ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

EN LÍNEA


Enviado por   •  29 de Julio de 2014  •  Ensayos  •  4.691 Palabras (19 Páginas)  •  256 Visitas

Página 1 de 19

EN LÍNEA

Un domingo de noviembre, a eso de las tres de la tarde (allá en la ciudad debían ser más o menos las once de la mañana) Pichón recibió una llamada de Tomatis. Mientras se dirigía hacia el teléfono, ya que cuando empezó a sonar se estaba preparando un café en la cocina, iba pensando "Como es domingo, por la hora debe ser Tomatis (REPETICIÓN)". (ELIPSIS) Desde luego que no lo pensaba en esos términos, con palabras, sino con esa manera peculiar que tienen de presentarse a la mente ciertos pensamientos, prescindiendo de palabras justamente, y aun de imágenes, con una evidencia inmaterial y fugaz pero clara sin embargo, precisa y brillante: "Por la hora, debe ser Tomatis"(REPETICIÓN). Y era él, desde luego.

Es verdad que Tomatis había establecido la costumbre de llamarlo desde allá ciertos domingos, una vez por mes o cada cinco o seis semanas y que él, Pichón, hacía más o menos lo mismo, con una periodicidad semejante, así que (MARCADOR DISCURSIVO) hablaban por teléfono quince o veinte veces por año. Al principio o al final de la conversación, el estado del tiempo siempre ocupaba treinta segundos, un minuto, o más incluso si algún fenómeno meteorológico merecía un comentario detallado. El resto eran chismes, noticias o comentarios de actualidad, invitaciones y promesas de viajes, frases ingeniosas, bromas, y, de tanto en tanto, hasta discusiones literarias o filosóficas. Esa mañana de noviembre, Tomatis pretendía estar en la terraza, a la sombra de un toldo, donde corría un aire fresquito según él, frescura amable de una mañana de primavera que calificó varias veces de "deliciosa"(REPETICIÓN/ RECURRENCIA LÉXICA): cielo azul, ni una sola nube hasta el horizonte, sol bastante alto ya pero todavía soportable. ¿Y a que no sabía qué estaba haciendo? Mil contra uno que Pichón no adivinaba; ni más ni menos que disponiéndose a prender dentro de poco el fuego y a tirar un pedazo de carne y unas achuras sobre la parrilla. Pero por ahora se ha puesto bajo el toldo para protegerse y refrescarse un poco, porque ha estado tomando sol, desnudo como es su costumbre, desde las nueve y media.

Pichón lo escucha con una sonrisa escéptica y complacida a la vez, parado todavía al lado del escritorio, la mirada que errabundea más allá de los vidrios de la ventana, sin ver a decir verdad ni los árboles desnudos ni las fachadas parduzcas de los edificios en la vereda de enfrente, ni el aire triste y sombrío que destella en la llovizna helada. Desde que conoce a Tomatis, algo más de treinta años ya, un hábito de incredulidad lo mantiene alerta ante muchas de sus afirmaciones, no porque Tomatis diga mentiras, sino porque a veces, en la forma irónica y elíptica, falsamente directa, que tiene de expresarse, ejerce ya sin darse cuenta un estilo paródico del que es manifiesto por lo menos un rasgo común con el hermetismo: la total indiferencia por la capacidad de su interlocutor para captar sus alusiones y aún hasta el mecanismo de su retórica. Pero por más que dude, la fuerza de las palabras, aun llegando desde tan lejos, obtiene el efecto buscado, ya que, mezclándose al escepticismo, la imaginación de Pichón elabora una imagen placentera, proyectándose en ella como lo haría con cualquier otra ficción y, al tiempo que se sienta en el sillón del escritorio, "ve" la mañana luminosa de primavera, el toldo de lona verde que imprime sobre las baldosas rojas de la terraza una sombra benévola y a Tomatis, después de haberse cocinado un rato al sol enteramente (DISJUNTO) desnudo, secándose de su propio sudor al aire fresco, con un vaso de agua en una mano, el teléfono contra el oído y la mirada sonriente y vivaz paseándose a su alrededor mientras habla.

Según Tomatis, el tono de cuya voz expresa más jovialidad que de costumbre, una novedad sensacional ha motivado esta vez la llamada: han encontrado, él y Soldi,(REPETICIÓN) y, oyéndolo, Pichón descarta la pertinencia de ese plural atribuyendo a Soldi solo el supuesto descubrimiento, ya que le resulta imposible imaginarse a Tomatis hurgando en bibliotecas, en desvanes y en archivos, con el fin de traer a la superficie de la esfera pública algún escrito raro o algún documento revelador, han encontrado, él y Soldi,(REPETICIÓN) otro texto de ficción que, todo parece indicarlo, ha sido también escrito por el autor de la novela de ochocientas quince páginas que estaba entre los papeles de Washington, el dactilograma titulado “En las tiendas griegas”, que Pichón ha tenido la oportunidad de examinar brevemente, durante su último viaje a la ciudad, un par de años antes. Según Tomatis, se trata de un texto no muy largo, de unas veinte páginas más o menos, sin título ni nombre de autor, pero que proviene de la misma máquina de escribir en la que fue pasada en limpio la novela, en un papel del mismo formato y de la misma calidad, un poco amarillo en los bordes, y sobre todo con un trazo horizontal casi marrón en medio de la primera hoja, porque el texto estaba doblado en dos y olvidado entre las páginas de un libro. Soldi se había topado con él (en esta parte de la conversación el plural desaparece) haciendo el inventario de los libros políticos en la biblioteca de Washington.

El ruido de los primeros borbotones de la cafetera llega desde la cocina, y Pichón percibe el olor del café que se expande por el aire caldeado del departamento. Pero si sus sentidos se ocupan en captar los estímulos que los excitan en el aura rugosa y bien real del presente, su imaginación se pasea por la terraza roja y soleada, por la mañana, según Tomatis, "deliciosa"(REPETICIÓN/ RECURRENCIA LÉXICA) de noviembre, y su atención se concentra en las palabras que, a pesar de la distancia desde la que le llegan y del timbre vagamente artificial con que resuenan, como si hubiesen sido descompuestas en sus elementos más simples y vueltas a recomponer sin haber logrado restituirles el sonido humano, haciéndoles perder la inmediatez familiar al transportarlas de un hemisferio al otro a través del espacio lleno de turbulencias magnéticas, interesándose por ellas en su mera calidad de materia sonora, subyugan a la vez su curiosidad y su inteligencia.

Durante las consideraciones preliminares, antes de resumirle el texto propiamente dicho, Tomatis cree necesario hacerle notar que puede tratarse de un fragmento descartado de la novela, ya que también transcurre durante la guerra de Troya, y los personajes son los dos soldados, uno viejo y uno joven, que montan guardia ante la tienda de Agamenón, y que ya en la novela eran los personajes principales, o en todo caso aquellos a partir de los cuales se fijaba el punto de vista de los acontecimientos. A menos, dice Tomatis, que en lugar de

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (27 Kb)  
Leer 18 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com