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Cuento: La Granja De HawkSpot. Sabes por qué


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2014  •  Informes  •  696 Palabras (3 Páginas)  •  198 Visitas

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Aquella pareja de ladronzuelos les había robado ya dos corderos y tres gallinas. Los granjeros estaban desesperados. ¡No sabían qué hacer para cazarlos! Pero llegó el invierno y todo el ganado que andaba suelto por el campo fue encerrado en la granja.

La zorra acababa de parir once cachorros, y se preguntó, aturdida:

–¿Qué voy a hacer ahora? ¡Ni un triste pollito encontraré por estos alrededores!

El lobo, que había ido a felicitarla, le dijo:

–Mira, si te interesa, yo me quedaré con una de las zorritas hasta que la haya educado bien.

Y así fue como se llevó la que más despierta le pareció.

–Ánimo, ahijada –le dijo en cuanto estuvieron en la madriguera– mañana saldremos tempranito y empezaré por enseñarte lo que hay que hacer para llenar la barriga. ¡Ahora, a dormir se ha dicho!

Al día siguiente, al rayar el alba, el lobo la llamó:

–¡Eh, dormilona, hay que levantarse rápido y avivarse, que tenemos mucho trabajo por delante!

Caminaron un buen trecho y al llegar a lo alto del cerro vieron, allá abajo, una gran casa y un abrevadero junto a los cultivos.

–Padrino –preguntó–, ¿qué es esto?

–Ay, ahijada, aquello es la granja de los Babiecas, y tienen un montón de ganado: gallinas, conejos, cerdos, ovejas... Dentro de un rato saldrán a tomar agua. Escucha bien, atiende y haz, paso a paso, lo que yo te diga. ¿Ves aquel matorral? Siendo tan pequeña, podrás esconderte allí. No hagas el menor ruido ni te muevas. Si te oyen, nos perseguirán y no habrá banquete. Observarás cuidadosamente, y cuando veas qué animales salen a beber, me lo vas diciendo, bajito. Después, mirarás todo lo que yo haga.

La zorra se escondió y al cabo de un rato el lobo le avisó:

–Ya oigo ruido. ¿Qué animales salen ahora?

–¡Salen ovejas!

–No nos convienen. Mucha lana y poca carne.

–¡Salen cabras!

–No nos convienen. Mucho hueso y poca carne.

–¡Salen vacas!

–No nos convienen. Muchos cuernos y más peso.

–¡Salen yeguas y potrillos!

–Esto sí nos vendrá bien. Ahora tendrás que abrir los ojos y aprender lo que hay que hacer.

El lobo, despacio y agachándose, se acercó al abevadero. La raposilla no perdía detalle. Pronto, un potrillo gordo y lustroso se acercó al abrevadero. El lobo, decidido, con las patas remueve el agua violentamente y levanta una oleada de salpicaduras.

El potrillo, al sentir el chapoteo, cierra los ojos y el lobo, rápido, se le echa al cuello. Con el peso, el potrillo bajó la cabeza y el lobo, ¡zas!, lo mató de un mordisco. Nadie se dio cuenta de nada y el lobo hizo una señal a la zorrita para que saliese y lo ayudase. Entre los dos cargaron con el pobre potrillo y a la madriguera se ha dicho.

–¿Miraste

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