“EL SANTO PADRE”

“EL  SANTO  PADRE”

(Lenny)

Se cuenta que en un lugar del sur del estado de Veracruz, colindante con el vecino estado de Tabasco, existió un sacerdote que en vida gozó de “fama de Santidad”, como decía mi abuelita Mildred.

Pues ahí tienen que este sacerdote santo, diría mi abuelita, tenía el don de la ubicuidad, que cuando escuché esta palabra me dije “… y eso qué es”, pero mi querida abuelita me explicó que se refiere a un don que sólo se les concede a personas santas y que hacen milagros,  y que consiste en que se puede ver a esta persona en diferentes lugares  al mismo tiempo.

Además el sacerdote también gozaba de fama en todo el sur de nuestro Estado.

Pues ahí les va, se los platico como me lo platicaron…

Que estando la esposa de don Filemón, un taxista (en eso trabajaba),  en el hospital muy enferma, los doctores le dicen al esposo que su señora ya no tenía remedio, que ya habían hecho todo lo que estaba humanamente en sus manos, y que lo mejor sería que se la llevara a su casa para esperar el final y que acabara sus días tranquila; don Filemón le dice a su mujer que ya se iban  a su casa, pues los doctores ya lo habían autorizado y que ya le habían dado las medicinas que ella necesitaba, doña Caritina, que así se llamaba la señora; le dice a su esposo

“… pero Fili ¿cómo puede ser eso si yo no me siento bien todavía y este dolor que no me deja?”

… Mujer, dice don Filemón  “… ya te dije lo que me dijeron los médicos y hay que confiar ellos”, “está bien si así te lo dijeron… te voy a pedir algo Fili, como le decía cariñosamente,  anda vete a buscar al santo Padre para que me confiese, porque no creo que vaya a ir a nuestra casa, ya ves que vivimos tan lejos y aquí, al hospital si puede venir”.

Y ahí tienen que se va el bueno de don Filemón a buscar al santo Padre, pero con tan mala suerte que no lo encontró ni en la iglesia, ni en su casa, donde solo le habían dicho que no estaba  y que regresará más tarde a ver si ya había vuelto.

No sabiendo qué hacer, a don Fili se le ocurrió ir por un rosario que el sacerdote les había regalado a él y a su esposa el día que se casaron.

Al llegar al hospital con su esposa, don Fili le dice a su mujer

“… Ya fui a ver al santo Padre y me dijo que en cuanto se desocupara viene a verte, pero mira de mientras te traje el rosario que nos regaló el día que nos casó, anda rézalo mientras yo voy a ver si ya viene”.

Y se fue don Filemón de nuevo a casa del santo Padre, pero ya le dijeron que estaba fuera de la ciudad y que no volvería hasta dentro de diez días.      

El pobre de don Fili se fue muy triste a ver a su esposa y pensando ahora que le diría.

Al llegar encontró a su esposa de mejor ánimo, y le dijo:

“… Fíjate que no está el santo Padre, me dijeron que ha salido de la ciudad y que regresa hasta dentro de diez días”.

Doña Caritina le respondió entre sorprendida y sonriendo “… hay viejo cómo serás, estás jugando o qué, pero si el santo Padre ya ha venido a verme y ya me confesó, y me dijo que haga todo lo que me digan los médicos, que pronto voy a estar completamente bien”.

Don Fili, sorprendido sólo alcanzó a decirle a su esposa “… bueno tal vez volvió y le dieron mi recado y quiso pasar antes a verte”, aunque él sabía que no había dicho nada de para qué necesitaba al santo Padre ¿cómo supo que su esposa quería confesarse y dónde estaba?

En fin, que fue a buscar a los doctores para decirles que se llevaba a su mujer, como ellos le habían dicho, pero los doctores le preguntaron que si le había dado algo a su esposa, pues ya no tenía ninguna enfermedad, los análisis así lo reflejaban. Don Fili estaba muy desconcertado, y les respondió que él no le había dado nada. En ese momento recordó la extraña visita del santo Padre, según le había dicho su esposa y lo único que atinó a decirles a los médicos fue que seguramente había sido un milagro del santo Padre, que se había compadecido de ellos.

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