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Cuando las lenguas se extinguen: Dilemas y posibilidades en la Amazonía peruana


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2015  •  Informes  •  1.211 Palabras (5 Páginas)  •  55 Visitas

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Cuando las lenguas se extinguen:

Dilemas y posibilidades en la Amazonía peruana.

Rosa Vallejos Y.[1][1]

Imaginen un paucar cantando en la rama de un árbol. Comentando la escena, un maestro secoya señaló en su lengua: Umupi tuiyë yëji’i, umu co’a yëhuoji i mamajëne “El paucar está cantando, está dando consejos a su cría”. Sobre la misma escena, una hablante kukama indicó: Ajan yapu mapɨrɨ, yatsapuari yutin mama tsemuta ya mɨma “El paucar es ocioso, está cantando mientras la madre alimenta a su cría”.

Las lenguas no son espejos del mundo, no reflejan la realidad objetiva. Los mensajes verbales son construcciones de los seres humanos sobre los eventos que perciben a su alrededor. Si pedimos a dos personas que observen un evento y reporten lo observado, es muy probable que los mensajes difieran, pues por sus conocimientos, experiencias, circunstancias, intereses, etc. prestarán atención a algunos aspectos por encima de otros y así construirán mensajes únicos. Si a esto añadimos que la lengua de los observadores en cuestión es bastante distinta una de la otra, las posibilidades de que los mensajes difieran se multiplican. Sus respectivas lenguas atraerán su atención hacia ciertos aspectos. Por ejemplo, algunas lenguas indican obligatoriamente la fuente de la información de todo aquello que se exprese (si lo escuchaste, si lo viste, si te lo contaron, si lo supones, etc.), otras clasifican las entidades sobre las que se están hablando (según su forma, consistencia, función, animacidad, género, etc.), otras prestan especial atención al momento en que el evento sucedió (pasado reciente, pasado mediato, pasado remoto, pasado mítico, etc.), entre tantas otras categorías. Estas diferentes formas de ver y hablar de lo “mismo” hacen parte de aquello a lo que nos referimos como diferentes formas de aprehender el mundo.

Queda claro, entonces, que una lengua, más allá de ser un medio de comunicación, representa un mundo de conocimientos, valores, sentimientos, memorias, aproximaciones a la realidad, etc., elementos fundamentales de la identidad de todo individuo y de todo grupo. Sobra añadir que, cuando una lengua muere, muere con ella una forma de ver el mundo.

Cada dos semanas, en algún lugar del planeta, muere el último hablante de una lengua minoritaria. Y si prestamos atención al tercer informe de la UNESCO (Moseley, 2010), es fácil darnos cuenta que las proyecciones para las próximas décadas no son nada alentadoras. De las aproximadamente 6700 lenguas que se hablan hoy en el mundo, alrededor de 2500 están en peligro de desaparecer al término del presente siglo. Solo en los últimos 60 o  70 años han desaparecido cerca de 200 lenguas. Pero mucha gente se preguntará: ¿por qué debería importarnos tales estadísticas? ¿Acaso no es más ventajoso hablar la lengua socialmente dominante en un país claramente excluyente como el nuestro? Quizás si exploramos un poco más sobre los múltiples factores detrás de semejante genocidio lingüístico podríamos elaborar nuestras propias respuestas.

De acuerdo a la UNESCO, todas las lenguas indígenas que se hablan en el Perú se encuentran en algún grado de peligro. Tal vez nuestra inmediata reacción sea cuestionar el hecho de que lenguas como el quechua o el aymara, con millones de hablantes, hayan sido catalogadas en situación de riesgo. Nos toca conocer, entonces, los parámetros considerados por la UNESCO para tal pronóstico.

Figura 1: Factores para evaluar el grado de vitalidad de las lenguas

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(Adaptado de UNESCO)

La historia reciente nos ha enseñado que solo el número de hablantes no garantiza la vitalidad de una lengua. Es imprescindible asumir una perspectiva holística para entender el problema. Tenemos que considerar, por ejemplo, la actitud hacia las lenguas tanto de los propios hablantes como de aquellos que no las hablan, su uso en las diferentes esferas de la sociedad, la transmisión de las mismas a las nuevas generaciones, la disponibilidad de descripciones y materiales para enseñar las lenguas y en las lenguas, pero por encima de todo las políticas del estado en torno a la protección y la promoción de las diferentes lenguas habladas en el país.

Al conjugar los nueve parámetros evaluados por la UNESCO (Figura 1), no es muy difícil pues concordar con las conclusiones en relación al Perú. A excepción del castellano, las 62 lenguas indígenas 23 encaran algún grado de riesgo. No obstante, el informe establece seis niveles de vitalidad lingüística, los cuales se encuentran en directa relación con los procesos de transmisión de la lengua de generación en generación. Como es de esperarse, las situaciones en el Perú varían desde aquellas en las que la lengua ha desaparecido por completo (Extinta), hasta otras en las que las posibilidades de mantenimiento son todavía alentadoras (Vulnerable).

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