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Doce Cuentos Peregrinos

tomon7 de Octubre de 2014

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Gabriel García Márquez: DOCE CUENTOS PEREGRINOS.

El autor de Doce cuentos peregrinos, Gabriel García Márquez, nació en 1928 en un pueblo llamado Aracataca. Novelista colombiano, guionista cinematográfico i corresponsal de “El Espectador” de Bogotá a Europa, fue cofundador de la agencia cubana “Prensa Latina”. Su primera novela, La hojarasca (1955), lo presento como el narrador más destacado de su generación, juicio reafirmado con la publicación de El coronel no tiene quien le escriba (1961). Siguieron Los funerales de la Mamá Grande (1962), relatos, i La mal hora (1962). Cien años de soledad (1967) es su obra más significativa: evocación mitológica del pueblo Macondo, es a la vez una reinvención de la historia latinoamericana. Ha publicado, además, Relato de un náufrago (1970), La triste e increíble historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada(1972), El otoño del patriarca (1975), novela sobre el tema del dictador latinoamericano,Crónica de una muerte anunciada (1981), basada en la historia real de un crimen, con la cual ha conseguido elevar el género periodístico a categoría literaria y que ha estado portada en el cine, y El amor en tiempos del cólera (1985), una historia de amor con un destino patético en clave de humor. En 1982 le fue concedido el premio Nobel de literatura.

Doce cuentos peregrinos es una obra con una larga historia. Cinco de los cuentos fueron formas periodísticas y guiones de cine, y uno fue un serial de televisión. Otro está basado en una entrevista grabada que le hicieron hace quince anos.

La primera idea se le ocurrió a principios de la década de los setenta después de un sueño mientras vivía en Barcelona (en el sueño asistía a su propio entierro con sus mejores amigos y a la hora de irse uno de ellos se dijo: «Eres el único que no puede irse». Entonces comprendió que morir es no estar nunca más con los amigos). Después de esto estuvo dos años tomando notas hasta que tuvo 64 temas. Fue en México, 1974, donde se dio cuenta que el libro no debía ser una novela sino una colección de cuentos cortos; quería hacer algo diferente de los otros tres libros de cuentos que había escrito, quería conseguir una unidad interna en el libro. Los dos primeros -El rastro de tu sangre en la nieve y El verano feliz de la señora Forbes- los escribió en 1976. El tercer y cuarto cuento le costó mucho escribirlos ya que se dio cuenta que era tan difícil escribir cuentos como novelas. En el 1978, México, perdió su cuaderno y lo estuvo buscando a fondo pero no lo encontró. Cogió y con mucho esfuerzo intentó escribirlos de nuevo, y evitando los cuentos que no le acababan de convencer obtuvo dieciocho cuentos. Pero no tardó mucho en darse cuenta que ya no los disfrutaba como antes y los archivó. Cuando empezó Crónica de una muerte anunciada, 1979, comprobó que entre libro y libro perdía el hábito de escribir por eso se impuso la tarea, entre 1980 y 1984, de escribir en periódicos de diferentes países hasta que después de muchas reflexiones se dio cuenta que aquello servía para cine y fue así como se hicieron cinco películas y un serial de televisión. Lo que nunca previó, es que le cambiarían las ideas de los cuentos después de la lluvia de ideas de creadores i directores de televisión con los que estuvo, hasta que un añomás tarde seis de los dieciocho temas fueron a la papelera, entre ellos el del funeral. Ellos son los doce de este libro. Cuando estuvieron listos para ser impresos, después de sus incesantes peregrinajes de ida y vuelta al cajón de la basura se dio cuenta que las ciudades europeas que había descrito las había descrito de memoria, entonces fue cuando decidió emprender un viaje por Europa para comprobar la fidelidad de sus recuerdos. Ninguna de las ciudades estaba igual, todas habían cambiado y, pues por fin, encontró lo que le faltaba para terminar el libro: una perspectiva en el tiempo.

En el regreso de aquel viaje venturoso, reescribió durante ocho meses febriles, todos los cuentos, hasta el punto de haber escrito el libro de cuentos que siempre había deseado y, a la vez, viviendo grandes experiencias.

Aquí están listos y salvo los dos primeros todos fueron acabados a la vez y en el libro se conserva el orden que tenían en su cuaderno de notas:

BUEN VIAJE, SEÑOR PRESIDENTE.

Llevaba el vestido azul oscuro con rayas blancas, el chaleco de brocado y el sombrero duro de los registrados en retiro. Tenía un bigote altivo de mosquetero, el cabello azulado y abundante con ondulaciones románticas, las manos de arpista con la sortija de viudo en el anular izquierdo, y los ojos alegres. A los setenta y tres años seguía siendo de una elegancia principal. Había vuelto a Ginebra después de dos guerras mundiales, en busca de una respuesta terminante para un dolor que los médicos de laMartinica no lograron identificar. Después de largos días de pruebas y exámenes agotadores le dijeron que el dolor se hallaba debajo de la cintura, en la unión de dos vértebras. El presidente debía someterse a una arriesgada e inevitable operación.

Al día siguiente salió a dar una vuelta y a tomar algo como si no hubiese pasado nada. Intranquilo de que un hombre pálido y sin afeitar, con una gorra deportiva y una chaqueta de cordero volteado, le observase, decidió ir a por él. Una vez lo atrapó se puso a hablar con él y resultó ser, el hombre que lo seguía, el chofer de ambulancias del mismo hospital donde trataban al presidente. Homero, el hombre misterioso, le explicó la gran admiración que tenía por él y que hacía un tiempo que lo seguía y se preocupaba por su estado, pero lo que no le desveló es que él,Homero, también trabajaba haciendo arreglos para compañías de seguros y empresas funerarias y aunque no ganaba mucho le ayudaba a subsistir con su mujer y sus dos hijos. Después de la charla Homero lo invitó a comer un día a su casa aunque a su mujer, Lázara Davis una mulata fina de San Juan de Puerto Rico, menuda y maciza, y con unos ojos de perra brava que iban muy bien a su forma de ser, no le hizo mucha gracia cuando se lo contó.

Poco a poco Homero y Lázara se fueron dando cuenta que la muerte del presidente ya no era tan inminente como al principio y que por lo tanto no le podían sacar partido a aquella relación. Después de la comida, que con mucha crispación se celebró, y algún otro factor que observóHomero, se dieron cuenta que aparte de que su muerte no fuese tan inmediata tampoco tenían nada que sacarle al presidente, ya que él pobre no le quedaba ni un mísero centavo. El presidente después de un tiempo instalado en casa de Homero volvió a Martinica donde se dedicó a vivir bien la poca vida que le quedaba, y a tomar de todo, ya que antes no se podía permitir ese lujo a causa de su enfermedad.

Junio 1979.

LA SANTA

La Santa es una anécdota original que conoció García Márquez durante unos días que pasó en Roma.

Según una de sus más memorables notas de prensa, él se encontraba instalado en un cuarto contiguo al del tenor colombiano Rafael Ribero Silva, en una pensión del tranquilo barrio de Parioli, cerca de la Villa Borghese, cuando apareció el supuesto Margarito Duarte, como quien llega en busca de su autor. Margarito Duarte, sin embargo, había llegado desde su lejano pueblo de los Andes colombianos, gracias a una colecta pública, por un motivo más serio: alcanzar la canonización del cuerpo incorrupto de su hija muerta a los siete años. El cónsul de Colombia lo había enviado a donde Ribero Silva para que le buscara alojamiento en su pensión. Ese día Margarito Duarte les contó a los dos la historia del milagro de la santa, como le decía, de las peripecias de su viaje y de sus objetivos en Roma. Lo que nunca sospechó Margarito Duarte es que este viaje lo iba a convertir en un cautivo de Roma por el resto de su vida, empeñado en una labor titánica y dispendiosa, cuya meta final debía terminar en una entrevista personal con el Papa.

Al cabo de veinte años García Márquez se volvió a encontrar con él, era un hombre de cabello blanco y escaso, sigiloso y imprevisible y de una tenacidad de picapedrero, ya que como el cadáver no se descomponía ni tenía ningún cambio él seguía con lo de la entrevista y fue entonces, en ese momento, cuando García Márquez se dio cuenta que el verdadero santo era él, Margarito Duarte.

Agosto 1981.

EL AVIÓN DE LA BELLA DURMIENTE

Trata de como, García Márquez, se quedo magnificado al ver una mujer bella, elástica, con una piel tierna del color del pan y los ojos de almendras verdes, cabello liso y negro y largo hasta la espalda vestida con un gusto sutil: chaqueta de lince, blusa de seda natural con flores muy tenues, pantalones de lino crudo, y unos zapatos lineales del color de la bugambilias. «Esta es la mujer más bella que he visto en mi vida», pensó, mientras estaba en el aeropuerto parisino de Charles de Gaulle esperando para embarcar con destino a Nueva York. Más tarde la volvió a ver y una vez subido en el avión, después de algún que otro problema meteorológico, dio la casualidad que su compañera de vuelo era aquella joven tan preciosa.

El resto del cuento explica como la estuvo observando, una y otra vez, mientras dormía durante el vuelo, hasta que una vez el avión llegó, aNueva York, ella desapareció entre la muchedumbre del aeropuerto.

Junio 1982.

ME ALQUILO PARA SOÑAR

García Márquez había llegado a Europa buscando el cine más que la literatura. Pero era inevitable, porque la literatura iba siempre junto a él: días antes de regresar a Roma, en una taberna de estudiantes latinos, se topó con una mujer a quien rebautizaría mucho después como Frau Roberta (y luego Frau Frida en este cuento),

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