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DISECCIÓN DE LA SOCIEDAD MODERNA


Enviado por   •  11 de Enero de 2014  •  Tesinas  •  3.301 Palabras (14 Páginas)  •  233 Visitas

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DISECCIÓN DE LA SOCIEDAD MODERNA

La constitución corta de la modernidad se remonta, según la interpretación que hace Esther

Díaz de Las palabras y las cosas45, al Renacimiento del siglo XVI y a la Edad Clásica desarrollada en los siglos XVII y XVIII. Por su parte, Martin Jay46 dice que la unidad renacentista entre la palabra y la imagen quedó sorpresivamente rota en la Edad Clásica, gracias a que se desplegó una confianza absoluta en la observación y a pesar de que no aparecía todavía “el hombre” como una construcción disciplinaria. Tal aparición tuvo su origen en el siglo XIX y su plenitud en el XX, expresando la preeminencia de la episteme47 moderna Foucault dice que por episteme es conveniente comprender el conjunto de relaciones que articulan en una época determinada, la diversidad de prácticas discursivas. Éstas son las acciones individuales y sociales congruentes con un discurso específico, y dadas según ciertas regularidades sobre los objetos. Las prácticas discursivas aceptan y rechazan determinadas proposiciones por su estilo, contenido y sentido, motivando a determinadas elecciones temáticas y a ciertos usos conceptuales y metodológicos.

La episteme del siglo XX se ha dado a partir de la construcción de los saberes científicos y de la imagen del hombre con base en un triedro epistemológico48. Dicho triedro se compone, como un trípode, de tres columnas: en primer lugar, se trata del pilar de las ciencias físico matemáticas que han posibilitado una visión legal y cuantitativa de la naturaleza y sus fenómenos. Aquí también se incluye el conocimiento matemático como contenidos que permiten desarrollos formales y abstractos, y dan lugar a alcanzar exactitud en el entendimiento de la realidad. El segundo pilar lo forma la reflexión filosófica y lógica.

Aquí se trata de la importancia que adquirió la sistematización de las teorías, su justificación deductiva, las inferencias a las que dan lugar y su axiomatización necesaria. Por último, el tercer pilar lo constituyen los saberes modernos que Foucault localiza en los conocimientos de la lingüística, la biología y la economía. Respecto de esta columna, se trata de los ámbitos de intersección de las regiones donde, a partir del lenguaje, la vida y el trabajo, se construye el conocimiento verdadero sobre el hombre y la sociedad.

Los saberes humanos constelan tres haces de fuerza que se entrecruzan posibilitando un conocimiento fértil y diversificado, social y antropológico. Los haces provienen de los conocimientos sobre el lenguaje, la vida y el trabajo. Así, desde el siglo XIX e inclusive antes, se estructuraron saberes triunfantes y, por lo tanto, verdaderos. La filología de Franz Bopp estableció el lenguaje como el reino de los signos, donde se forman todos los sistemas que gozan de sentido. En él, los gestos intencionales, los mecanismos y reacciones involuntarias e incluso los fracasos y lagunas, son significantes.

Con una fuerte repercusión moderna, Freud, en esta línea, habría borrado los límites del lenguaje tradicionalmente establecidos entre lo positivo y lo negativo, lo normal y lo anormal, entre lo patológico y lo que es socialmente válido, comprensible y comunicable. Asimismo, desde la Edad Clásica, la locura se configuró desde el espectáculo en el teatro de la sinrazón hasta convertirse, gracias a Pinel y a Freud, en una actividad auto-reflexiva con sesgo psiquiátrico, desarrollando contenidos que fueron útiles a la clínica y a la medicina moderna.

Georges Cuvier dio inicio a una nueva comprensión de la vida y su influencia sobre los acontecimientos sociales y culturales. Los órganos de un ser vivo fueron vistos por él atendiendo a sus funciones y a su estructura; las partes se hicieron interactivas y se comenzó a apreciar que las finalidades podían ser alcanzadas de varios modos. Con Cuvier, la vida apareció como la raíz de toda existencia, permitiendo dibujar a las organizaciones gregarias manteniendo relaciones continuas entre sí y con el exterior. Así, el dominio biológico apareció como una fuerza primitiva y como la ley de los seres. Pese a su aparente “fijismo”, en Cuvier el hombre se constela como un ser que se adapta, evoluciona, se somete al medio, borra desequilibrios y actúa según las pautas dictadas por la vida colectiva. Finalmente, sobre el trabajo, David Ricardo elaboró la noción de escasez que permitió conceptualizar la antropología y la historia. El hombre aparece aquí, como un ser con necesidades y deseos; alguien que actúa motivado por sus intereses y en búsqueda de ganancia, de manera tal que es inevitable agudizar los conflictos e instituir normas de vida económica.

La episteme moderna establece saberes triunfantes que se reputan como conocimiento científico y dan lugar a la erección de instituciones y formas variadas de poder. Sin embargo, como destaca Esther Díaz, Foucault, con el modelo del “triedro epistemológico” invita a efectuar, por ejemplo, críticas incisivas en contra de las “ciencias sociales"49. Estas ciencias estarían imposibilitadas de argumentar posiciones en contra de los ideales discursivos de la libertad, la salud, la transparencia del lenguaje, la utilidad del poder, la prioridad heterosexual o la unicidad del pensamiento occidental. Tampoco analizarían la finitud, no cuestionarían el juego de lo empírico, no bosquejarían lo impensable y trascendental, ni tematizarían al hombre al margen de las limitaciones antropológicas que aseguren verdades positivas para reafirmar sus supuestos.

Que los saberes modernos surjan en los intersticios del triedro epistemológico significa que la imagen del hombre se multiplica y enfoca desde infinitos puntos de vista. Sin embargo, la infinitud, la diversidad y el enfoque multidisciplinario terminan por borrarla. La sociología no sólo toma el modelo de la mathesis para respaldar cuantitativamente sus enunciados, modelo encallado entre la matemática y la economía, y que es muy útil para dar cuenta de procesos demográficos, hacinamiento, migración y violencia, pero que, lo mismo que la sociología descriptiva, es estéril para pensar algo distinto a lo que su propia carga teórica le permite ver, narrar y explicar. La sociología moderna es incapaz de volverse contra sí misma, contra las bases de su saber positivo que establece lo que debe trabajar; es un saber que obliga a justificar las cristalizaciones sociales y que sólo desde perspectivas genealógicas y arqueológicas que tradicionalmente rechaza, es posible criticar.

Asimismo, los complejos, las angustias y las ansiedades sobre los cuales teoriza la psicología, son la cristalización de la biología moderna enmarcada dentro del modelo clásico de la “historia natural” y del modelo “mágico” del Renacimiento.

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