Desarrollo Empleados Extraordinarios
whitecoco1325 de Abril de 2015
5.549 Palabras (23 Páginas)487 Visitas
En los últimos treinta años, la relación
entre los empleados y las
empresas ha cambiado de forma
dramática. Antes, los directivos
sólo esperaban de sus asalariados
presentarse en el lugar de trabajo y
hacer lo que se les mandaba, costase
lo que costase. Y la opinión predominante
era que los empleados
harían cualquier cosa por una nómina.
Sin embargo, hoy en día, los
trabajadores son mucho más exigentes;
esperan ser tratados con
justicia, recibir instrucciones claras
sobre sus cometidos, tener a su disposición
medios suficientes para
realizar su trabajo y recibir ayuda
en su crecimiento y desarrollo
como profesionales. Si estas condiciones
no se cumplen, lo normal es
que estén dispuestos a buscar otro
trabajo.
Por todo ello, los trabajadores son
conscientes de que su margen de
maniobra con los empleadores es
amplio. Consideran que la relación
laboral debe basarse en un beneficio
mutuo, y no exclusivamente
económico: los empleados aportan
sus conocimientos, experiencia y
talento, mientras que la empresa
debe proporcionarles oportunidades
para ejercer influencia, ganar
dinero, formarse y desarrollar sus
relaciones profesionales.
Si quieren conservar a estos empleados
de nuevo cuño, competir con
los líderes en sus respectivos mercados,
expandir su negocio y triunfar,
las empresas necesitan contar
con unos directivos hábiles en la
gestión del personal y capaces de satisfacer
la mayoría de sus necesidades.
Growing Great Employees
Según Erika Andersen, formar a los
directivos para que ellos, a su vez,
formen y gestionen adecuadamente
a sus empleados es una necesidad
que hay que llevar a la práctica.
Este libro representa la síntesis de
las experiencias que ha tenido como
formadora de directivos en su dilatada
carrera profesional. El libro
pretende cubrir todo el ciclo laboral,
desde la selección de candidatos
hasta su contratación y orientación
a través del desarrollo y cambio
profesional. Para cada elemento
del ciclo se ofrecen instrucciones
prácticas, con modelos sencillos,
ejemplos de la vida real y se sugieren
actividades autodirigidas para
cualquier ejecutivo que desee ensayar
sus ideas y pretenda crear un
ambiente de trabajo dinámico. La
aplicación de estos esfuerzos en los
empleados se verá compensada con
un éxito duradero para la empresa.
Desarrollar buenos empleados es
parecido a cultivar un jardín: se
necesita tiempo, buenas ideas, destrezas
y habilidades gerenciales. Y,
en ambos casos, el esfuerzo vale la
pena. Si las plantas se cuidan bien,
crecen y florecen; con los empleados
ocurre algo parecido: mejoran y
son más productivos. En el ámbito
laboral esto se traduce en estar
rodeado de personas motivadas,
autosuficientes y dispuestas a colaborar
en el desarrollo de la misión
de la empresa.
A continuación, veremos en detalle
algunas de las habilidades de la gestión
de personal que resultan
imprescindibles en la actualidad,
tales como: (1) saber escuchar; (2)
entrevistar a los candidatos con
nuevos métodos; (3) ayudarles a
empezar; (4) creer en el potencial
de los empleados; (5) delegar las
responsabilidades eficazmente; y
Un buen jardinero sabe que el
secreto de su oficio está en preparar
bien el suelo para la siembra. La
calidad de las plantas y del fertilizante
servirá de poco si esta primera
condición no se garantiza.
Siguiendo con el símil, para un buen
gestor de personal, preparar el
suelo equivale saber escuchar a los
que tiene a su cargo. Escuchar permite
a los directivos enterarse de
las preocupaciones, deseos y
malentendidos que puede haber con
sus empleados, además de darles
pistas de lo que son y de lo que son
capaces de hacer. Se trata de un
proceso que crea un ambiente de
mutuo respeto, donde las personas
se sienten valoradas y donde sus
opiniones son respetadas. Cuando
se les escucha de verdad, los
empleados tienden a ser leales, a
comprometerse con lo que hacen y
a derrochar entusiasmo para obtener
grandes resultados.
Saber escuchar proporciona a los
directivos una clara alternativa a
tener que lidiar con los problemas
de forma imprevista, además de ser
una oportunidad para permanecer
neutrales mientras se reúne la
información necesaria. Escuchar es
una habilidad que se puede aprender
y que, fundamentalmente,
requiere cambios en el comportamiento
de aquel que pretende
dominarla. Estos cambios consisten
básicamente en: (1) prestar atención
al interlocutor, (2) invitarlo a
hablar, (3) hacer preguntas y (4)
reafirmar lo escuchado.
Prestar atención al interlocutor.
Es un acto sencillo que la mayoría
de las personas hace de forma natural
e inconsciente cuando siente
curiosidad o se siente involucrada
en una situación determinada.
Saber en qué consiste, comprender
su importancia y hacerlo de una
manera consciente y coherente
sirve para despertar la curiosidad e
implicarse en lo que dice el interlocutor.
Hay una serie de elementos que sirven
para mejorar la atención del
que escucha: enfoque físico (contacto
visual, volverse hacia el interlocutor,
no distraerse con otras
tareas); enfoque verbal (no mantener
otras conversaciones -ni siquiera
por e-mail-) y enfoque mental
(hacer el esfuerzo para seguir el
pensamiento del interlocutor y
comprender sus sentimientos).
Invitar a hablar al interlocutor.
Igual que la habilidad anterior, invi
tar a alguien a hablar es algo que se
hace de una manera automática si
la persona está relajada, muestra
interés y mantiene una relación
amistosa hacia la otra persona.
Convertir esta habilidad en consciente
permite utilizarla en cualquier
momento para crear interacciones
más positivas y productivas.
Los elementos clave de la habilidad
de invitar a hablar a un interlocutor
también se agrupan en físicos y verbales.
Entre los primeros está asentir
con la cabeza y ajustar el lenguaje
corporal a las expresiones. En
el segundo grupo está el dominio
del lenguaje no verbal, frases que
animan y preguntas cortas que invitan
al interlocutor a empezar o continuar
a expresarse.
Hacer preguntas. Hacer preguntas
es un aspecto fundamental en dominio
de la técnica del saber escuchar
y, dependiendo de cómo y por qué
se hagan, pueden ayudar u obstaculizar
todo el proceso. Las preguntas
que torpedean la conversación son
aquellas destinadas a apoyar explícitamente
el punto de vista del que
formula una cuestión (por ejemplo:
“¿Verdad, que la distribución es el
principal problema de nuestra
empresa?”). Por el contrario, las
preguntas útiles, y que denotan que
realmente se está escuchando, son
aquellas que parten de la curiosidad
de la persona que las plantea y
expresan su disponibilidad a interesarse
por el punto de vista ajeno
(por ejemplo: “¿Crees que la distribución
es parte del problema que
tenemos en la empresa?”).
Un directivo interesado en ir más
allá de lo que sus empleados dicen
por sí mismos, incluso si ello contradice
sus propias opiniones, hace
preguntas que invitan a hablar al
que tiene enfrente. La interpelación
está destinada a recoger información,
expresa curiosidad y muestra
interés por la perspectiva del
interlocutor. Esto no significa que el
directivo tenga que abstenerse de
expresar libremente su propia
visión de las cosas, sino que no debe
disfrazarlo como si de una pregunta
prospectiva se tratara
Reafirmar lo escuchado. Esta última
habilidad es la que requiere un
Growing Great Employees
mayor esfuerzo consciente de
aprendizaje ya que se hace con
menos naturalidad que todo lo que
hemos comentado con anterioridad.
Su utilidad es muy grande, especialmente
cuando se trata de comprender
ideas complejas o nuevas o simplemente
mostrar que se ha comprendido
a la
...