Cumanda, la novela romántica
Luis1984Tutorial23 de Septiembre de 2011
5.750 Palabras (23 Páginas)2.129 Visitas
CUMANDÁ, LA NOVELA ROMÁNTICA
DE JUAN LEÓN MERA
Juan Manuel Rodríguez
El romanticismo ecuatoriano
Rastrear los orígenes del romanticismo ecuatoriano nos conduce fundamentalmente hacia los centros europeos de la primera revolución industrial (1780) en compañía de los pensadores liberales (Locke) y de los escritores que se rebelaron contra el racionalismo e iluminismo francés (Lessing y Rousseau). Es en estos centros, Inglaterra, Francia y Alemania, en donde a finales del siglo XVIII se fragua el Romanticismo, y es también donde se preparan las ideas de libertad para exportarlas a las colonias latinoamericanas.
La Independencia americana, reacción de los terratenientes y de la alta burguesía comercial criolla contra la metrópoli, obedecía a ideales románticos y a intereses liberales . Las ambiciones económicas produjeron la Independencia; los ideales promovieron un Romanticismo decadente y tardío.
El credo romántico preconizaba una nueva postura del hombre frente a la naturaleza, la sociedad y la razón. Una gran fiebre de vitalidad desenfrenada animaba y alentaba a los espíritus que luchaban por derrocar los valores caducos del siglo XVIII. Un panteísmo naturalista regía los destinos de hombres y dioses, también los movimientos de los astros y de la más pequeña partícula del cosmos, y, en una evolución continua, vivían todas las formas del espíritu y de la materia. En esta visión poética y panteísta del Universo reinaba el sentimiento que debía ser cultivado en una educación sentimental para que, libre de ataduras morales y racionales, pudiese desarrollar su impulso natural de jugar, pues, como decía Schiller, “sólo juega el hombre cuando es hombre en el pleno sentido de la palabra, y sólo es plenamente hombre cuando juega .” La idea lúdica de la vida, aún hoy presente, se plasmó en una forma aventurera de existir y buscar lo exótico en los viajes por países desconocidos, que ahora denominaríamos hacer turismo ecológico.
El Romanticismo nacía como ideología de esa experiencia lúdica de tipo estético. Los románticos no produjeron un sistema coherente como los idealistas alemanes, pero con su experiencia estética fabricaron una ideología y una forma de vida que se encaminaría principalmente a la educación del hombre y de la sociedad 3.
En el Ecuador se conoció el Romanticismo a través de la corriente francesa (véanse no más las similitudes entre Atalá y Cumandá.) A pesar de ello, muchos de nuestros románticos fueron reaccionarios en política, defendiendo a la burguesía criolla, y revolucionarios en literatura, buscando una originalidad del continente contra las formas europeizantes, pero usando los mismos modelos y cambiando el espacio natural de sus producciones. La independencia política debía ser correspondida con una independencia cultural. ¿Cómo conseguirla?
Por un lado, América tenía que adaptarse a la ideología europea de la civilización para sentirse como parte del centro; por otro, era necesario producir obras bellas y transformar la naturaleza, decadentes aspiraciones de la burguesía en ascenso que necesitaba el reconocimiento de la metrópoli para asegurar una identidad a su extranjerismo y ajenidad. Además, la idea de nación brindaba proyección y futuro a la nueva historia que surgía de las cenizas de la Independencia. El programa parecía claro: crear una cultura original usando los modelos de Europa, producir belleza con miras a un futuro y alcanzar las grandes obras de los europeos para ser reconocidos como civilizados y con una identidad similar, pero distinta solamente en lo superficial.
“¿Es posible dar un carácter nuevo y original a la poesía sudamericana?”, se preguntaba Juan León Mera en su Ojeada histórico crítica de la poesía ecuatoriana. La respuesta fue la misma que ya habían dado Andrés Bello y Goncalves de Magalhaes: regresar a la naturaleza. El mundo telúrico ecuatoriano permitía un sorprendente marco de inspiración: variedad de leyendas, costumbres diferentes, regiones desconocidas, climas y pueblos exóticos.
No decimos que la literatura sudamericana deba nunca dejar de ser española por la forma y por la lengua; muy al contrario, nos place que se observen las leyes del buen gusto castellano, y somos entusiastas defensores del habla que trajeron nuestros mayores. Creer que la novedad de una literatura proviene del cambio de su parte material, es tamaño error porque es buscar el mérito en la superficie (...) La originalidad debe estar en los afectos, en las ideas, en las imágenes, en la parte espiritual de las pinturas, y todo en América abre el campo a esta originalidad 4.
En el mismo documento citado, Juan León Mera expone cuál sería la nueva actitud del escritor hispanoindio. Siempre el escritor, cara a la variada naturaleza, a la heterogeneidad de las costumbres, a las diferentes existencias del hombre sin desdeñar la lengua castellana, buscará la originalidad en la fuente inagotable de su espíritu, pues “en la variedad de naturaleza está la variedad del hombre5.” El programa de los románticos buscaba una originalidad en la variedad de la naturaleza y de su pueblo, en la idea de identidad nacional continental y en el sentido de futuro histórico una vez conseguida la emancipación política a través de la Independencia.
La descripción de la naturaleza, que comenzó con lo neoclásicos, fue ahora para nuestros románticos un deber que había de cumplirse religiosamente. Era un dogma que nuestros paisajes sobrepasaban a todos los demás en belleza6.
El dogma de la belleza paisajística sigue vigente.
Junto con la conquista del paisaje, el romántico se imponía la tarea de describir las costumbres de su pueblo y la reconstrucción de un pasado. Como no tenía una Edad Media hacia donde volver sus ojos ni una Antigüedad donde inspirarse, su Edad Media se inspiró en esa edad oscura de la colonia, y su Antigüedad, en el desconocido pasado indígena.
No es raro entonces que Juan León Mera sitúe su novela en la selva oriental ecuatoriana, que se desarrolle la historia en el tiempo de la colonia y que el culto a lo autóctono -Cumandá es una salvaje por educación, no por ancestro- sea parte fundamental de la novela Cumandá.
Juan León Mera
Nació en Ambato (provincia de Tungurahua) el 28 de junio de 1832. El padre había abandonado el hogar antes de que naciera Juan León; por ello la educación del niño recayó en la madre y en la abuela. En el retiro de Atocha, en una vida campestre, de estrecheces económicas y paz solariega, sucedieron los primeros años de su vida. No asistió a la escuela y su formación fue en gran medida de corte autodidacta. Desde su juventud, como él mismo escribió en las páginas de sus recuerdos, estuvo en contacto con los románticos españoles Martínez de la Rosa y Zorrilla. Mientras leía a los autores románticos dedicaba también muchas horas a pintar la naturaleza de su paisaje natal.
Mera se trasladó por un tiempo a Quito para aprender pintura. En 1852 conoció al poeta Zaldumbide con quien mantendrá una estrecha amistad. La primera publicación de Mera se efectuó en Quito en 1858 y llevaba el título Poesías. Trasladado a Baños, poblado cercano a Ambato y puerta hacia la selva ecuatoriana, inicia su trabajo La virgen del sol, leyenda indígena que se publica en 1861.
La tarea literaria la irá combinando con los cargos públicos. En repetidas ocasiones formó parte del Congreso Nacional y escribió la letra del “Himno Nacional del Ecuador”, en cuyos versos se ataca el señorío español a través de la imagen del “león”. En 1868 publicó la Ojeada histórico crítica sobre la poesía ecuatoriana. Los novios de una aldea ecuatoriana apareció, en parte, en 1872; Mazorra en 1875, y Cumandá en 1879.
A su muerte, ocurrida el 13 de diciembre de 1894, dejaba una enorme obra con más de cuarenta libros escritos. Juan León Mera incursionó en todos los campos de la literatura: novela, poesía, trabajos de historia, investigaciones sobre el folklore, estudios de crítica y textos de estudio.
La fábula de la novela Cumandá
Vamos a referirnos en primer término a la historia narrada en la novela. Cuando el autor manifiesta la génesis de este relato en la respetuosa dedicatoria a la Real Academia, nos declara:
Tras no corto meditar y dar vueltas en torno de unos cuantos asuntos, vine a fijarme en una leyenda, años ha trazada en mi mente. Creí hallar en ella algo nuevo, poético e interesante; refresqué la memoria de los cuadros encantadores de las vírgenes selvas del Oriente de esta República, reuní las reminiscencias de las costumbres de las tribus salvajes que por ella vagan; acudí a las tradiciones de los tiempos en que estas tierras eran de España, y escribí Cumandá; nombre de una heroína de aquellas desiertas regiones, muchas veces repetido por un ilustrado viajero inglés, amigo mío, cuando me refería una tierna anécdota de la cual fue, en parte, ocular testigo y cuyos incidentes entran en la urdimbre del presente trabajo.
Fue Mr. Richard Spruce, amigo al cual se refiere Juan León Mera, quien le brindó el tema de la novela. Veamos a continuación la fábula que se nos relata.
Una terrible guerra se entabla entre las feroces tribus del Oriente ecuatoriano. Mayariaga, jefe de una de las tribus en guerra, se encuentra sin el apoyo bélico de Yahuarmaqui, cacique de un bando neutral de indios. Yahuarmaqui, con sus leales, se retira del escenario de la guerra y se refugia en una de las márgenes del río Palora. Ahí, Yahuarmaqui recibe el saludo de alianza de diversas familias
...