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Cuales son Las siete artes liberales


Enviado por   •  8 de Diciembre de 2015  •  Ensayos  •  2.219 Palabras (9 Páginas)  •  330 Visitas

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Las siete artes liberales: el trivio y el cuadrivio[1]

(o de por qué tenemos que tomar ese curso de Español

que no nos sirve para nada)

For if you [the rulers] suffer your people to be ill-educated, and their manners to be corrupted from their infancy, and then punish them for those crimes to which their first education disposed them, what else is to be concluded from this, but that you first make thieves and then punish them.

-Sir Thomas More (1478-1535), Utopia, Book 1

En la Edad Media se había dividido la enseñanza universitaria en dos grandes etapas: el Trivium y el Quadrivium. Estos nombres equivalían a decir las tres y las cuatro vías por las que podían adquirirse todos los conocimientos (tri= tres; quadri= cuatro; vium = vías, caminos). El trivio comprendía: a) la Gramática,  b) la Lógica o Dialéctica y c) la Retórica; y el cuadrivio abarcaba: a) la Aritmética , b) la Geometría, c) la Astronomía y d) la Música. Juntas, las siete eran conocidas como las artes liberales, es decir: las que, por cultivar la mente, eran propias de hombres libres (en oposición a las artes serviles o manuales, propias de esclavos). El trivio es lo que hoy equivale a la formación humanística, mientras el cuadrivio representa las ciencias exactas.

En un plan clásico de estudios, los componentes del trivio —Gramática, Lógica y Retórica— se presentaban a los estudiantes con la intención de capacitarlos para aprender a aprender y, al mismo tiempo, a pensar de forma válida sistemáticamente. El trivio se enseñaba para que el estudiante primero aprendiera a reunir metódicamente los datos, que se encuentran dispersos y en bruto, en un conjunto coherente de conocimientos (Gramática); luego para que comprendiera dicho conjunto de datos mediante la eliminación sistemática de todas sus posibles contradicciones o falacias internas (la Dialéctica o Lógica); y, por último, para que aprendiera a expresar con prudencia ese conocimiento válido y la comprensión que ha adquirido en el mundo objetivo y real que le rodea (Retórica). Una vez que un estudiante estaba familiarizado con ese patrón procesal de tres vías, era capaz —y este es uno de los grandes valores del trivio— de aprender por sí mismo, con la mínima guía de un instructor o facilitador, cualquier tema establecido: las Matemáticas, la Geometría, la teoría musical, la Astronomía (que conformaban el cuadrivio clásico), la Física, la Química, la Historia, la Filosofía, etc.; más, incluso: era capaz de comprender plenamente cualquier tema de reciente desarrollo que le motivara, fuese en el plano sociopolítico, en el marco de las hipótesis científicas o en el de los análisis históricos y literarios, y así sucesivamente. En otras palabras, a través del proceso de aprender a aprender que le proporcionaba el trivio, y el estudio sustantivo de las materias que le ofrecía el cuadrivio, el estudiante adquiría el dominio de sus cinco sentidos y aprendía a pensar crítica y creativamente por sí mismo. Una ilustración del teorema de Pitágoras ayuda a visualizar el concepto:

[pic 1]

El primer aspecto del pensamiento sistemático es aprender los elementos de una proposición o tema con el fin de definir críticamente un problema o una oportunidad (esto se hace en las etapas de la Gramática y la Lógica). Una vez definido, se recurre al pensamiento creativo para resolver el problema o encontrar la manera de tomar ventaja de la oportunidad (como enseña la Retórica). Esto convierte al sujeto en un pensador independiente, en lugar de un seguidor de los demás. Al no poder organizar sus pensamientos propios, el seguidor o “pensador de segunda mano” (caracterizado, casi siempre, por una baja autoestima) tiene su contenido mental colonizado por varias de las llamadas “autoridades”: los medios de comunicación y la publicidad, los profesionales y políticos (algunos de los cuales pueden ser verdaderamente inescrupulosos), y los funcionarios, ya sean benignos o despóticos, que gobiernan sus escuelas y su lugar de trabajo.

El éxito, en este contexto, es producir individuos autosuficientes, críticos y creativos, equipados para atraer a sus vidas la abundancia intelectual, así como otra que se desprende naturalmente de ella: la material. La persona que nunca ha estado expuesta a este método, difícilmente es capaz de comprender la serenidad mental y la autoconfianza (es decir, la abundancia espiritual) que produce esta destreza de validar adecuadamente el pensamiento propio, así como el pensamiento y las doctrinas de los demás. No hay consejería ni psicoterapia capaz de generar la autoestima que se alcanza al tener la capacidad de orientarse en el mundo, tanto corporal como mentalmente, gracias al pensamiento racional propio, aplicado de manera sistemática. El patrón del trivio es la base de este sistema: proporciona un medio intuitivo para aprender nuevo material, no solo durante los períodos dedicados a la instrucción formal, sino durante el resto de la vida. Del mismo modo que el estudio y la práctica de la música permiten a las manos producir de forma intuitiva e inmediata una melodía en un piano, así el estudio y la práctica del trivio producen pensamiento crítico-creativo intuitivo y automático. Es un método para aprender a aprender, y por lo tanto, su alcance es ilimitado.

Hay entidades sociales dominantes, egoístas, que perciben como ganancia el que a la población general solo se le ofrezcan los protocolos (el conjunto de reglas y procedimientos) de una disciplina,  mientras ellas se reservan y controlan sus fundamentos, sus porqués. Una educación general, en cambio, persigue hacer accesible tanto la razón de ser de las disciplinas como los protocolos para su aplicación. La razón de ser o los fundamentos de una materia (lo que en inglés se conoce como el “rationale”) permiten comprender el proceso de pensamiento que condujo a cierta conclusión y al esbozo de unos resultados deseados. El "protocolo", en cambio, es solo el conjunto de instrucciones generadas para lograr dichos resultados. Al presentar solo los protocolos, la educación basada en los llamados “learning outcomes” es, en realidad, un mecanismo para controlar y programar mentes; desgraciadamente, ese es el objetivo –abiertamente admitido— de la enseñanza pública actual. Nuestro país está poblado por los productos de esa política educativa, de ese sistema de instrucción cuyo objetivo es la memorización, en vez de la comprensión y el discernimiento crítico. Estos "productos" o egresados del sistema escolar están programados para ser soldados obedientes, empleados dóciles, consumidores imprudentes de bienes y servicios y funcionarios acríticos de los intereses corporativos y estatales. Al no ser adiestrados para pensar de manera crítica y creativa, a los estudiantes se les estanca en el nivel más básico de lectura y pensamiento: el nivel de acatar instrucciones (por ejemplo, la lectura de un manual de procedimientos o la obediencia a los edictos y órdenes que se proclaman desde "lo alto", es decir, desde las esferas de “autoridad”). Privar a los jóvenes de la oportunidad de desarrollar su pensamiento crítico equivale a mantener en una infancia perpetua a aquellos a quienes se quiere someter.

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