuras retóricas como es el comienzo del Elogio de Elena. En él se identifican figuras como el isocolon (miembros de la frase de igual longitud), el parison (paralelismo sintáctico), el paroemoeon (aliteración), el homoeoteleuton (semejanza entre dos palabras en el discurso), etc. Que forman parte del repertorio de figuras clasificadas por primera vez por Gorgias, y otras figuras ya apuntadas previamente (quiasmo, zeugma, etc.).
La obsesión de Gorgias en utilizar los sonidos para conseguir esta o aquella reacción en el oyente, aunque puede ser monótona, supone un paso adelante en la creciente preocupación de los griegos por teorizar acerca del discurso y sobre su capacidad persuasiva.
Isócrates.
Hizo de la retórica una asignatura básica en los planes educativos griegos de la época. Para él un buen orador, debía tener tres características; habilidad natural, práctica o experiencia y educación y añade que la habilidad natural precede a todas las demás. En su esfuerzo por crear un estilo prosístico y esencialmente artístico, Isócrates, popularizó la oración periódica. El fin del estilo periódico es aunar y poner en consonancia las expectativas lógicas de los miembros del auditorio. Proporcionando fragmentos de información esperaba crear una incertidumbre que se hiciera común a todos y que es equivalente a la tensión que Gorgias trataba de crear con los sonidos.
Isócrates rechazó a los sofistas y aunque abogaba por una cultura helénica basada en la racionalidad, creyó que el fin de esa cultura debía estar en la dimensión práctica y no en la dimensión intelectual como tal.
Platón.
Dejando de lado las decisivas aportaciones de Platón al mundo de la filosofía, destaca por el desarrollo que dio al método dialogado del discurso y por sus dos teorías sobre el valor de la retórica.
El dialogo socrático es una exposición en forma de conversación en el que Sócrates hace preguntas a un personaje importante de la época de manera que ambos exponen no sólo sus puntos de vista sino también su mismo estilo oratorio. Por ejemplo, en Protágoras, Sócrates, que es con quien se identifica Platón, bombardea con preguntas al sofista. Dice Murphy, citando a Lane Cooper, que los diálogos tienen cuatro partes;
1.- El argumento o desarrollo del conjunto.
2.- Los agentes en su aspecto moral (éthos).
3.- Los aspectos de razonamiento en los agentes (dianóia).
4.- su estilo o dicción (léxis)
El método dialogado está basado en el uso de la antítesis, o sea, proposiciones contradictorias para mostrar la necesidad de elegir entre una y otra.
Como he dicho antes, Platón defendió dos posturas acerca de la retórica. En la primera ataca furiosamente a la retórica, en sus primeros diálogos; Protágoras y Gorgias. En Gorgias sostiene que
La retórica es un simple truco para producir placer y satisfacción en el auditorio; una especie de adulación.
Tener el poder de mover las mentes de los hombres, es un mal, ya que a menudo se vale de la ignorancia de los oyentes.
La retórica no es un arte, sólo un instrumento como el saber nadar o cocinar.
Los maestros que saben de retórica dicen que un hombre que sabe de retórica será por ello virtuoso.
La otra postura que defendió, en el Fedro es contraria a la primera. Elogia a la retórica a la que define como el arte de ganarse o de encantar el alma por medio del discurso.
Se dice que los tres libros de la Retórica de Aristóteles son en la práctica un Fedro desarrollado. Platón anima a que se estudie no sólo el alma humana sino también los detalles de los argumentos, los tipos de lenguaje y los modos de exposición del discurso. Platón no proporcionó demasiados consejos prácticos, fue su discípulo, Aristóteles, el que mejor y más profundamente analizó el tema.
Aristóteles.
Aristóteles tomó como base las ideas de Platón pero difirió de él en muchos aspectos. Por ejemplo, rechazó la concepción de la retórica como un arte meramente empírico y de adulación política. Partiendo de la concepción de que la retórica debía contar también con los contenidos, planteó dos problemas; primero que la retórica carece de contenido propio y después que es capaz de defender al mismo tiempo dos opiniones opuestas sobre cualquier tema. Para evitar esta ambigüedad, la retórica debía basarse en la verdad, como la filosofía, pero no limitarse a ella, pues además debía tener en cuenta de un modo central a la persona a la que iba dirigido el discurso.
La obra de Murphy es muy esquemática en lo que a la Retórica se refiere y aún así, esta ocupa casi la mitad de su obra. A continuación, me dispongo a resaltar los puntos que me parecen cruciales en el estudio de Murphy.
Aristóteles define la retórica como la facultad de ver en cualquier situación los medios de persuasión disponibles. La retórica, como la medicina, no fracasa si no se consigue convencer al auditorio o si muere el enfermo; fracasa si no se encuentran y utilizan todos los medios disponibles para llegar a un exitoso fin.
Las pruebas son artísticas y no artísticas; las primeras aportadas por los hombres mientras que en las segundas el hombre sale en su búsqueda y las encuentra. Esta diferenciación parece el primer intento por separar lo que hoy llamamos argumentación de las pruebas objetivas. Las segundas pueden ser de tres tipos; éticas (ethos), que garantizan el buen carácter del orador para establecer su credibilidad, psicológicas (pathos), que llevan al oyente a un estado de ánimo dispuesto a aceptar los argumentos del orador y lógicas (logos), que configuran un caso o parecen configurarlo. Según esta división
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